++ Cien ++

65 12 5
                                    

— ¡NanGong Si! ¿Cómo te atreves?

Esta vez fue Shen QingQiu no lo soportó y le dio un severo abanicazo a Huang XiaoYue frente a todo el mundo, sin perder la gracia y elegancia que lo caracterizaba.

— Cállese, viejo inútil— dijo.

NanGong Si iba montado en el lobo ágata que había usado para salir de la catástrofe en la que se convirtió lo que era una ceremonia de boda. El joven se detuvo en cuanto estuvo cerca de la multitud y no le prestó atención al anciano líder de secta, en cambio se dirigió a Ye WangXi entregándole la aljaba de flechas y dijo:

— Todavía quedan algunas flechas. Te las devuelvo ahora, llévate a todos y retírate.

El breve alivio de Ye WangXi se evaporó al escuchar las últimas palabras.

— ¿Qué vas a hacer?— preguntó.

— Un pequeño asunto— respondió NanGong Si.

— ¿Un pequeño asunto?— se burló Huang XiaoYue—. NanGong Si, trajiste a estos cadáveres para obligarnos a deshacernos de ellos por tí y desaparecer entre la multitud. ¡Eres una criatura maliciosa y perversa como tu padre!

El anciano recibió un nuevo golpe: ahora había sido Ye WangXi quien le dio una sonora bofetada, su porte noble se mantenía pero su mirada despiadada se clavaba en el mayor como si así pudiera apuñalarlo.

— Bastardo. ¿Cómo puede un hombre como tú hablar de forma tan vulgar frente a la tumba de un héroe confuciano?— siseó con rabia.

Los miembros del salón JiangDong alzaron sus espadas ante Ye WangXi, pero antes de que pudieran hacer otro movimiento, Chu WanNing intervino, con TianWen en la mano lanzando un latigazo al aire.

— NanGong Si y Ye WangXi son mis discípulos— dijo con lentitud—. Todo el mundo, por favor, venga a mí. Podemos hablar sobre justicia, o sobre puños y patadas.

Gu Mang anunció su presencia carraspeando ligeramente, ocultando una leve sonrisa con una mano.

— Señores, podemos vociferar a lo tonto ahora, o podemos dejar de perder el tiempo y ayudar un poco— dijo—. Porque supongo que no quieren morir a manos de estos distinguidos cadáveres, ¿verdad?

— ¿Cuál es la diferencia de pelear aquí o pelear más arriba?— inquirió alguien.

Apenas la última palabra fue pronunciada, una serie de enredaderas brotaron del suelo rodeando a todos los presentes, arrojándolos fuera de la cordillera. Ye WangXi fue la primera en levantarse, tratando de acercarse de nuevo.

— ¡A-Si!— gritó—. ¿Qué estás tratando de hacer?

NanGong Si agitó la mano, cerrando el paso hacia la montaña, y dirigió la mirada hacia los cadáveres que se acercaban. Él era el último descendiente de la familia NanGong, y todo lo que necesitaba era ofrendar su sangre para obtener el control de la montaña.

— ¡NanGong Si, no estás solo!— gritó Ye WangXi con ira.

— ¿Solo hay una persona?— inquirió NanGong Si volteando hacia ella—. ¿Todavía no te tenemos?

Entonces, le ofreció una sonrisa despreocupada, como si el joven que solía ser antes hubiera regresado.

— Sin embargo, las mujeres son inútiles— dijo—. Todavía tengo que protegerte.

Entonces, frente a la oleada de cadáveres, NanGong Si tomó su espada e hizo un corte en su brazo, dejando caer la sangre en el suelo.

— ¡Sacrificio del Dragón Azul de sangre y tendones!— exclamó—. ¡Inicia la formación!

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora