++ Cincuenta y cinco ++

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En el primer año, Mo Ran dejó el pico SiSheng para volver a la montaña Cang Qiong.

Xun Feng le había enviado una carta explicándole que la cumbre An Ding estaba hecha un caos, y junto con ella toda la montaña. Aunque Li Mingzhe trataba de hacerse cargo, simplemente no podía hacerlo aún sin necesitar la guía de Shang QingHua. Mo Ran no podía dejar que el trabajo de su padre se echara a perder, así que con el beneplácito de Xue ZhengYong volvió a An Ding y comenzó a ponerlo todo en orden.

Después de todo, no había nadie más familiarizado con el trabajo de Shang QingHua que su propio hijo.

Bajo la tutela de Mo Ran, la cumbre poco a poco se fue ordenando, y con ella la actividad en la montaña se fue estabilizando hasta retomar su cauce natural. Por supuesto, el joven recibía algunas visitas: había ido a verlo Shen QingQiu, habían ido los hermanos Liu, había ido Yue QingYuan, pero no hubo ni rastro de su maestro. No le sorprendía: las cosas en la ciudad de Cai Die eran un completo caos y alguien tenía que hacerse cargo, aún si ese alguien estaba seriamente herido. Cada vez que Mo Ran cerraba los ojos un momento, podía ver la magnífica figura de Chu WanNing enfrentando a los demonios pero sin mirarlo a él; podía rememorar el momento exacto en que su maestro volteaba y podía distinguir el carmesí de la sangre tiñendo sus túnicas blancas.

Ambos habían sido igual de heridos, pero el único sumido en un sueño de muerte era su padre. Mo Ran no podía dejar de pensar en qué hubiera pasado si Shang QingHua no hubiera tomado su lugar. ¿Él estaría muerto, o postrado en una cama? No deseaba pensar más en eso, por lo que se sumía lo más posible en el trabajo para paliar su enorme soledad.

Ni siquiera su otro padre había ido a verlo…

Un día como otros, meses después, Mo Ran se dirigió al cuarto de Shang QingHua. No podía dormir en su propia habitación por lo que dormía allí. Se llevó una gran sorpresa cuando vio a Mobei-Jun sentado en la cama con la vista fija en el suelo, su incipiente alegría se evaporó al ver que el brazo del demonio tenía una gran herida a lo largo de todo el antebrazo y una sangre oscura goteaba en el suelo.

— ¡Padre, estás herido!— exclamó—. No te muevas, iré por unas cosas.
— Mo Ran…— llamó Mobei-Jun.

Las palabras "no es nada grave" se quedaron atoradas en su garganta al ver la ansiedad en el rostro de su hijo y lo dejó ser. Mo Ran salió corriendo y al cabo de un rato regresó con unas vendas y ungüento para las heridas, curando el brazo del rey demonio en silencio.

— Deja de llorar— dijo Mobei-Jun de repente.

Mo Ran, con la cabeza gacha, dijo:

— No estoy llorando.

Mobei-Jun alzó el rostro del muchacho con la mano libre. Los ojos de Mo Ran estaban llorosos y su rostro estaba mojado con sus lágrimas. El rey de hielo suspiró profundamente y lo atrajo hacia sí en un abrazo.

— No voy a dejarte— dijo—. No voy a dejarlos.
— ¿Dónde estabas?— preguntó Mo Ran—. ¿Quién te hirió?
— El líder del consejo de ancianos— dijo Mobei-Jun.

Ahora que Shang QingHua no estaba, las presiones sobre Mobei-Jun habían aumentado. Esos vejestorios incluso se habían atrevido a ir más allá exigiendo que Mobei-Jun tomara a una esposa demoníaca y tuviera un heredero que fuera un verdadero demonio, algo a lo que Mobei-Jun se negó, claramente. Así que el líder del consejo y él tuvieron un pequeño altercado, un brazo herido no había sido nada en comparación al estado de ese anciano.

Un destello violeta cruzó los ojos de Mo Ran cuando escuchó a su padre.

— ¿Cómo se atreven…?— siseó con rabia—. Padre, dime que no vas a aceptar. Dime que vas a estar a salvo, tú tampoco puedes dejarme.

Mobei-Jun acarició el rostro de Mo Ran, limpiando sus lágrimas, y repitió con lentitud las palabras que le había dicho a Shang QingHua tiempo atrás:

— Shang QingHua y tú son la única familia que necesito.

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Shen QingQiu fue a la cumbre Qian Cao a ver a Shang QingHua. Su estado no había cambiado, si bien sus heridas físicas estaban curadas, seguía sumido en el coma y aún no era seguro que fuera a despertar.

— Hermano Avión, eres un imbécil.

Shen Yuan suspiró pesadamente frotándose las sienes, mirando al apacible Shang QingHua durmiendo cómodamente. Ni siquiera parecía que una horda de demonios furiosos le había abierto el pecho durante un feroz combate.

— Si me hubieras hecho caso cuando te dije que debía decirte algo, esto no estaría pasando. Así sabrías que no fue Mo Ran quién murió en la catástrofe de Cai Die, sino Chu WanNing.

Chu WanNing, que habría recorrido el largo camino hasta el pico SiSheng sin una pizca de poder espiritual, sacrificando su vida para salvar a su discípulo, avanzando a rastras escalón por escalón sin importarle la herida en su pecho que le iba drenando la vida conforme ascendía la escalera. Shen QingQiu resopló, tomando la mano de Shang QingHua en lo que era su primer contacto realmente fraternal, de dos almas transmigradas a un mundo novelesco donde encontraron su propia felicidad.

De repente, ese momento se vio roto por una notificación del sistema cuya voz de Google traductor indicó que había una tarea para él. Cuando leyó de que se trataba, no supo qué decir y se sintió un poco confundido. Era una tarea sencilla, pero eso le hizo preguntarse a dónde iba a ir esta historia en la que ahora formaba parte.

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Nuestro gato blanco Shizun aparece en el siguiente capítulo, para que no se preocupen por él.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora