++ Treinta y uno ++

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— Shizun, ¿cómo supo que GouChen-shanggong era falso?

El grupo había llegado a la posada de la ciudad Dai dónde se habían quedado a su llegada. Haciendo caso omiso de su propia herida, Chu WanNing revisó el tobillo de NanGong Si; no había nada grave, simplemente el muchacho tenía que mantenerse en reposo por unos días y estaría bien.

— Tengo tres armas sagradas conmigo— dijo Chu WanNing vendando el tobillo de su discípulo—. Mi aura no está oculta, por lo que si ese GouChen-shanggong fuera el verdadero, lo habría notado. 

Lo más preocupante para él de todo esto era que la matriz dispuesta en el lugar era creada para absorber las almas de quienes fueran atrapados en ella. Había oído hablar de esa cuarta técnica prohibida, pero no podía recordar claramente de dónde; lo único que sabía era que se necesitaban almas para llevarla a cabo. El solo hecho de pensar en que pudo haber perdido a sus alumnos ahí le puso la piel de gallina y se propuso mantenerse más atento. Chu WanNing despachó a sus alumnos y se retiró a su habitación, pensando en cómo iba a lidiar con su herida cuando tocaron a la puerta. Luego de unos instantes decidió abrir viendo a Mo Ran con sorpresa.

— Shizun…— dijo Mo Ran con un tono de duda—. ¿Puedo…? ¿Me permite revisar su herida?

Ambos se quedaron en silencio. Mo Ran se retorcía las manos levemente con un poco de ansiedad, esperando la respuesta de su maestro, quien negó con la cabeza.

— No es necesario— dijo Chu WanNing—. Yo…

Las palabras "puedo encargarme de esto solo" se quedaron atoradas en su garganta viendo el semblante suplicante de Mo Ran, y una calidez indescriptible recorrió su pecho. Él, como el cultivador número uno de su generación, estaba acostumbrado a lidiar con todo solo; había vivido en una obligada soledad toda su vida y nunca pidió nada a nadie, después de todo se tenía a sí mismo y con eso era más que suficiente. Estaba acostumbrado a ser el pilar en el que otros se apoyarán, a ser ese refugio distante en el que podían abrigarse cuando fuera necesario para después irse, era el solitario y despiadado guardián condenado al aislamiento. Sin embargo, esta vez no tuvo corazón para negarse cuando Mo Ran insistió:

— Por favor, Shizun. Si no se atiende su herida se podría infectar.
— Está bien— dijo Chu WanNing dejándolo pasar. 

A pesar de todo, Chu WanNing se repetía en su mente una y otra vez que no debía malinterpretar las cosas y no debía pensar más allá. Mo WeiYu era apenas un adolescente, mientras que él ya estaba viejo, no debía pensar de más las cosas entre ellos. Su relación solo debía mantenerse como maestro y discípulo, nada más. Tarde o temprano este joven encontraría a una persona con quien compartiría su vida y lo dejaría, al igual que sus otros discípulos. Era el ciclo de la vida, y él no era nadie para contravenirlo.

Pero a veces solo pensaba en que quería ser egoísta y esperar que Mo Ran creciera y se fijará en él.

Que tonto. ¿Quién podría querer a alguien como él?

Mo Ran retiró con cuidado las prendas de Chu WanNing dejando su herida al descubierto. Había una extraña sustancia viscosa que se mezclaba con la sangre seca y al limpiar, se dio cuenta de que era savia. La savia del árbol ZhaiXin Liu. Con una mueca de disgusto Mo Ran limpió cuidadosamente todo rastro de savia y sangre hasta dejar la piel impoluta y comenzó a vendar la herida cuidadosamente.

— No tenías que molestarte— dijo Chu WanNing de repente.
— No es ninguna molestia— replicó Mo Ran—. Atender a Shizun es un honor para mí.

Mo Ran no pudo evitar pensar, ¿quién cuidaba de Shizun? Chu WanNing estaba ahí para ellos, además de proteger las barreras del pico SiSheng, pero estaba increíblemente solo. Fue entonces que vino la idea: Chu WanNing cuidaba de todos pero no había nadie que cuidará de él; era muy injusto. 

Incluso Mobei-Jun tenía a Shang QingHua como su apoyo. Mo Ran quería ser ese apoyo para Chu WanNing.

— Shizun, déjeme cuidarlo— dijo el joven de repente.

El hombro de Chu WanNing estaba completamente vendado, y el hombre volteó para quedar frente al adolescente, su semblante era pétreo pero la sorpresa podía verse en sus ojos de fénix. Mo Ran se arrodilló frente a él tomando su mano y dijo:

— Por favor. Quiero cuidar de usted así como cuida de todos, quiero ser ese soporte en el que se apoye. Shizun, quiero sostener un paraguas para usted toda mi vida.
— No digas disparates— replicó Chu WanNing con sequedad—. Eres un adolescente apenas, tú…
— Entonces, espéreme— interrumpió Mo Ran lo que parecía ser un rechazo potencial—. Espere a que crezca, y le demostraré que mis palabras no son disparates. Se lo ruego, espere por mí.

Mo Ran apoyó la mano de Chu WanNing en su frente, y al poco tiempo sintió una mano en su cabeza, palmeando suavemente.

— Vete— dijo Chu WanNing—. Cuando crezcas, hablaremos.

Por ahora solo eran maestro y discípulo, y esa relación no podía cambiar. Pero esa noche, por primera vez Chu WanNing se permitió pensar de manera egoísta, anhelando el momento en que podría abrir su corazón a Mo Ran.

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Mini intento de confesión RanWan para aliviar el día horrible de trabajo que tuve. RanWan es vida, RanWan es amor.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora