++ Ochenta y tres ++

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Era de noche cuando llegaron al pico SiSheng, y aunque Xue ZhengYong se mostró sorprendido de verlos llegar accedió a darle asilo tanto a Shang QingHua como a Mobei-Jun.

— No se preocupe, dispersé nuestro rastro por todos lados— dijo Shang QingHua—. No llegarán aquí.

— Creo recordar que hay un pequeño pabellón en la frontera— dijo Chu WanNing—. Si al gran señor no le molesta, pueden quedarse allí.

— Por supuesto— dijo Xue ZhengYong sin poner objeciones—. Dada la situación en la que se encuentran, lo mejor será que el menor número de personas sepa que están aquí.

Eso quería decir que no podían ser vistos por el resto de los discípulos de la secta. Shang QingHua aceptó de inmediato y ambos fueron llevados al pabellón guiados por Chu WanNing, que conocía a la perfección el sitio. Por su parte, Mo Ran se dirigió a su propia habitación y se dejó caer en la cama, libre de toda tensión al saber que sus padres estaban a salvo; el agotamiento se apoderó de él pero aún así no pudo dormir. Su mente le daba vueltas a la situación en el reino del norte: sin su padre allí, Linguang-Jun tendría mucho más fácil apoderarse de la corte del clan, pero aún no podía ser reconocido oficialmente como líder y eso le hacía temer. Un recuerdo de su infancia resurgió: después de la ceremonia de presentación ante los demonios Mo Ran había corrido hacia Shang QingHua preguntando porqué tuvo que beber la sangre de Mobei-Jun y lo que el señor de cumbre le dijo se quedó grabado en su memoria:

— De ese modo los demonios te reconocerán como el príncipe de esta tierra. En el clan Mobei tienen la costumbre de devorar el cuerpo del anterior líder para absorber su poder marcial, de lo contrario no serán reconocidos como líderes.

El horror era patente en el rostro del niño cuando preguntó:

— ¿Eso quiere decir que yo tendré que comerme a padre?

— ¡No! No, no, no, no, no. A-Ran no va a comerse a nadie— le aseguró Shang QingHua.

Mo Ran resopló con fastidio mirando el techo de su habitación con los brazos cruzados por debajo de su cabeza. La imagen de Mobei-Jun siendo consumido por Linguang-Jun había sido suficiente para quitarle el sueño, por lo que el joven se puso de pie y salió con sigilo, yendo a aquel pabellón mencionado por su Shizun, pero justo cuando iba a tocar la puerta pensó que tal vez estaría interrumpiendo a sus padres así que pensó que lo mejor era marcharse. Ya era mayor, tendría que empezar a acostumbrarse a estar lejos de sus padres.

Era solo que aún no quería hacerlo.

— Mo Ran.

Mobei-Jun había abierto la puerta en el momento que el muchacho había dado media vuelta para irse. Al escuchar la voz del mayor, Mo Ran se giró sobre sus talones y saltó sobre su padre dándole un abrazo.

— Tenemos que hablar— dijo Mobei-Jun acariciando su cabeza.

Ambos entraron al pabellón. En una mesa había una gran cantidad de pergaminos y hojas sueltas desperdigadas a lo largo del mueble mientras Shang QingHua movía descuidadamente las hojas a la par que sacaba aún más de su bolsa Qiankun. A pesar de que tal vez la situación no era la mejor, Mo Ran no pudo evitar reír viendo a su padre, recordando los momentos en que estaban en An Ding arreglando el diverso papeleo que conllevaba cuidar la logística de la secta.

— QingHua, ¿lo tienes todo?— dijo Mobei-Jun.

— Lo tengo todo— dijo Shang QingHua con una sonrisa ufana—. Merezco un ascenso, o mínimo una dotación vitalicia de semillas de melón gratis.

— ¿Qué es lo que tienes?— preguntó Mo Ran, confundido.

— El plan de una gran conspiración— anunció Shang QingHua de modo teatral—. Una que arrasará con todo si no nos damos prisa. ¿Recuerdas a Shi Mei?

Mo Ran asintió sin decir nada y Shang QingHua reveló:

— Su nombre en realidad es Hua BiNan, y está coludido con Linguang-Jun y Xu ShuangLin con tal de abrir una puerta al inframundo. No sé cuál sea el plan de Xu ShuangLin, pero estoy seguro que Hua BiNan lo va a traicionar para lograr su propósito.

— Y es probable que mi tío lo vaya a traicionar a él para lograr su propio objetivo— dijo Mobei-Jun.

Mo Ran recordó lo sucedido en el lago JinChen y en el Jardín de Flores de Melocotón.

— ¡Entonces ellos están realmente detrás de todo!— exclamó—. Pero… ¿Para qué necesitarían la esencia de criaturas inmortales? Las criaturas del lago JinChen habían sido absorbidas, del mismo modo que la tribu emplumada, su fuerza vital fue chupada de sus cuerpos.

— Van a llevar a cabo la cuarta técnica prohibida— dijo Mobei-Jun—. El Puente de Las Almas Malditas. Para ello deben forzar una abertura del Abismo Sin Fin y usar las almas como combustible para abrir el puente. 

— Para mantenerlo estable necesitan la fuerza vital de una persona— dijo Shang QingHua—. Una con raíz espiritual de madera.

"Eso explica porqué buscaban tenerme", pensó Mo Ran con amargura.

— ¿Tenemos cómo contrarrestarlo?— preguntó.

— Sigo trabajando en eso— dijo Shang QingHua—. Tengo talismanes, conjuros de espada, y ahora que tengo el guqin de mi honorable ancestro estoy pensando añador técnicas musicales. Esta técnica es bastante desconocida y nunca se ha llevado a cabo por lo que no sé qué efectos podría tener así que trato de cubrir todas las posibilidades… pero hay una cosa en claro.

Mobei-Jun y Mo Ran esperaron, con la vista fija en Shang QingHua, que dijo:

— Desequilibrar el nivel de energía de forma brusca hace que el portal colapse por sí mismo. El problema es la energía residual, la cual se condensa dando forma física a los fantasmas que se encuentren en el túnel. Básicamente, los revive. Y eso es lo que me falta para completar la técnica para contrarrestar esto.

Los tres permanecieron en silencio, procesando lo que estaba sucediendo. El panorama no lucía muy bien, así que debían ser cuidadosos.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora