++ Doce ++

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Mo Ran, Xue Meng y Shi Mei se habían convertido en compañeros inseparables. Si bien ya lo habían sido desde antes, su lazo se había reforzado cuando Mo Ran fue admitido oficialmente como discípulo de Chu WanNing.

— Sabía que Shizun te aceptaría tarde o temprano— dijo Xue Meng con una sonrisa—. Solo era cuestión de tiempo. Ya verás, aunque Shizun es estricto en realidad es buena persona.

Shi Mei asintió sin decir nada. Los tres chicos se encontraban en el pueblo al pie del pico SiSheng para ayudar con algunas tareas, y tras terminar se dirigían a comer. Habían terminado demasiado pronto con sus deberes, por lo que decidieron pasear un poco hasta el atardecer, momento en el que volverían al pico. 

— ¿Crees que a Shizun le guste el vino de pera que compré?— preguntó Mo Ran.
— Bueno, a Shizun le gusta beber, así que no creo que lo desprecie— dijo Shi Mei.
— La resistencia de Shizun es genial— dijo Xue Meng—. Puede beber lo que quiera y no emborracharse.
— Para tí todo lo que hace Shizun es genial.
— ¡Porque lo es! ¿No fue por eso que lo elegiste?
— Claro, sí.

Los jóvenes estaban tan inmersos en su plática que no se dieron cuenta de que la calle se había vaciado. Cuando lo notaron fue porque Shi Mei comenzó a frotarse los brazos y dijo:

— Empezó a hacer frío.
— Es cierto— coincidió Xue Meng abrazándose a sí mismo—. Y además no hay nadie.

Mo Ran, con la sangre helada de Mobei-Jun corriendo por sus venas, no sentía el cambio de temperatura pero le preocupó ver la calle desierta; su instinto le decía que algo andaba mal y ninguno de los tres tenía un arma consigo más que las espadas simples de entrenamiento que, en teoría, podían servir como defensa personal. Esto no le gustaba al joven, para nada.

— Será mejor que nos apresuremos en volver— dijo. 
— ¿Se van tan pronto?— dijo una voz suave y elegante, y al poco tiempo un hombre apareció frente a los chicos.

Fue ahí cuando Mo Ran sintió un escalofrío recordando las palabras de su padre. En aquella ocasión, antes de ser aceptado en el pico SiSheng, Mobei-Jun había llevado a su hijo a los límites del reino de hielo, y para su sorpresa el joven vio una barrera de hielo mezclada con talismanes de restricción que bloqueaban el paso. Señalando la barrera, Mobei-Jun dijo:

— Detrás de esa barrera se encuentra mi tío en reclusión. Él ha intentado deshacerse de mí desde que era niño y ha atacado a tu padre en diversas ocasiones. Por eso está sellado sin tener contacto con el exterior, no puede ver ni oír lo que sucede fuera.
— ¿Papá y tú arruinaron algo que quiso hacer?— preguntó Mo Ran.
— Le hemos arruinado muchas cosas. A-Ran, debes tener cuidado con él.

Y ahora Mo Ran tenía enfrente a Linguang-Jun, sin nada más que una simple espada para defenderse. El demonio de hielo observó al trío con interés, centrando su atención en el joven con un aura tan fría como la suya y dijo:

— Tú debes ser el hijo de Shang QingHua. 
— Y tú deberías estar en una prisión de hielo— dijo Mo Ran.
— Sí… tal vez la montaña Cang Qiong tiene un traidor entre sus filas.
— ¡No te permito hablar de ese modo de la montaña!

Linguang-Jun soltó una siniestra carcajada, avanzando lentamente hacia los tres con una lanza de hielo en una mano, después dio un descomunal salto en dirección a los chicos y la lanza se convirtió en un filoso tridente.

— ¡A un lado!

Mo Ran arrojó a Shi Mei junto a Xue Meng mientras él se separaba de ambos, dejando un espacio hueco por el que Linguang-Jun se abalanzó encajando su arma en el suelo. En ese momento Xue Meng se recompuso sacando su espada al igual que Mo Ran, ambos se acercaron con las armas en alto listos para atacar a su oponente, pero el demonio se apartó provocando que las dos hojas chocaran entre sí. Una serie de estacas heladas emergieron del suelo, las cuales fueron esquivadas por los jóvenes.

— ¡Hay que llamar a Shizun!— exclamó Shi Mei, temblando.
— ¡No tenemos cómo!— exclamó Xue Meng—. ¡Tendremos que resistir hasta que llegue la tarde!

Mo Ran estaba preocupado. Linguang-Jun acababa de salir de una reclusión sellada por lo que existía la posibilidad de que su poder no fuera demasiado y confiaba poder hacerle frente, pero no podía dejar de considerar la opción de usar su poder de hielo para combatirlo. Sin embargo, si hacía esto se estaría exponiendo peligrosamente: Shang QingHua se había esmerado en hacer creer al mundo del cultivo que él solo había adoptado y cuidado a Mo Ran con tal de que no tuviera que sufrir estigmas o chismes por ser hijo de un demonio y si actuaba usando su poder demoníaco todo ese esfuerzo habría sido en vano.

Por lo tanto, resistir hasta que alguien en el pico SiSheng se preocupara porque no llegaban era su única opción.

Los tres jóvenes entraron a la carga: mientras Mo Ran y Xue Meng combatían a Linguang-Jun, Shi Mei se encargaba de curar sus heridas y desplegar hechizos defensivos para mantener a raya al demonio. Sin embargo, sus esfuerzos resultaron infructuosos cuando Linguang-Jun logró herirlos a los tres lo suficiente para mantenerlos fuera de combate: había estacas heladas rodeando a Shi Mei, apresándolo, mientras que Xue Meng y Mo Ran yacían en el suelo con cortes y heridas profundas que les permitían avanzar.

— Niños tontos— se burló Linguang-Jun—. ¿En serio creyeron que podrían derrotarme? Ahora pagarán las consecuencias de su estupidez.

Mo Ran tragó saliva, dispuesto a usar un hechizo de hielo para detenerlo cuando un resplandor dorado se hizo presente golpeando al demonio en el pecho, haciendo que retrocediera alejándose de los muchachos. Chu WanNing aterrizó suavemente frente a sus discípulos, mirándolos levemente para después centrarse en su oponente. Una furia desmedida brillaba en sus ojos de fénix mientras desplegaba nuevamente su arma sagrada para otro ataque. Linguang-Jun trató de contraatacar lanzando flechas heladas que fueron destruidas por TianWen con un solo movimiento de su maestro. Con un salto, Chu WanNing se acercó a Linguang-Jun y  apenas aterrizó la rama de sauce dorada lanzó varios golpes seguidos uno tras otro sin dar la oportunidad a su oponente ni siquiera a defenderse, obligando al demonio a huir.

— Shizun…

Chu WanNing volteó hacia sus discípulos, usando a TianWen para liberarlos del hielo, de inmediato Shi Mei se dirigió a Mo Ran y Xue Meng para curar sus heridas, al tiempo que un grupo de discípulos del pico SiSheng se acercaban para ayudar a trasladarlos.

— Hacemos un buen equipo, ¿no?— dijo Mo Ran con una sonrisa.
— Sí, sí, solo que nos patearon el trasero— replicó Xue Meng—. Seguro cuando seamos grandes y tengamos un arma sagrada seremos un equipo formidable.

Chu WanNing observó a su alrededor antes de seguir al grupo. No pudo evitar sentir un poco de culpa, creyendo que no había sido un buen maestro, aunque tuvo que reconocer que este era un demonio poderoso y sus alumnos habían resistido relativamente bien combatirlo. Aún así se hizo el propósito de enseñarles más estrictamente para que algo como esto no volviera a suceder.

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Friendly reminder: en ningún momento se dice en el último extra del hermano Avión que el tío hdp que tiene Mobei-Jun se haya muerto cuando lo arrojaron alv por el barranco, así que aquí lo tienen a estar chingando (?)

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora