++ Veintidós ++

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Un mes después de lo sucedido, Mo Ran regresó al pico SiSheng.

Al muchacho no le sorprendió ver lo cambiada que estaba la secta, después de todo tenían un traidor entre ellos desde quién sabe cuánto tiempo y nadie lo había sospechado. Simplemente le entristeció ver como todos parecían andar con la guardia alta incluso entre ellos mismos y odió a Shi Mei por ello. Lo primero que hizo fue ir de un lado a otro, buscando a todas las personas con las que se había portado mal para pedirles perdón por sus actos groseros.

Obviamente la única excepción fue Mo Nian, lo que sea que le hubiera hecho estaba seguro de que se lo merecía.

La gente del pico estaba sorprendida. Este niño había sido atacado en la secta, pero era él quien iba y venía pidiendo disculpas, era inconcebible. Mo Ran hubiera seguido así de no ser porque Xue ZhengYong lo detuvo repentinamente.

— No es necesario— dijo—. La gente aquí sabe lo que pasó, así que te disculparon de antemano.

El líder Xue dejó a Mo Ran, pero antes de que pudiera decir nada Xue Meng se acercó corriendo a él.

— ¡Mo Ran!— exclamó con alegría—. Dime que eres el verdadero tú y no el tú idiota.

— El yo idiota no existe más— dijo Mo Ran con una carcajada, la cual se apagó al ver el brazo vendado de Xue Meng—. ¿Qué te pasó?

La expresión alegre de Xue Meng se agrió con la pregunta y frunció el ceño con disgusto.

— Esa rata traicionera de Shi Mei fue lo que pasó.

Luego de que Shang QingHua y Shen QingQiu se llevarán a Mo Ran ese día, Xue ZhengYong ordenó que buscaran a Shi Mei. El líder de secta estaba seguro de que esto sería un malentendido y tal vez alguien desconocido se había hecho pasar por Shi Mei para incriminarlo injustamente, por lo que solo había querido interrogarlo para aclarar las cosas pero el joven había desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra. Al final, Xue Meng lo había encontrado mientras intentaba escapar.

— Traté de detenerlo pero él me arrojó una serpiente, que me mordió, y escapó, el muy cobarde. Esa es la clara prueba de su culpabilidad— dijo Xue Meng terminando su explicación.

Mo Ran apretó el puño, pero estaba decepcionado en lugar de molesto. Lo peor del caso es que ni siquiera supo a ciencia cierta a qué se refería Shi Mei con "salvar a los suyos". Era frustrante. Xue Meng le dio un puñetazo en el hombro y dijo:

— En cuanto consigamos un arma sagrada y mejoremos nuestras habilidades iremos tras él y lo atraparemos.

— Sí— dijo Mo Ran con una sonrisa.

En ese momento vieron a Chu WanNing dirigirse a su residencia.

— ¡Shizun!— dijeron al unísono corriendo hacia él.

Chu WanNing se detuvo viendo a sus discípulos. Por primera vez los observó cómo el preciado tesoro que eran y no pudo evitar sentir culpa de solo pensar que estuvo a punto de perderlos por no prestar la suficiente atención tal como le había aconsejado Shen QingQiu. Era un error que no pensaba cometer.

— Shizun, lo siento— dijo Mo Ran inclinándose ante él.

— ¿Qué es lo que sientes?— increpó Chu WanNing duramente.

"Siento haber pensado cosas malas sobre usted", pensó Mo Ran, pero no iba a decirlo, le daba demasiada vergüenza.

— Levántate, no tiene caso que te lamentes de lo que ya pasó— inesperadamente, Chu WanNing suavizó el tono al decir sus siguientes palabras—. No fue tu culpa.

— Exacto— dijo Xue Meng—. Nadie pudo sospechar de esa víbora venenosa de Shi Mei, de no ser por tí habría causado mucho más daño al pico SiSheng.

Mo Ran se puso de pie. Inesperadamente, Chu WanNing sujetó su muñeca y examinó su pulso, lo que petrificó al joven sabiendo qué estaba haciendo su maestro. El pánico se extendió por su cuerpo en el momento que vio el semblante pétreo de Chu WanNing conforme lo revisaba y pensó que su secreto había sido descubierto.

— Shizun...

— No queda ni un solo remanente de la flor del odio en ti— dijo Chu WanNing—. Ya no hay peligro.

La verdad era que los pocos remanentes energéticos habían sido aniquilados por la sangre demoníaca que corría por las venas de Mo Ran. Chu WanNing no supo qué hacer, ya que esa aura demoníaca le recordaba a la del demonio de hielo que los había atacado aquella vez y que su cuerpo la hubiera asimilado sin daños colaterales le sorprendió sobremanera.

Tal vez Shang QingHua había mentido al decir que su esposo no tenía nada que ver con su decisión de criar a Mo Ran... ¿pero quién era él para juzgar? El que Mo Ran fuera mitad demonio no cambiaba el hecho de que era su estudiante y lo guiaría sin hacer distinción entre él y Xue Meng, pero sabía que el resto del mundo lo juzgaría duramente, por lo que decidió no decir nada más.

No dejaría que nadie más le hiciera daño a sus discípulos.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora