++ Cincuenta y ocho ++

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— Tuntian, ven.

El cetro apareció en su mano, y su mirada se dirigió al edificio en llamas frente a él. El Mercado de Chonghua estaba ardiendo sin que los cultivadores del imperio pudieran hacer nada para impedirlo, algunos parecían haberse dado cuenta por lo que se limitaron a sacar a la gente.

Haciendo girar el cetro en la mano, invocó la lluvia, que fue capaz de apagar el fuego limitando los daños que aquel espíritu de espada había provocado con esta jugarreta. Aún no sabía lo que este espíritu del reino de Liao terminaría por desencadenar con su sola presencia.

Él aún no sabía el alcance de las cosas que llegaría a conocer en su búsqueda de respuestas.

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Mo Ran abrió los ojos en mitad de la noche. Aquel extraño sueño lo había confundido, sobre todo con la visión del cetro en la mano de aquel… ¿él? Sin duda, había tomado el lugar del hombre que lo había invocado en su sueño, pero eso no quería decir nada, ¿verdad? El muchacho frunció el ceño concentrándose en el cetro, recordando ese palo blanco que había aparecido en su sueño y comparándolo con el cetro blanco que había aparecido en la subasta del pabellón Xuanyuan.  En esencia, eran similares, pero este Tuntian no tenía ninguno de los grabados que el cetro de la subasta poseía.

Y entonces recordó lo sucedido ese mismo día.

— ¡A-Ran!— llamó Li Mengzhe—. ¡Tu maestro llegó!

Habían pasado dos meses con la rapidez de un parpadeo. Es decir, él juraría que apenas ayer había ido a la cumbre Wan Jian para tener una espada y ahora su Shizun había llegado. Rápidamente dejó a su shixiong a cargo de la cumbre mientras él se encontraba con su maestro y sus compañeros, tomando a BuGui antes de irse.

— ¿Qué truco de mierda hiciste para obtener esa espada?— preguntó Xue Meng al ver el arma.

— Ningún truco de mierda. Todos los discípulos de la montaña Cang Qiong obtienen una— dijo Mo Ran—. Yo empecé a cultivar aquí, lo que me hace un discípulo y eso me da derecho de tener una espada.

El joven sonrió con malicia y dijo:

— Además, ¿qué te quejas? Tienes a LongCheng.

— Y tú tienes a… a…

Xue Meng no pudo evitarlo, se echó a reír mientras trataba de pronunciar la palabra "JianGui". Chu WanNing los reunió a todos y dijo:

— Han estado aquí por dos años, durante ese tiempo mis lecciones se han complementado con los conocimientos que obtuvieron aquí, así que tienen cinco minutos para armar una estrategia y pelear.

— ¿Contra quién peleamos, Shizun?— preguntó NanGong Si.

— Contra mí.

Los cinco chicos se reunieron fuera de la vista de su maestro. Al haber estado en la cumbre dedicada a la estrategia, NanGong Si fue quien tomó las riendas de la situación y en poco tiempo diseñaron un plan: él y Mo Ran actuarían como distracción, Feng Shiyao sería el elemento defensivo mientras que Ye WangXi y Xue Meng llevarían la mayor fuerza de ataque. Al haber entrenado juntos en Bai Zhan, los dos jóvenes habían sido capaces de coordinar sus movimientos por lo que estuvieron de acuerdo en sus acciones.

En sus mentes, era un buen plan. En la ejecución… a Chu WanNing le tomó menos de los cinco minutos ofrecidos para derrotarlos a todos. Aún así, elogió la estrategia que habían usado y señaló los puntos débiles que debían tomar en cuenta. Luego de unas cuantas prácticas más, el grupo se dirigió a la casa del Ocio para comer un refrigerio antes de separarse nuevamente.

— Está un poco frío aquí— dijo Feng Shiyao al entrar.

— Tal vez mi padre llegó— dijo Mo Ran sin darle importancia.

Mobei-Jun pasaba la mayor parte del tiempo en la montaña. Debido a su habilidad de moverse pasando completamente desapercibido, el demonio iba de la casa del Ocio a la cumbre Qian Cao para estar al lado de Shang QingHua. Tras días enteros soportando propuestas de matrimonio que rechazaba directamente, finalmente había decidido quedarse aquí. 

Mo Ran se había encargado personalmente de la comida y la repartió entre todos. Mientras comían, se le ocurrió preguntar a su maestro sobre cómo iba con sus pesquisas.

— Nada. Quien sea la persona detrás de esto, sabe ocultarse bien— dijo Chu WanNing—. Han aparecido algunas pistas, pero luego de investigarlas resultaron ser callejones sin salida.

— Shizun… ¿Qué hay del cetro de la subasta?

Chu WanNing miró con atención a Mo Ran y después negó con la cabeza.

— Está en paradero desconocido.

Tal vez eso fue lo que disparó el sueño de Mo Ran. El joven cerró los ojos, dispuesto a investigar sobre los reinos de Chonghua y Liao en cuanto se desocupara de sus deberes.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora