Extra: La cuarta técnica prohibida

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Shi Mei estaba furioso. 

Su plan para lograr abrir un portal al inframundo se acababa de ir al garete y a él no le había quedado más opción que huir. Sabía que era mala idea implantarle la flor del odio a Mo Ran, ¡lo sabía! ¿Por qué fue tan estúpido de hacerle caso?

Más importante aún, ¿cómo supieron Shen QingQiu y Shang QingHua lo que había hecho con Mo Ran? ¿Cómo lograron suprimir el efecto de la flor para salvarlo?

Por fortuna para él, todavía tenía un sitio al cual recurrir para ocultarse. 

— A-Nan, ¿volverás a la secta Gu Yue Ye?

Shi Mei volteó hacia Mu Yanli con desconcierto y después frunció el ceño disgustado consigo mismo. Había pasado tanto tiempo fingiendo que olvidó su verdadero nombre: Hua BiNan, segundo hijo del líder del pabellón Tianyin, el sitio donde se encontraba ahora. Un sentimiento de amargura lo acometió al recordar la razón por la que había huido de allí: tenía solo nueve años cuando vio como su padre devoraba la carne de su madre para después dirigir su mirada desprovista de humanidad hacia él. Recordó cómo había huido lejos de ahí, reprimiendo el impulso de llorar para evitar un destino peor y recordó cómo había jurado a la memoria de su madre enviar a su raza a casa sin importar a quién tuviera que pisotear para lograrlo.

Sin embargo, ahora estaba a salvo. Su hermana estaba de su lado. Juntos habían logrado poner a salvo a todas las Bellezas de Huesos Mariposa que habían encontrado. Pero ahora Shi Mei no sabía qué hacer.

— La secta Gu Yue Ye no puede quedarse sin su experto médico, ¿verdad?

Una risa amarga brotó de sus labios, sintiendo la frustración de ver cómo su plan se desbarataba sin poder hacer nada para reestructurarlo. ¿Qué iba a hacer? Necesitaba a alguien que pudiera llevar a cabo la primera técnica prohibida, pero tal vez para cuando pudiera refinar otra flor del odio ya sería demasiado tarde. Y aún necesitaba encontrar otro huésped.

— Hermana, ¿qué vamos a hacer?

— Tal vez yo pueda darte la respuesta a esa pregunta.

Shi Mei se levantó bruscamente y retrocedió al ver a Linguang-Jun, el miedo recorrió su cuerpo al recordar cómo estuvo a punto de perder la vida a manos de este demonio. Mu Yanli desenvainó su espada situándose frente a su hermano, un gesto que provocó la risa del demonio de hielo.

— Si yo quisiera, ustedes ya estarían muertos— dijo Linguang-Jun.

— ¿Y qué te detiene?— preguntó Mu Yanli.

— Ella.

Linguang-Jun señaló hacia una mujer que estaba en una esquina tratando de no llamar mucho la atención. Al ser señalada, la joven se acercó al demonio; llevaba las ropas características de la cumbre Xian Shu de la montaña Cang Qiong, de una belleza propia de los Huesos Mariposa.

— Eres de los nuestros— dijo Shi Mei.

— Soy una discípula externa de la cumbre Xian Shu— dijo la mujer—. En mi posición hay cosas de las que me puedo enterar.

— ¿Cómo él?

Linguang-Jun sonrió cruzándose de brazos.

— Buscas recrear la Puerta de la Vida y la Muerte, ¿no?— inquirió—. TongTong me dijo que esa sería la forma que tenían para volver al inframundo de dónde los sacaron. Pero… ¿Qué dirías si te dijera que hay una cuarta técnica prohibida que te serviría igual?

Shi Mei y Mu Yanli se quedaron anonadados. Además de la Puerta de la Vida y la Muerte, existían la técnica del renacimiento y la técnica de Ajedrez Zhenlong, pero no existían registros de una cuarta técnica prohibida. Tal vez este tipo les estaba mintiendo.

— No hay registros de una cuarta técnica prohibida— dijo Mu Yanli.

— Eso es porque la única persona que puede llevarla a cabo fue sellada en una prisión de hielo antes de que pudiera transmitir su conocimiento— dijo Linguang-Jun—. Escuchen bien, niños, se le conoce como la técnica del Paso de Almas Perdidas, y necesita como combustible almas de seres divinos y un sacrificio para abrir el Abismo sin Fin. 

Shi Mei estaba impactado. ¿Eso quería decir que podía abrirse el inframundo por medio del Reino Demoníaco?

— Lo único que nos falta es una verdadera espada demoníaca— indicó Linguang-Jun con una sonrisa—, la cual se encuentra en la montaña Cang Qiong.

Shi Mei sonrió. Podría aprovechar esta oportunidad para vengarse de Mo Ran por arruinar su plan, y no había mejor forma que acabando con su adorada secta.

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Voy a sacar las palomitas para las cantidades industriales de indignación que este capítulo va a causar, jajajajajajaja

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora