++ Veinticuatro ++

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Los discípulos de la cumbre Bai Zhan estaban boquiabiertos mirando el enfrentamiento que se desarrollaba frente a sus ojos.

— Finalmente hay alguien a la altura de Shizun— dijo Yang YiXuan con admiración.

— Te lo dije— dijo Mo Ran sonriendo con orgullo.

Y es que el oponente de Liu QingGe en ese enfrentamiento no era otro más que Chu WanNing. En teoría, esta era una pelea de cortesía, ya que el Dios de la Guerra había escuchado sobre la fama del inmortal Beidou y estaba ansioso de probar sus habilidades de batalla. Chu WanNing había ido a la montaña Cang Qiong acompañando a Xue ZhengYong debido a que el gran señor iba a tener una reunión con Yue QingYuan, de todos sus discípulos el único que los había acompañado fue Mo Ran, quien deseaba visitar a Shang QingHua y averiguar cómo iban las cosas en su hogar.

Mo Ran no había olvidado las palabras de Linguang-Jun, y luego de analizar a conciencia ese enfrentamiento llegó a la conclusión de que Shi Mei no tenía nada que ver con la liberación del tío de su padre, puesto que había estado en tanto peligro como ellos. Claro que existía la posibilidad de que fuera un teatro bien montado, pero no lo creía posible. De modo que su visita a la montaña correspondía a buscar a cualquier persona que se viera sospechosa e investigar si tendría algo que ver con Linguang-Jun, para estas alturas había aprendido a aparecer subrepticiamente como Mobei-Jun así que si algo pasaba se escabulliría en un abrir y cerrar de ojos. Nadie notaría que estuvo allí.

Sin embargo, sus planes cambiaron ligeramente al ver la pelea entre su Shizun y su shishu. Los ojos de Mo Ran siguieron los movimientos de Chu WanNing, prestando especial atención a la manera en que sus delicadas manos sujetaban la espada Huaisha sin ceder ante los poderosos ataques de Cheng Luan, apreció la agilidad con la que se movía de un lado a otro evitando a Liu QingGe para después arremeter en su contra, a pesar de estar a relativa distancia suya apreció la flexibilidad de sus piernas saltando ligeramente adelante y atrás, admirando incluso la forma en que las mangas de su túnica se agitaban con sus movimientos.

Chu WanNing era una belleza única y completa. ¿Por qué no lo había notado antes? ¿Había sido por la flor del odio o era solo que después de esa terrible experiencia comenzaba a apreciar más lo que tenía a su alrededor? Desde que fue rescatado de la maldición había notado otras cosas que no había visto antes, o que sí había visto pero no las había tomado demasiado en serio, como la forma en que el frío rey del norte demostraba su amor a su familia, la manera tan fresca y demasiado franca de ser de Xue Meng que no lo hacía menos incapaz de luchar o incluso de liderar, la bondad de NanGong Si y la benevolencia de Ye WangXi, la forma tan linda de amar entre Xue ZhengYong y Madame Wang... y la devoción de Chu WanNing para con sus discípulos.

Su Shizun tenía un mal temperamento, cierto, pero eso no ocultaba lo bueno que era. Chu WanNing merecía solo lo mejor y él... él...

— Yang-shixiong, tengo que irme. Si preguntan por mí pueden esperarme en la cumbre An Ding.

Mo Ran salió apresuradamente del lugar y se dirigió a la cumbre Qing Jing, una vez allí fue directo a la casa de bambú y llamó a la puerta. Tal como esperaba, Luo BingHe le abrió, su expresión de extrañeza se disolvió en una sonrisa y lo dejó pasar.

— A-Ran, ¿pasa algo?

— Tío, ¿a qué edad te enamoraste de tío Shen?

La pregunta tomó a Luo BingHe por sorpresa. ¿Por qué de repente este niño le preguntaba esas cosas? A no ser qué...

— Bueno...— dijo el señor demonio rascándose la cabeza—. Podría decirse que tenía tu edad.

Mo Ran tenía 15 años en ese entonces, por lo que al escuchar eso le dio un alivio monumental pero después se sonrojó. ¡Estaba hablando de su Shizun! No podía enamorarse de él, estaba mal, había cientos de razones por las que estaba mal, pero...

— A-Ran, aún eres joven y acabas de pasar por algo serio— dijo Luo BingHe tratando de aligerar los pesados pensamientos del muchacho—. ¿Por qué no esperas unos años para aclarar tus sentimientos? Eso fue lo que yo hice.

Por supuesto, omitió la parte en la que pasó tres años en el Abismo sin Fin y los cinco años en que su Shizun estuvo muerto, no había razón para que el niño supiera esas cosas tristes.

— Gracias, tío.

Mo Ran le dio un abrazo a Luo BingHe y corrió alegremente hacia la cumbre An Ding para encontrarse con su padre y con su Shizun.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora