++ Treinta y siete ++

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Shang QingHua revolvió los fideos en su cuenco con gesto pensativo, melancólico, y suspiró con pesadez.

— Tan silencioso… — dijo.

Siempre había pasado el Año Nuevo aquí, en el palacio de hielo, al lado de su esposo, pero desde que Mo Ran había llegado a sus vidas esta celebración se había vuelto más animada. Una sonrisa curvó sus labios al recordar el primer Año Nuevo que habían pasado juntos: Mo Ran ya estaba familiarizado con todo a su alrededor y jaló de la túnica de Mobei-Jun diciendo:

— Padre, quiero patinar.
— No— dijo el rey de hielo.
— ¡Por favooooooooooor!— pidió el niño haciendo un puchero—. Por favor, por favor, fue divertido la última vez.
— Pregúntale a tu papá.

Y así la bolita fue tirada ingeniosamente a Shang QingHua. Mo Ran se tiró alegremente en el regazo del señor de An Ding y dijo:

— Papá, quiero patinar.

Shang QingHua parpadeó, ladeando la cabeza con una sonrisa y dijo:

— Dawang, ¿sería tan gentil de hacer patinar a nuestro hijo?— dijo.

Mobei-Jun soltó un suspiro y congeló el suelo lo suficiente para que el niño pudiera deslizarse por la superficie. El demonio observaba al niño ir y venir con sonoras carcajadas sin entender qué tenía eso de divertido, en ese momento Shang QingHua se acercó a él y extendió su mano.

— Dawang, venga conmigo.

El humano lo había llevado a la superficie recién congelada y ambos se deslizaron del mismo modo en que lo hacía el niño. En una de las vueltas dadas por Mo Ran, el menor terminó chocando suavemente con Mobei-Jun.

— Lo siento, padre— dijo con una risa inocente.

Mobei-Jun le sonrió. Había sido la primera sonrisa sincera que el rey demonio soltaba a su hijo, con un cariño que hasta ese momento solo había recibido Shang QingHua.

Mo Ran finalmente había ganado un lugar en el duro corazón del rey de hielo.

— QingHua.

La voz de Mobei-Jun sacó a Shang QingHua de sus recuerdos, para su sorpresa vio a su esposo disfrazado como un cultivador humano y lo observó fijamente, anonadado.

— A-Yuan, ¿qué estás haciendo?
— Iremos a la cuidad de Wuchang— dijo Mobei-Jun—. Busquemos a Mo Ran.

Shang QingHua sonrió encantado. En ese momento, fiel a su costumbre, el sistema emitió una notificación.

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— ¡Shizun!

Xue Meng fue el primero en correr hacia Chu WanNing en cuanto lo vio, seguido por sus compañeros.

— ¡Creí que no podría verlo en Año Nuevo!
— Deja de ser tan escandaloso— dijo Mo Ran—. Te falta poco para llorar.
— ¡Cállate, perro tonto!
— Basta, los dos— dijo Chu WanNing—. Vayan al comedor.

La única que se quedó junto a él fue Feng Shiyao. La muchacha se inclinó ante él y dijo:

— Agradezco al anciano YuHeng por aceptar a esta inútil cultivadora como discípula.
— Mientras tengas la voluntad, no eres inútil— dijo Chu WanNing—. Puedes llamarme Shizun a partir de ahora.
— Entonces, si Shizun lo permite me gustaría confiarle un secreto— dijo Feng Shiyao—. Nací de una rama secundaria de Bellezas de Huesos Mariposa. Mis ojos tienen la habilidad de ver la verdadera naturaleza de otros, por lo que puedo encontrar a otros demonios. También puedo ver que hay savia de ZhaiXin Liu en su interior.

Para sorpresa de ambos, Ye WangXi intervino:

— Entonces no había sido imaginación mía.

Chu WanNing entró en pánico, pero antes de que dijera nada la muchacha dijo:

— Nadie sabrá nada por nosotras.

Los tres entraron al comedor Mengpo para la celebración de fin de año. La costumbre del pico SiSheng era que cada anciano presentara un espectáculo para la cena y esa no fue la excepción. Chu WanNing agradecía que el anciano Tanlang se hubiera tomado su problema con seriedad y le hubiera dado pildoras para cmabiar su apariencia, esperaba poder arreglárselas de ese modo mientras la savia abandonaba su cuerpo. El maestro cultivador pasó al centro cuando fue su turno y convocando a JiuGe, tocó una melodía en el guqin. Tras finalizar la celebración, se dirigió a su residencia para descansar un poco.

— ¡Shizun!

Mo Ran se detuvo abruptamente frente a Chu WanNing. Su rostro estaba sonrojado y tenía una túnica en sus manos, la cual le entregó a su maestro.

— Esta es una de las túnicas que papá suele llevar al Reino del norte— dijo—. Tómela, le va a ayudar con el frío.
— ¿Para qué querría yo algo así?— dijo Chu WanNing.

Mo Ran tragó saliva, pero Chu WanNing tomó la túnica sin decir nada y se dio media vuelta. Sin embargo, se detuvo volteando hacia Mo Ran. Ambos hicieron la misma pregunta al mismo tiempo:

— ¿Quieres ver los fuegos artificiales conmigo?
— Tú...— dijo Chu WanNing.

Mo Ran soltó una carcajada.

— Shizun y yo pensamos lo mismo, es increíble— dijo.
— Cállate y sígueme.

Mo Ran obedeció a Chu WanNing, siguiéndolo en silencio hasta el Pabellón de Loto Rojo, donde tomaron asiento cerca de un árbol. Mo Ran se recargó suavemente en el hombro de Chu WanNing, con la mirada fija en el cielo.

— Mo WeiYu, ¿acaso tienes seis años?

Sin embargo, a pesar de su queja, Chu WanNing no hizo nada por apartar a Mo Ran, sino que puso una mano en su cabeza.

— Shizun— dijo Mo Ran ahogando un bostezo—. Cuando sea grande, quiero vivir contigo aquí. O puedes vivir conmigo en la montaña Cang Qiong. O viviremos juntos en alguna parte. Haremos las tres postraciones frente a mis padres y viviremos felices.
— Cuando seas grande, yo seré un anciano— dijo Chu WanNing.

Esa, y no otra, era la ineludible verdad. Chu WanNing sería un anciano, y Mo Ran se cansaría de él en algún momento.

El joven se había quedado dormido en el regazo de su maestro. Chu WanNing sonrió con tristeza acariciando la cabeza de Mo Ran.

— Cuando seas grande, seré una pesada carga para ti. Prefiero ser el Shizun que respetes y no una pareja que vas a odiar con el paso del tiempo. Lo siento, Mo Ran, pero debo romperte el corazón ahora.

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Spoiler: Van a pasar cosas y Chu WanNing no va a tener tiempo de pensar en nada. Shizun, ¿por qué eres así? ⊙﹏⊙

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora