++ Setenta y siete ++

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Mobei-Jun cerró los ojos y estuvo a punto de caer al suelo pero fue sujetado por Shang QingHua.

— ¡Dawang!— exclamó con alarma.

El grito de Shang QingHua alertó a Mo Ran, que se detuvo y volteó. En ese instante se olvidó de todo lo que sucedía a su alrededor y corrió hacia ellos.

— ¡Padre!— gritó yendo a su encuentro.

— Su temperatura aumentó de golpe— dijo Shang QingHua—. Tenemos que volver al reino helado.

— Vamos. BuGui, te invoco aquí.

La reluciente espada sin vaina apareció. Mo Ran subió a la espada junto a Shang QingHua y entre los dos sujetaron a Mobei-Jun, elevándose en el aire al poco tiempo. A pesar de que la urgencia era apremiante, Shang QingHua y Mo Ran pudieron tomarse un momento para sacar del incendio a las personas que se cruzaban en su camino. Por fortuna no eran muchas ya que la gran mayoría había sido auxiliada por quienes habían pasado antes así que nose entretuvieron demasiado. Mo Ran estuvo a punto de emprender la huida cuando una túnica blanca llamó su atención brincando entre los árboles que aún no estaban completamente carbonizados.

— ¡Shizun!— gritó acercándose en la espada—. ¡Aquí!

Chu WanNing, que llevaba a un niño inconsciente en brazos, levantó la cabeza y se la arregló para sujetar al infante con una mano mientras extendía la otra. Mo Ran bajó bruscamente y tomó su mano, sujetándolo contra su cuerpo en cuanto subió a la espada. 

— ¿Te encuentras bien?— preguntó susurrando al oído de su maestro.

Chu WanNing se aferró con fuerza a Mo Ran y asintió sin decir nada, manteniendo la vista en otro lado que no fuera el suelo, y el joven abandonó la incendiada secta RuFeng mientras los últimos secretos de NanGong Liu eran revelados por el fuego, descubriendo la conspiración que le había costado la vida a un líder de secta y había provocado la persecución de NanGong Si y Ye WangXi.

A Mo Ran no le importó nada más que salir de allí. Debía dejar a estas personas en un sitio seguro antes de dirigirse al reino helado del norte. De repente, Shang QingHua palmeó su hombro y susurró una dirección, Mo Ran asintió recordando el pueblo al que sus padres lo habían llevado y se dirigió hacia allá lo más rápido que pudo, dejando atrás finalmente el pandemonio ardiente que había sido una de las grandes sectas del mundo del cultivo.

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Los ojos de fénix de Chu WanNing recorrieron su alrededor apenas bajaron de la espada.

— ¿Dónde estamos?— preguntó.

— Esta es la ciudad YinYang— dijo Shang QingHua—. Ya entenderá después el porqué del nombre.

Chu WanNing abrió la boca para preguntar algo, pero uno de los aldeanos se acercó gritando:

— ¡Shang Daozhang! ¿Qué sucedió?

— Hubo un gran incendio y trajimos refugiados— dijo Shang QingHua aún cargando a Mobei-Jun—. Tendré que molestarlos un poco, mi cumbre asumirá los gastos.

— No es molestia, no es molestia.

Rápidamente los habitantes del pueblo se acercaron a ayudar mientras Shang QingHua arrastraba a Mobei-Jun, que seguía inconsciente. Mo Ran se disculpó apresuradamente con Chu WanNing y corrió hacia sus padres para ayudar, llevando al rey del hielo a la parte más fría del lugar para que pudiera reunir fuerzas. El sitio en cuestión era una laguna al fondo de una cueva protegida por una montaña de nieve compacta; Mo Ran y Shang QingHua dejaron a Mobei-Jun flotando en la laguna y solo entonces pudieron relajarse un poco.

Shang QingHua se llevó una mano a la frente con gesto de alivio, el cual se evaporó al ver a Mo Ran temblando. Creyendo que tenía frío se acercó a él rápidamente y lo abrazó, solo para notar sus mejillas húmedas y en ese instante su corazón se hundió al comprender.

Mo Ran no tenía frío, estaba llorando.

— A-Ran, mi niño— dijo Shang QingHua secando sus lágrimas—. Tu padre va a estar bien, ¿me oyes? Va a estar bien. Ven aquí.

El señor de cumbre acomodó a su hijo en su regazo y Mo Ran se echó a llorar. Ver a Mobei-Jun de ese modo le hizo recordar el momento en que Shang QingHua había caído de lo más alto en la mansión Chen, y el viejo miedo de volver a perder a un padre lo acometió con fuerza.

— No quiero que nada le pase— dijo el muchacho con voz ronca.

— No va a pasarle nada— lo consoló Shang QingHua—. Va a recuperarse pronto. No te preocupes.

Era solo que Mobei-Jun había perdido mucha energía al enfrentarse a una muy embarazada Song QiuTong para después tratar de paliar el daño del fuego de tribulación. Shang QingHua se aseguró de que esa pequeña mentirosa no hiciera nada más en su contra así que todo iba a estar bien… si ignoraba la obvia relación de una mujer embarazada usando la misma magia de hielo que su esposo. Eso sin duda no era bueno, no era nada bueno.

Pero no había razón para decirle esto a Mo Ran. Al menos, no ahora.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora