++ Cuarenta y uno ++

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— Está será la primera prueba desde que llegaron aquí.

La señorita Dieciocho se dedicó a explicar en qué consistiría la prueba: según la división en la que se encontraran, irían a un reino ilusorio donde podrían aplicar los conocimientos que habían obtenido en un entorno creado a partir de los recuerdos de quienes sobrevivieron a la invasión fantasma de cientos de años atrás. Mientras estuvieran allí no correrían peligro y volverían en cuanto la crisis fuera resuelta y podían participar dos personas a la vez.

 — Fuiste mi discípulo hace tiempo, así que si no pasas esta prueba no vuelvas a mostrarte ante mí— dijo Liu QingGe despidiéndose de Mo Ran, mientras se iba con Liu MingYan para su prueba.

— Pasaré esta prueba con los ojos cerrados— le aseguró Mo Ran con una sonrisa.

Cuando finalmente fue su turno, Mo Ran se encontró con Dieciocho, que era la encargada de la división de Ataque.

— Mo-xianjun, ¿irá con un compañero?— preguntó.

— Si elijo a alguien para que me acompañe, ¿esa persona estará exenta de hacer la prueba nuevamente?— inquirió Mo Ran.

— Por supuesto.

— Entonces llevaré a mi shidi. Me preocuparé si lo hace él solo.

Dieciocho guió a Mo Ran y Chu WanNing hacia una cueva negruzca cuya entrada estaba cubierta de niebla e indicó:

— La escena a la que llegarán data de doscientos años atrás, cuando la barrera fantasma se rompió por primera vez. Al no ser reparada a tiempo, miles de espíritus vengativos salieron y asesinaron a mucha gente. Maten al rey fantasma que lidera el ejército y la ilusión se disipará por sí sola. Recuerden que mientras estén allí no sufrirán daño, si alguna de las armas los hiere solo habrá un indicador espiritual y si este marca un punto vital la prueba se dará por fallida.

— Comprendo— dijo Mo Ran, tomando la mano de Chu WanNing.

Ambos entraron a la cueva, y la ciudad destrozada de Lin-An apareció frente a sus ojos.

— Xia-shidi, quédate cerca de mí.

Mo Ran se recordó a sí mismo que esto era una ilusión, pero aún así no pudo reprimir el escalofrío que recorrió su columna vertebral al ver el nivel de desolación que había en la ciudad. Todo esto era… terrible de ver… deseó poder ayudar en algo a pesar de que esto pertenecía a una escena sucedida 200 años atrás.

— ¡Papá!

Un joven lloraba a la sombra de un árbol, abrazando un cadáver destrozado por los demonios. Había varias personas a su alrededor montadas en caballo, todos tenían las cabezas gachas pero ninguno se acercó a ofrecer algún consuelo al joven. Mo Ran sintió el impulso de acercarse, pero Chu WanNing lo sujetó con fuerza y dijo:

— No es necesario. Ya ha pasado. Ya no puedes hacer nada.

Así pues, los dos observaron a cierta distancia el hecho hasta que uno de los hombres se fijó en ellos.

— Ustedes no son de por aquí, ¿cierto?— dijo.

— Nosotros venimos de la zona Shu— dijo Mo Ran.

— Eso está muy lejos. En estas fechas los fantasmas salen apenas cae la noche, ¿cómo pudieron sobrevivir?

— Yo sé pelear un poco.

Para desviar el tema, Mo Ran acercó a Chu WanNing y dijo:

— Este es mi hermano pequeño. Pasamos por aquí y decidimos parar para descansar un poco.

Los hombres se miraron entre sí al ver a Chu WanNing, susurrando y cuchicheando entre sí con algo de sorpresa. Sintiendo un repentino recelo, Mo Ran se situó frente a Chu WanNing y preguntó:

— ¿Pasa algo?

— No es nada— dijo el hombre—. Si quieres descansar, tendrás que ir a la ciudad, allí hemos resguardado a los sobrevivientes. Pero debes hacerlo rápido, los fantasmas salen por la noche para atrapar a quienes no alcanzaron a resguardarse de día, así como le pasó al padre de Xiao Man. Una tormenta le impidió regresar a tiempo…

Mo Ran volteó hacia Chu WanNing, quien se encogió de hombros y se asomó mirando al hombre, quien dijo señalando hacia un punto al oeste:

— Cuando llegues a la ciudad, busca dónde quedarte por algún tiempo. En uno días saldremos de aquí y nos dirigiremos todos a PuTuo. Chu-gongzi tuvo la idea, allá estaremos a salvo.

— Entiendo. Muchas gracias.

Mo Ran tomó a Chu WanNing y se despidió del grupo.

— ¿Crees que ese Chu-gongzi sea algún ancestro de Shizun?— preguntó Mo Ran con gesto pensativo.

Chu WanNing lo ignoró y en su lugar preguntó otra cosa:

— ¿Por qué crees que no lo lograron?

— ¿Cómo voy a saberlo? No soy un demonio de 200 años— dijo Mo Ran—. Shizun ha hablado de ello en las clases de historia, pero siempre dice que no se sabe cómo es que casi nadie pudo sobrevivir. 

"Entonces sí prestas atención a mis clases", pensó Chu WanNing, pero no lo dijo. Ambos siguieron caminando hasta llegar a una residencia y se detuvieron de golpe al ver el sitio protegido por una barrera ShangQing, del mismo tipo que solía crear Chu WanNing.

— Mira eso. Tal vez este Chu-gongzi sí sea el ancestro de Shizun.

Los dos fueron detenidos por unos guardias antes de entrar, quienes llevaban el registro de las personas que llegaban a refugiarse y Mo Ran decidió probar suerte: el joven se acercó y preguntó:

— Disculpe, ¿puedo preguntar por alguien?

— ¿Conoces a alguien aquí?— preguntó el guardia a su vez.

— No, no, pero nos dijeron que había un gongzi de apellido Chu que iba a llevar a las personas a otro sitio— dijo Mo Ran—. Yo sé algo de magia, así que pensé que podría ser de ayuda.

El guardia los miró de de arriba abajo y pensó que habría algo de verdad en sus palabras dado que había llegado hasta acá con un niño y ambos seguían de una pieza.

— Bueno, Chu-gongzi es el hijo del gobernador— dijo—. El gobernador fue asesinado hace un mes y él nos ha estado protegiendo desde entonces.

— Ya veo.

Mo Ran y Chu WanNing se miraron uno al otro, pensando lo mismo. Si bien los cultivadores errantes eran conocidos, no les había ido muy bien, por lo que consideraron la posibilidad de que la inexperiencia de este hombre había llevado a la ciudad a la ruina. Sin embargo, conforme recorrían el lugar se dieron cuenta de que no era así: la gente con la que se topaban tenía algunos talismanes consigo y varios otros estaban trabajando con la paja haciendo muñecos de apariencia humana. Y cuando vieron a Chu-gongzi su sorpresa fue mayor. Mo Ran observó al niño a su lado y al hombre frente a él mientras se acercaba para recibirlos con una expresión anonadada que se borró del rostro cuando el hombre llegó a su lado.

— Que tal, mi nombre es Chu Xun.

— Mucho gusto— dijo Mo Ran—. Mi hermano y yo vinimos desde Shu.

Chu Xun observó a Chu WanNing fijamente, y luego de unos minutos les entregó a ambos un talismán, explicando:

— Estos son talismanes que ocultan el alma de los vivos. Apagan el espíritu, por lo que podremos pasar entre los muertos sin que nos noten. Por favor, si no tienen otros planes quédense un par de días.

Chu Xun se despidió de ellos y siguió su camino. Mo Ran frunció el ceño y se sujetó el puente de la nariz con dos dedos, pensando, pero fue Chu WanNing quien habló primero.

— Ese era un buen plan. 

— Sí— coincidió Mo Ran—. Sin duda.

En dos días, Chu Xun dejaría los muñecos de paja para hacerlos pasar por la gente de la ciudad mientras ellos se alejaban entre los fantasmas usando los talismanes para protegerse. Realmente era un gran plan, y al ver a este Chu-gongzi se podía descartar que fuera inexperto.

Entonces… ¿Qué había salido mal?

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora