𝗦𝗔𝗠𝗨𝗘𝗟

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Me siento aburrida en uno de los sofás de terciopelo, se supone que sería una fiesta divertida, pero para mí ha sido todo lo contrario, no hay nadie con quien pueda...

—¿Qué haces aquí? —pregunta Samuel apareciendo de repente interrumpiendo mis pensamientos negativos.

—¿No es obvio? —inquiero con una sonrisa—. A estos lugares se viene a pasar un buen rato. Aunque por alguna razón está más aburrido de lo normal.

—¿Por qué lo dices? —se sienta en el borde del sofá y desliza un brazo por mi hombro.

—No es que sea egocéntrica o algo por el estilo —advierto para que no piense mal—. Pero normalmente cuando vengo a este lugar no pasa mucho tiempo para que se me acerquen algunos chicos.

—Para que necesitas a otros chicos si me tienes a mí.

—Porque hay ciertas cosas que no puedo hacer contigo —digo quitándole el cigarro que tiene en la mano.

—¿Quién dice que no puedes? —inquiere dándome un apretón en el hombro.

—No sé, sería raro que dos mejores amigos se acostaran —explico desviando mi mirada a su mano en mi hombro notando como gotea algo de sangre—. ¿Y eso?

—Estaba espantando algunas ratas —explica con tranquilidad.

—¡Hijo de puta! —exclamo empujando su brazo lejos de mí—. ¿Así que golpeaste a los chicos que querían acercarse a mí?

—¿Por qué piensas eso?

—Porque es lo que hacías cuando estaba en la secundaria —le recuerdo frunciendo el ceño.

—Tienes razón, supongo que no tengo que negarlo —rueda los ojos mientras desordena su cabello.

—¿Si me acuesto contigo dejarías de hacer eso? —pregunto irritada.

—No —responde cortante.

Me levanto frustrada y hace lo mismo, pero la diferencia es que yo lo hago con la intención de irme, claramente sé que no podré cuando me toma de la mano y comienza a caminar rápidamente conmigo siguiéndole el paso.

Finalmente se detiene frente a una puerta, apenas la abre me empuja dentro y cierra la puerta tras él. Miro fijamente el lugar, es obvio con que intenciones se rentan estás habitaciones en estos lugares.

Me siento en la cama mientras me cruzo de piernas.

—No pasará lo que crees Samuel —advierto notando su mirada.

—Oye... solo deja de verme como un amigo —pide y yo me niego de inmediato—. Al menos esta noche.

Me niego a mirarlo, me recuesto en la cama y de inmediato noto como el colchón se hunde a mi lado.

—¿Desde cuándo sientes eso? —pregunto mirando el techo, no tengo ni idea de que nombre ponerle a lo que siente por mí.

—Desde que te conocí aquella vez.

—Nos conocimos cuando yo tenía diez años y tu once —menciono haciéndole notar que es mucho tiempo.

—¿Y eso importa?

Me quedo en silencio, no sé qué decir en esta situación. Me giro para verlo, es guapo, loco y algo psicópata, pero sigue siendo mi amigo, solo eso.

—Déjame demostrarte lo que me haces sentir —comienza a desabotonar su camisa sintiendo mi mirada sobre él—. Y te aseguro que no desearás estar con nadie más el resto de tu vida.

Por supuesto mis ojos lo miran descaradamente cuando llega al último botón y lanza la camisa a un rincón de la habitación sin importarle nada.

Si soy sincera, jamás dejaré de verlo como amigo, mi corazón siempre ha pertenecido a otra persona que él nunca sabrá, porque podría volverse más loco si sabe quién es.

Pero tampoco negaré que es guapo, además es algo nuevo verlo casi desesperado. Y de todas formas, vine a divertirme y ya que espantó a todos los chicos, supongo que puedo hacer algo con él.

—Bueno... —digo tomándolo de la nuca acercándolo a mi rostro—. Supongo que si te he gustado por mucho tiempo has estado conteniéndote.

Samuel sonríe y asiente con la cabeza.

—Entonces esta noche... no te contengas.

𝗟𝗢𝗢𝗞𝗜𝗦𝗠┊𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora