𝗝𝗢𝗛𝗔𝗡

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Últimamente, vengo al parque todos los días para reunirme con alguien muy especial que conocí. Era lindo, amable y muy tierno, estaba decidida a quedarme con él.

Abro los brazos emocionada cuando lo veo corriendo hacia mí.

—Hola princeso, ¿Cómo estás? —acaricio al perrito que está entre mis brazos y lame mi mano—. Yo también te extrañé, ya hablé con mi padre, así que puedo llevarte a casa.

—¿Tú eres la ladrona de perros? —preguntan a mis espaldas.

—¿Ladrona? —repito molesta poniéndome de pie—. Esa es una palabra fuerte, solo quería llevármelo porque no sabía que tenía dueño... un dueño grosero.

—No soy grosero.

Lo analizo en silencio hasta que noto que no me quita la vista de mis nuevos zapatos, supongo que le impresionan, son de la nueva colaboración de DG con Nike.

—¿Tienes fetiches con los pies? —inquiero sacándolo de su trance y me mira molesto.

—Quítatelos —ordena—. Esos zapatos se ven caros.

—El ladrón de zapatos de Gangbuk —susurro divertida. —Lo siento, estos zapatos me los dio alguien importante.

Me observa molesto, pero lo ignoro para estirarme un poco, seguramente tendría que pelear con él para que no se llevara mis zapatos.

—Pero si tanto los quieres, quítamelos —sugiero haciendo tronar mis nudillos.

—Debiste entregármelos de buena manera —se burla acercándose.

—Déjame hacerte una pregunta...

Cuando se acerca utilizo una patada frontal de taekwondo para empujarlo lejos de mí.

—¿Taekwondo? —susurra para sí mismo en un estado de confusión.

—Oye... —sonrió algo perversa—. ¿Tienes 500 won?

Se pone de pie algo frenético y me lanza un puñetazo, sigo la dirección de su mano y me inclino un poco para recibirlo en mi frente.

Como recibir un golpe sin dolor.

Me mira sorprendido y aprovecho eso para seguir con mis ataques.

Patada de pantorrilla.

Gancho hacia arriba

Tacleo de doble pierna.

Se pone de pie sorprendido, por lo que decido acabar con él.

Patada giratoria hacia atrás.

—Esas técnicas si sirven —susurro para mí misma emocionada cuando lo veo en el suelo, apenada palmeo su espalda. —Recuperarás el aire en unos minutos.

Escucho los quejidos de Princeso y me siento mal.

—Lo siento Princeso —acaricio al cachorro con pena—. Tú dueño es un idiota.

Lo dejo tirado en el suelo y salgo a la calle con naturalidad para irme a casa.

Camino tranquilamente hasta que en un callejón me toman del cuello de mi sudadera.

—Perra, ¿pensaste que habíamos terminado?

—¿Me dijiste perra? —pregunto molesta dándole un arañazo en el cuello para que me suelte.

—¿Te molesta que te diga perra? —dice tocándose la herida del cuello—. Eres salvaje.

—¿En serio? —pongo cara de ofendida—. ¿Y qué harás al respecto?

𝗟𝗢𝗢𝗞𝗜𝗦𝗠┊𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora