𝗩𝗔𝗦𝗖𝗢

5.8K 685 44
                                        



Cuando Vasco me confesó que tenía planeada una cita para nosotros, me conmovió mucho.

Pero jamás pensé que me terminaría llevando a un bosque bastante lejos de la civilización.

—¿Estás seguro de que no estamos perdidos? —pregunto mientras camino por el bosque desconfiada.

—Conozco el lugar como la palma de mi mano —me asegura Vasco.

—Entonces estamos bien —digo fingiendo una sonrisa, cuando Vasco vuelve la vista al frente pongo cara de preocupada.

Caminamos por alrededor de una hora más y según Vasco vamos por buen camino, pero en un momento del trayecto parece perderse porque voltea a observarme apenado.

—Creo que era por el otro lado —dice inseguro.

Palmeo su espalda para tranquilizarlo.

—Lo siento —murmura mirando alrededor tratando de buscar un camino.

—No te preocupes Vasco —trato de animarlo mientras busco mi teléfono—. Nos guiaremos con mi... GPS.

—¿Funcionará? —pregunta emocionado.

—Claro que si —sonrió confiada señalando el camino opuesto—. Vamos hacia allá.

Avanzo decidida hasta que choco con algo duro, en un inicio pienso que es un árbol, pero luego de tocarlo es algo duro y peludo, me separo asustada y alzo la mirada encontrándome con un gran oso.

—¡Vasco vamos a morir! —grito corriendo hacia él mientras me cuelgo de su espalda.

Sin embargo, Vasco no se mueve, se queda de pie y hace una reverencia aún conmigo en su espalda.

—Maestro —saluda de manera formal.

—¿Ma-maestro? —repito temblando de miedo.

Me bajo de la espalda de Vasco, pero me quedo detrás de él para sentirme más segura.

—¿Vasco esto seguro?

—Lo es —responde decidido.

—Es un oso... puede matarnos en un instante.

—Es mi maestro —explica con orgullo—. Quería presentártelo.

Preocupada cierro los ojos tratando de pensar que tal vez me estoy imaginando esta situación tan extraña, pero al abrir los ojos tres osos pequeños me rodean y comienzan a olfatearme.

—¿Po-por qué me rodean? —pregunto tratando de no moverme.

—Quieren conocerte —aclara Vasco con una sonrisa tranquila.

—No me harán nada, ¿verdad?

Me quedo inmóvil por unos minutos, pero después me calmo al ver que no tienen intenciones asesinas.

—Son como unos perritos grandes —murmuro después de un momento—. De hecho, son tiernos.

—Quiero que conozcas a mi maestro —pide Vasco tirando de mi mano.

—De momento prefiero conocer a sus hijos —bromeo, aunque lo decía de verdad, prefería compartir con los cachorros que con el oso adulto

—No tengas miedo.

—No tengo miedo —le aseguro con una falsa sonrisa.

—Yo estoy contigo.

Sus palabras logran calmarme un poco, además por la forma en que lo dijo no puedo negarme.

—Está bien —acepto finalmente.

Tomo valor suficiente como para ubicarme delante del animal.

—¿Ahora qué hago? —susurro mirando de reojo a Vasco.

El oso lanza un rugido que me deja con el cabello peinado hacia atrás. Y me ignora para pasar por mi lado y caminar hacia un pequeño río.

—Ahora vamos a comer —avisa Vasco.

—¿Comer?

La respuesta a mi pregunta llega cuando el oso me lanza al rostro un pescado que aún está vivo.

Asqueada veo como el pescado se desliza por mi rostro hasta caer en mis manos.

—Sabes... en realidad no tengo tanta hambre —miento mientras les entrego mi pescado a los osos cachorros.

—Eres muy bondadosa al darles tu alimento —halaga Vasco enternecido.

—Si... —digo sintiéndome mal por mentirle.

Me quedo en silencio sintiéndome peor a cada segundo.

—No Vasco, no soy bondadosa —admito mirándolo cohibida—. En realidad, no quería comer.

—Para mí sigues siendo bondadosa —menciona sin dejar de comer—. El que admitas que mentiste demuestra que estoy en lo correcto.

—Vasco —suspiro como una hormonal—. No quiero enamorarme más de ti, pero si dices cosas así, no puedo evitarlo.

Lo veo sonrojarse por mis palabras, y para no incomodarlo juego con los osos esperando que vuelva a su estado normal.

—¿Qué haremos ahora?

—Daremos un paseo —contesta Vasco emocionándome.

—Adiós pequeñitos —me despido de los ositos dándole leves caricias.

—No te despidas —Vasco sonríe amablemente—. Mi maestro nos llevará.

—¿Nos llevará?

No sé cómo diablos pasó, pero Vasco y yo terminamos en la espalda del oso dirigiéndonos a la salida del bosque mientras los cachorros nos siguen.

—Esto es... ¡Divertido! —grito riéndome.

—¿Te gustó nuestra cita?

—Sí Vasco —asiento con la cabeza emocionada—. Me encantó.

No es la cita que esperaba, pero de igual forma, terminó superando mis expectativas.

𝗟𝗢𝗢𝗞𝗜𝗦𝗠┊𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora