𝗦𝗔𝗠𝗨𝗘𝗟

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—Por ahora estaré ocupado —me avisa Eugene mientras camino a su lado.

Lo observo de reojo, nunca me acostumbro a verlo con otra ropa que no sea su uniforme, pero su ropa deportiva le queda bastante bien.

—Está bien, me haré cargo si sucede algo —murmuro fingiendo distraerme en el teléfono.

—Bien, sabes que confío en ti.

—Suerte en el partido de tennis —digo con una sonrisa.

Cuando se va suelto un suspiro de niña enamorada, Eugene me vuelve loca.

—¿Siempre eres tan estúpida?

Me giro para ver al dueño de esa maldita voz.

—¿A qué te refieres? —pregunto molesta mirando a Samuel.

—¿Por qué sigues detrás de alguien que no te quiere? —inquiere con un cigarrillo mientras se acerca.

—Porque ese es mi problema, no el tuyo.

—Tus respuestas no dejan de sorprenderme —se burla con una sonrisa arrogante.

—Entonces no me hagas preguntas.

—No entiendo que le ves —hace una mueca con algo de asco—. Ni siquiera está a tu altura... literalmente.

—Mejor deja de meterte en asuntos que no son tuyos.

—Solo quiero darte un consejo —dice colocando su mano en mi hombro—. No es bueno estar detrás de alguien que no te quiere.

—Entonces toma tu propio consejo y aplícatelo.

—¿Qué?

—No soy idiota —le recuerdo golpeándole el pecho y de paso aparto su mano—. Sé cómo me miras y sé que debes suponer que en algún momento caeré ante ti —su sonrisa confirma mis sospechas. —¿Pero adivina qué? Eso jamás pasará.

—¿Por qué estás tan segura?

—Primero nunca me has gustado, en el primer instante que te vi no me agradaste y segundo... ya sabes que amo a otra persona —explico con calma—. Creo que siempre deseas lo que no puedes tener.

Parece que mis palabras lo afectan cuando me toma del brazo y me deja contra la pared.

—No hay nada que no pueda tener.

—Escúchame bien imbécil sin cerebro —lo insulto ya bastante irritada—. No quiero nada contigo ni ahora, ni nunca.

Parece ignorar mis palabras cuando se inclina con intenciones de besarme, lamentablemente levanto mi pierna golpeando mi rodilla en su entrepierna.

—¡Oops! Perdón... —me lamento con falsa pena, sonrío cuando lo veo en el suelo sujetándose sus partes. —¿Te sientes mal?

—Eres una... maldita —se queda en silencio mirándome con algo de fascinación, definitivamente está loco.

Dejo de prestarle atención cuando siento pasos a mis espaldas, me giro para ver al chico que me vuelve loca.

—¿Qué sucede? —cuestiona Eugene alternando la mirada entre Samuel y yo.

—Nada Eugene —miento con una sonrisa—. Samuel se siente mal, así que le recomendaba ir con un médico.

Eugene se enfoca en Samuel que ya está de pie como si nada y luego me observa con los ojos entrecerrados.

—Sabes... quiero ir a ver el partido de tennis —lo tomo del brazo con cuidado tratando de hacerlo caminar en dirección opuesta—. Sé que eres un gran jugador, pero nunca he podido verte en acción.

—No es mala idea tener una espectadora —menciona ajustándose las gafas—. Aunque prefiero que la próxima vez digas la verdad —me susurra en el oído.

—La única verdad es que muero por animarte en el juego —comento emocionada y me sonríe levemente.

—Bien, dejemos que Samuel vaya con un médico —le hace un gesto con la mano indicándole que se marche—. Y nosotros vamos a lo nuestro.

Mientras avanzamos no puedo evitar mirar al desgraciado y dedicarle una sonrisa cínica, como respuesta rueda los ojos y señala a Eugene para luego bajar la mano hasta bien abajo burlándose de su estatura.

𝗟𝗢𝗢𝗞𝗜𝗦𝗠┊𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora