𝗧𝗔𝗘𝗛𝗢𝗢𝗡

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Taehoon practica a mi lado siendo totalmente ignorado por mí, por supuesto eso no le gusta, así que comienza a practicar patadas que ni siquiera sabía que existían.

Realmente no le puedo prestar atención porque no puedo dejar de pensar en lo que me enteré esta mañana.

Grito de dolor cuando me patea en la pierna izquierda provocando que caiga hincada en el piso.

—¿Qué te pasa? —grito molesta sobándome la pierna.

—¿Qué te pasa a ti? —se acerca algo preocupado—. Normalmente las esquivas.

—No puedes llegar y lanzar patadas —le reclamo.

—¡Es tu culpa, no mía! —exclama frunciendo el ceño. —No debiste distraerte.

—Estoy distraída... por algunos problemas.

—Dímelos —dice algo curioso.

—No creo que te importen —susurro indecisa.

—Solo dímelo.

—Es que me enteré de que... a Munseong le gusta Bomi —confieso decaída sintiendo como algunas lágrimas se me escapan.

—¿Y por qué eso es un problema?

Parece confundido hasta que después de un minuto todo parece tener conexión en su cabeza.

—¿Te gusta Munseong? —pregunta con la mirada en el suelo. —Pero como puedes...

Por el tono de voz siento que se compadecerá de mí y me consolará.

—¡Pero como puedes ser tan tonta! ¡Pensé que te había pasado algo grave! ¡Pero solo lloras por un chico que ni siquiera te quiere!

—¡Imbécil no puedes ser más amable!

—¡Como te fijaste en alguien como él! —reclama sacudiéndome por los hombros.

—¡No lo sé! —grito molesta—. ¡Solo sentí que lo quería y ya!

—No tiene caso seguir practicando, no estás concentrada.

Se aleja y por su expresión parece estar analizando lo que acaba de pasar, normalmente nosotros nunca discutimos.

—Me iré a casa —anuncio masajeando la zona golpeada.

—Yo también me iré.

Se pone de pie para alejarse rápidamente.

—¡Imbécil ayúdame! —grito desde el suelo notando como me deja—. No siento la pierna.

Resopla antes de devolverse para ayudarme a ponerme de pie. Me carga en su espalda hasta la salida mientras comenta que soy muy pesada para él.

—Ahora ve a casa —dice dejándome de golpe en el suelo.

—Debes ir a dejarme —exijo notando que me observa con el ceño fruncido.

—¿Por qué lo haría?

—Porque vine desde casa caminando y tu golpeaste mi pierna y ahora no camino bien —argumento provocando que frunza más el ceño—. En conclusión, todo es tu culpa.

—Bien —acepta finalmente—. Iré por mi vehículo.

Lo espero pacientemente pensando que aparecerá en la furgoneta de su padre o tal vez llamará un taxi. Pero me decepciono totalmente cuando lo veo aparecer en su bicicleta.

—¡Piensas llevarme en eso!

—Solo súbete.

—Me quedaran marcas en las piernas —señalo mirándolo aterrada.

Furioso tira la bicicleta al piso y se va.

—¿Me va a dejar aquí? —inquiero asustada mirando alrededor—. Idiota —me quejo mientras comienzo a cojear para llegar rápido a mi casa.

—¿Qué haces?

Me volteo para ver a Taehoon que me mira confundido, pero me percato de que tiene una almohada en las manos.

—¿Pensaste que te dejaría aquí sola? —inquiere ofendido.

—Claro que no —miento.

—No te dejaría sola, a mi si me importas, a diferencia de Munseong —menciona provocando que quiera golpearlo.

Se sube en su bicicleta y acomoda la almohada en la parte delantera de ella para que me suba.

—Espero que la princesa esté a gusto con esto.

—Lo estoy —murmuro haciendo una reverencia como si fuera una verdadera princesa.

—Ya súbete —pide en un tono irritado.



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Cuando me deja en la puerta de mi casa estoy por despedirme, pero siento que debo hablar con él.

—Gracias Taehoon —murmuro con una sonrisa.

—Munseong te hace llorar y yo te hago sonreír —se cruza de brazos algo engreído—. Esa es la diferencia entre él y yo.

—Oye no intentes nada —advierto conociendo sus intenciones.

Taehoon me mira sorprendido porque lo descubrí.

—Solo quería hablar con él —dice encogiéndose de hombros—. Y tal vez darle algunas patadas.

—No tienes que hacer eso, sé que no te agrada, pero es un buen chico —digo algo preocupada.

—No puede ser un buen chico si te hace llorar.

—Yo lloré porque quise, él no tiene nada que ver —alego provocando que ruede los ojos frustrado.

—No haré nada.

—Tú también eres un buen chico —comento provocando que gire el rostro.

—También podría ser un buen novio —balbucea.

—¿Qué dijiste? —pregunto confundida al no entender su balbuceo.

—Nada, dije que ya es hora de que entres a casa.

Abre la puerta de mi casa como si fuera la suya y me empuja al interior.

—Ahora ve a dormir y no llores por ningún imbécil.

—Y tu ve directo a casa —le indico alzando mi dedo índice—. Y no vayas tan rápido en esa cosa.

Rueda los ojos por mis advertencias y se despide.

—Idiota —cierro la puerta con una pequeña sonrisa—. Si escuché lo que dijiste.

𝗟𝗢𝗢𝗞𝗜𝗦𝗠┊𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora