𝗘𝗨𝗚𝗘𝗡𝗘

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Yandere


La celda traqueteó cuando los guardias te arrojaron de vuelta, mientras buscabas desesperadamente el aire que te sacaron de los pulmones.

Te abrazaste y sonreíste cuando ese hombre misterioso apareció de nuevo. Justo en frente de ti.

—¿Te divertiste?

—Diablos, sí, mierda, esto duele mucho. Eugene ya dame mis pastillas.

—Pensé que te gustaba el dolor —mencionó con burla—. ¿No es por eso que la renombrada asesina se vendió a los Workers?

—¡Cállate!

Te arrojó un recipiente negro con diminutas tabletas, sin pensarlo te tragaste cinco.

—No te los comas todas a la vez —advirtió con disgusto.

—Uh, ¿soy yo o está un poco borroso aquí?

—Entonces las pastillas están haciendo efecto muy bien —felicitó emocionado—. Descansa bien.

—Hey dijiste que no hay secuelas. Eugene tú...

El lugar giró cuando tu visión se desvaneció, y con un ruido sordo golpeaste el suelo. Se podía distinguir ligeramente una sombra, un brazo asomando entre los barrotes. Entonces una cálida mano acarició tu mejilla y levantó tu barbilla hacia él.

Eugene sonrió cálidamente. —Qué cosa tan bonita, para un psicópata. Si no fueras tan masoquista y tuvieras más cerebro, podrías haber llegado lejos. Sin embargo, está bien, te mantendré aquí para siempre.

—Maldito... —murmuraste con dificultad.

—Sé lo que estás planeando. No me subestimes, princesa, siempre puedo localizarte. Recuerda, soy el único que está dispuesto a amarte incluso en este estado.

Sus amenazas no fueron escuchadas mientras tu cerebro se apagaba, la única sensación que quedaba era la mano caliente que se retiraba de tu cara, dejándote con ganas de más.



•✦───────────•✧



Un sudor frío bajaba por tu frente hasta el cuello, las pesadillas han estado reapareciendo últimamente.

Inhalaste y exhalaste tratando de recomponerte, después de esa horrible experiencia comenzaste a tener ataques de ansiedad, lo que te impide continuar con tu antigua carrera.

Fue hace casi dos años, pero no has sentido mucha adrenalina después de escapar de ese infierno.

Te pusiste bastante estable este año, conseguiste un apartamento pequeño. Sin mencionar el trabajo fácil que tienes ahora como camarera.

Y aún cuando estás en el trabajo no puedes olvidar las pesadillas.

—¡Es tu turno! —gritó tu amigo desde afuera.

—¡S-sí, espera!

Te levantaste y agarraste tu delantal, corriendo hacia el mostrador.

—Hola, ¿qué puedo ofrecerte?

El hombre te miró desde arriba. Tiene que medir al menos dos metros de altura, con un uniforme bastante formal. Además de unos llamativos tatuajes que sobresalían del cuello de su camisa.

El uniforme te resultaba terriblemente familiar, aunque no podías recordar exactamente de dónde era.

—Tráeme un café amargo.

Asentiste y le indicaste la sala de espera. Se te puso la piel de gallina cuando sentiste un par de ojos desde lejos, inmediatamente te volviste hacia ese hombre, pero solo estaba revisando su teléfono.

Te estremeciste por la sensación.

Eugene miró fijamente, esos ojos enamorados podrían engañar a cualquiera, pero no tienen buenas intenciones.

—¿Esa es la chica que estabas empeñado en recuperar? —cuestionó Samuel, sabía que se suponía que no debía entrometerse en esto, pero parecías una chica tan común que se sorprendió.

—Es ella —Eugene no te apartó la mirada, su atención se centró en tu rostro fruncido, que todavía intentaba encontrarlo. —La extrañé tanto que pensé que estaba loco.

𝗟𝗢𝗢𝗞𝗜𝗦𝗠┊𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora