6 de Diciembre de 1944
Luego de bajar de la colina, me dirigí hacia la casa de Malia. Algunas gotas aún seguían cayendo, por lo que iba a paso rápido.
En parte, esperaba que la chica con la que Malia estaba no estuviera en su casa, ya que si se diera lo contrario, sería más incómodo.
De todas formas, no tenía idea de que le diría a Malia. Lo único que tenía en la cabeza era una pregunta: "¿por qué no me contaste?"
Y es que no lo entendía. Quizás había actuado mal al verla besándose con otra mujer, pero me había agarrado desprevenida. Si ella me hubiera hablado tal como yo le hablé cuando le conté lo de Stiles, estoy segura de que hubiera sido diferente.
Pero no. Ella hizo lo que en definitiva es la cosa que más odio que me hagan. Ella me ocultó algo que era importante para ella, y se suponía que éramos mejores amigas, se suponía que nos contábamos todo, yo le contaba todo y el hecho de que algo como esto me lo haya guardado me dolía.
Cuando llegue frente a su puerta mi pecho empezó a doler de repente, como si supiera que mi amistad con Malia estaba en mis manos dependiente de lo que diga o dependiente de lo que ella responda. Aún así toqué a la puerta.
No tardé en escuchar los pasos que provenían detrás de la puerta. Tragué saliva, apretando mis labios. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa.
Cuando abrió la puerta, me miró sorprendida, hasta ilusionada.
- Lydia, Dios, es bueno verte... -antes de que ella pudiera seguir, la interrumpí.
- ¿Por qué? -le pregunté, cruzada de brazos, sintiendo aquel dolor espantoso en el pecho- ¿Por qué no me dijiste?
Mi mejor amiga apretó los labios, llevándose las manos hasta su rostro. Parecía frustrada, y arrepentida, como si de verdad se hubiera equivocado.
- Somos mejores amigas, Malia, ¿por qué no me contaste? -exigí saber.
Malia suspiró, y se dejó caer en el sillón. Se tapó el rostro con sus manos.
- Tenía miedo de que te asustaras... -admitió, dejando sus manos finalmente sobre el tapizado del sillón- Y quizás estaba en lo cierto en tener miedo, ya que saliste corriendo...
- Oh, no. Ni pienses en hacerte la víctima -hablé de una forma tan fría y tan firme que a las dos nos sorprendió- ¡Te hubiera entendido, Mal! ¡Tú sabes el riesgo que tomo día a día, subiendo hasta una colina, sólo porque estoy enamorada! ¡Te hubiera entendido perfectamente!
- ¡Pero es una chica, Lyds, no un chico! -exclamó ella, apretando sus labios. Siendo sincera, nunca la había visto tan afectada- ¡Estoy enamorada de una mujer! ¡Me gustan las chicas, Lydia! ¡Sería lógico que te asustaras!
Negué de un lado a otro y esta vez fui yo la que presiono sus labios, apretándolos con fuerza sintiendo como algo se debilitaba en mi. Nunca me gustó gritar y mucho menos pelear, por lo que empecé a respirar con fuerza intentando calmarme.
- ¡A la mierda todo eso, Malia! -grité y vi como ella abría los ojos de nuevo sorprendida-. ¡A la mierda el hecho de que te gusten las chicas! ¡A la mierda el hecho de que este enamorada de un judío! No me importa... No me importa en lo absoluto, pero tú... Tú eres mi mejor amiga, y nunca me lo dijiste.
Ella llevó sus manos a su cara, pasándola con fuerza, de arriba hacia abajo.
- Estaba asustada.
- ¿Asustada de mi? -inquirí acercándome a ella-. Malia, ¿que acaso no confías en mi?, ¿que es? Nunca, jamás te he dado razones para que tengas que esconderme cosas.
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Love on a Hill || Stydia
RomanceLas esperanzas de vida de Lydia son pobres. Las de Stiles también lo son. A pesar de que compartan aquello, sus vidas son totalmente diferentes. Cuando sus caminos se crucen, se darán cuenta de que eran exactamente lo que necesitaban para ser feli...