Capítulo 83

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Punto de vista: Malia.

8 de Enero de 1945

Al día siguiente estaba, frente a la puerta de la antigua casa de Lydia. Era mucho más pequeña que la nueva y considerando que ahora sólo viven sus padres allí, era lo que acostumbraba.

Luego de que hubiéramos discutido con Lydia y entre Stiles y yo la lográramos convencer de aceptar que hablara con su madre, ahora me encontraba frente a la puerta de la casa de esta.

Apreté los labios y di un suspiro, llevé mis manos al frente mío para frotarlas antes de apoyar el nudillo en la madera de la puerta de la casa.

La madre de Lydia siempre había tenido un poco de rechazo hacía mi. Siempre decía que desarmaba los pensamientos de Lydia, que la llevaba por el mal camino, que era una pésima influencia. En otros caso esto me hubiera afectado, pero Lydia siempre se mantuvo al tanto, negándole siquiera tratarme mal cuando ella estuviera presente. Lydia siempre me hizo sentir segura de nuestra amistad y me atrevo a decir que me hizo sentir segura de mi misma en su momento, por eso es porque la opinión de sus padres o de Jackson nunca nos afectaron en lo absoluto.

Cerré los ojos una última vez antes de finalmente tocar, olvidándome de mis miedos.

La puerta se abrió, revelándome a la madre de mi mejor amiga. Su primera reacción fue mostrarse totalmente sorprendida, pero luego cambió abruptamente dejándome ver una expresión algo molesta y llena de superioridad.

- Malia -dijo mi nombre como si el hecho de tan sólo hacerlo le hubiera raspado la garganta.

- Señora Martin -traté de sonar amable, y más cuando iba a hablar sobre una situación realmente seria-. Siento las molestias, como claro se puede ver... -cuando mi boca habló por si sola maldije internamente. Sin embargo, no iba a disculparme por ser sincera.

Natalie Martin se me quedó mirando con desinterés, como si no pudiera ver la hora en la que yo me vaya ya de allí. Tomé un suspiro lleno de coraje y valor.

- Vengo a hablar sobre Lydia -solté finalmente, para dar encaminarme al verdadero tema de conversación y la razón por la que estoy allí-. Ella no está bien.

Me miró como si le estuviera haciendo una broma. Aquella simple expresión provocó que apriete la mandíbula.

- Mi hija está bien, ¿te piensas que no la conozco? -apuntó- Creo que la única que aquí está mal eres tú.

Me tragué todos los insultos que podría haber soltado. No estaba allí para faltarle el respeto a nadie, aunque sí que me moría de ganas.

Bajé la mirada y puse un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

- ¿Podría entrar y así poder conversar mejor acerca lo que le vengo a decir...? -traté de decir pero ella hizo una expresión de cansancio.

- No tengo tiempo, cariño... Sea lo que sea, puedes decirlo aquí -dejo extender sobre su rostro otra sonrisa de suporioridad. Mordí mi mejilla por el interior de mi boca, tragándome las palabras que moría por decir -. No creo que algo de bastante irrelevancia salga de tus labios, tampoco. Pero aún así estoy escuchando.

- Esto es serio. Es acerca de su hija -hablé firmemente. Pude sentir cómo hasta se sorprendía de mi tono de voz-. Si se preocupa de ella, debería escucharme.

Ella cerró los ojos en otra expresión de cansancio.

- Estoy haciéndolo. Pero, claro. Si quieres entrar... -se hizo a un lado haciendo espacio para que yo entre-. Entra.

Love on a Hill || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora