28 de Diciembre de 1944
Lo primero que vi al abrir los ojos fue el rostro de mi mejor amigo, con una mueca y el ceño fruncido. Me fijé la hora que era, y me di cuenta que ya eran más de las diez de la mañana. A pesar de que había dormido como diez horas, tenía notables ojeras.
El dolor seguía aún en mi pecho, y parecía no querer irse. Podía todavía sentir el sonido de la risa de Allison y la imagen de cómo se veía cuando sonreía, y un miedo me inundó al pensar que aquello quizás un día desaparezca de mis recuerdos.
Deshice el agarre de mi mano y la de Scott, para llevar la mía al rostro de este último. Acaricié con cuidado su pómulo. Él frunció el ceño y alejé mi mano lentamente.
Sus ojos se fueron abriendo lentamente. Su mirada rota se encontró con la mía, mostrándome unos ojos inyectados de sangre, y signos de cansancio.
— ¿Puedes hacerme un favor? —me dijo con voz ronca, sin dejarme de mirar a los ojos.
— Lo que necesites —le contesté, sin poder de dejar aquel aire de preocupación.
— Dime que ha sido todo una pesadilla. Dime que estás a mi lado sólo porque te quedaste dormida aquí. Dime que Allison está en el hospital, esperando a que nazca mi hijo. Dime que todo lo que yo creo que pasó ha sido una mentira.
Apreté los labios, sin decir una sola palabra. Sobre que aquella situación me dolía, verlo a Scott de esa manera sólo empeoraba las cosas.
— Olvídalo —susurró rendido—. De todas formas, me daría cuenta que me estás mintiendo.
Lo único que me limité a hacer fue mirarlo con dolor, casi transmitiéndole que lo único que yo podía ofrecerle en aquel momento era consuelo. Scott suspiró. Le di una sonrisa, que en realidad salió como una mueca, me levanté lentamente de la cama de Scott. Él me miró desde abajo, aún con los ojos cansados y la mirada perdida.
— Voy a prepararte el desayuno, ¿si? —le dije poniéndome los zapatos. Él no respondió así que me giré a él, quedando cerca de nuevo—. Vas a estar bien, lo prometo.
Acerqué mis labios a su frente, para luego levantarme y dirigirme a la puerta.
— Lydia —me llamó haciendo que parara sobre la puerta y me girara—. Yo... ¿Puedo ayudarte? No me quiero quedar sólo.
Le sonreí esta vez, logrando que saliera una sonrisa verdadera.
— Por supuesto.
Tomé a Scott de la muñeca y lo guié hasta su cocina. Le di un par de indicaciones para que preparara el té, mientras yo buscaba algunas galletas o algo para comer en la alacena.
Llevamos las tazas hasta la mesa, donde nos sentamos uno enfrente del otro. Scott tenía la mirada perdida en su taza, y jugaba con la cuchara, revolviendo su café. Estiré una mano para tomar la suya. Él levantó la vista para encontrarse con mi mirada.
— Debe ser difícil, Scott —susurré, apenada—. Si es difícil para mí, no me imagino lo que es para ti. Pero escúchame bien, ¿sí? El dolor estará, la marca que Allison te dejó siempre estará, no podrás borrarla. Pero lo que si depende de ti es el sufrimiento: puedes elegir seguir adelante, o puedes elegir sufrir y quedarte estancado siempre en la misma página.
Scott apretaba los labios, y me escuchaba prestando toda su atención.
— La vida sigue. Y si de algo estoy segura, es que uno se enamora más de una sola vez —le regalé una media sonrisa, mientras acariciaba su mano.
Scott apretó los labios y me miró a los ojos, mis palabras debieron haberle llegado, porque de un momento a otro dejó escapar una media sonrisa.

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Love on a Hill || Stydia
RomanceLas esperanzas de vida de Lydia son pobres. Las de Stiles también lo son. A pesar de que compartan aquello, sus vidas son totalmente diferentes. Cuando sus caminos se crucen, se darán cuenta de que eran exactamente lo que necesitaban para ser feli...