Epílogo

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8 de Diciembre de 1946

Movía al bebe en mis brazos en un intento desesperada de que se callara. Lo meneaba de un lado a otro tratando de que lograra calmarse. Llevaba más de media hora llorando y no parecía tener ganas de calmarse.

A lo largo de este tiempo había tenido varios momentos de desesperación en donde el bebe lloraba sin parar y me sacaba los nervios de la cabeza, al final lograba calmarlo ya sea con la comida, mudándolo, dándole su peluche favorito o llevándolo a la cama. Pero ahora había intentado todo y nada parecía funcionar.

- Vamos, Liam... Calma... -susurré moviendo su cuerpo en una vuelta mientras me giraba sobre mis talones-. Calma...

Ya había pasado un año y un par de meses desde que salimos de Alemania. Liam ya había nacido y justo hoy cumplía años. Me preguntaba si quizá el hecho de que esta creciendo sea consecuencia de su intranquilidad.

Stiles y yo habíamos empezado de a poco, en realidad nos pudimos sostener gracias al sobre que Scott nos dio, que nos permitió comprar una casa. Luego este empezó a trabajar, primero vendiendo sus dibujos (en lo cuál tenía suficiente dinero para alimentarnos), y luego de unos meses había logrado conseguir un empleo que él consideraba 'real'.

El director de cierta escuela de arte había visto el talento de Stiles vendiendo dibujos y entre un cambio de palabras finalmente se dio que mi esposo estaba trabajando de profesor de artes en la escuela que esta al centro de la ciudad. Le quitaba toda la mañana, pero al menos ganaba más dinero.

Y obviamente, seguía dibujando. Su inspiración ahora era Liam. Había una habitación repleta de los dibujos que había hecho sobre nuestro niño. Ya había superado la cantidad que había hecho él sobre mí.

Escuché el sonido de la puerta abriéndose, y tras ella vi a Stiles aparecer, con rostro cansado. Se quitó la bufanda y luego la campera, y enseguida vino corriendo hacia mí. Mas bien, hacia Liam.

Aún con este llorando, tomó el niño en sus brazos. Me dio un rápido beso en los labios, casi sin dejarme poder disfrutarlo, antes de tenerlo. En cuanto Liam estuvo en los brazos de su padre, recibiendo una gran sonrisa y un "feliz primer año" extremadamente feliz, dejó de llorar.

- ¡No es justo! -exclamé, a punto de hacer un berrinche- ¡Estoy hace media hora intentando calmarlo! ¡Intenté de todo! ¡Le di leche, le di comida, lo hice dormir, le cambia dos veces un pañal que estaba literalmente limpio, y hasta le canté! ¿Cómo puede ser que tú llegues, le regales una sonrisa, y ya se sienta mejor?

- Bueno, solía causarte el mismo efecto cuando nos conocimos -apuntó, con una sonrisa divertida. Lo fulminé con la mirada y rodé los ojos.

Luego de llegar aquí, Stiles se volvió más... feliz. Se podía notar desde lejos. Era realmente un hombre feliz. Vivía del trabajo de sus sueños y también tenía una familia que lo amaba tal como él ama. Además, había cambiado físicamente. Incluso podría notarse unos pocos músculos en sus brazos. Su rostro lucía mayor, sobre todo gracias al cabello apenas largo y la barba sin afeitar desde hace dos semanas.

¿Yo? Bueno, seguía siendo la misma Lydia de siempre, solamente que más cansada y con más ganas de dormir todo el tiempo. Y más que nada, mucho más feliz, aunque más realista que optimista.

- Vamos, bombón -comentó Stiles, sin dejarle de sonreír al niño-. Estoy seguro de que ayudaste. ¿No es así, Liam?

El niño soltó una tierna risa que solo me generó aún más resentimiento. ¡Yo tenía que quedarme toda la mañana cuidándolo solamente para que el padre llegue y el niño sea todo sonrisas con él!

Love on a Hill || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora