1 de Enero de 1945
Apreté los labios, mientras las lágrimas caían por mis mejillas. Odiaba los funerales, y en parte me dolía más que tuviera que ser el de Allison a tan temprana edad. Malia estaba a mi lado, y veía cómo ella batallaba para no llorar. Apoyé mi cabeza sobre su hombro, y ella apoyó la suya sobre la mía.
Acariciaba mis brazos de arriba a abajo, quizás lo hacía para animarme a mi misma o quizás para solamente poner mis manos en alguna parte.
El clima era nublado, predecible por supuesto, aunque a decir verdad acá abajo los días nunca eran lo suficiente cálidos y no por un tema del clima, si no por un tema de vivir en un hábitat de guerra. Sin embargo, no faltaba agregar que al tener un clima nublado, hacía todo esto más triste aún y ayudaba al estado de ánimo de las personas.
Los padres de Allison parecían ser los más destruidos, claro está, ya que su madre lloraba casi sin control sobre el pecho de su padre. Lo seguían los padres de Scott, ya que Melissa soltaba lágrimas silenciosas pero que se notaba que eran verdaderamente rotas, y luego definitivamente seguíamos yo y Malia que al estar juntas demostrabamos un clima de tristeza y de que algo nos faltaba, y eso era obvio. Solíamos ser tres, y ahora sólo somos dos.
Mi vista se enfocó en Scott, por milésima vez en toda la mañana, por alguna razón no lloraba, sólo miraba todo con una expresión de vacío y para ser sincera lo único que quería era decirle que no estaba mal soltar las lágrimas que sabía que se moría por soltar.
Desde que se fue de mi casa luego de aquel incidente con Jackson, no me había vuelto a hablar. Sí, habían pasado cuatro días, pero yo había ido a visitarlo y no me había ni contestado la puerta. De todas formas, preferí darle su espacio. Su rostro parecía no tener ningún tipo de expresión, su mirada era vacía, y no existía sonrisa para él.
Jackson no estaba aquí por suerte, ya que su trabajo le estaba exigiendo más de lo común por estar cubriendo su turno y el de Scott. No era como si me opusiera a esto, tener a Jackson lejos era al menos la única cosa buena de todo este alboroto que ha estado ocurriendo los últimos días.
Malia buscó mi mano, y no demoré en entrelazarla. Sabía que esto le estaba costando y que al ser ella, quería evitar derramar lágrimas. Así es como Malia era.
- No lo entiendo -susurró ella, de forma que sólo yo pueda escucharla-. Ella era tan pura, tan buena. ¿Por qué ella?
- Supongo que no tuvo suerte, podría haber sido cualquier otra persona... -dije, tratando de no romperme mientras hablaba.
- No me creo eso de que las peores cosas les pasa a las mejores personas -acotó ella de repente-. Tú eres demasiado buena, y nadie ni nada te va a sacar de mi lado o de esta vida.
- Oye, tranquila -acaricié su mano con mi pulgar-. Siempre estaré para ti. No vas a perderme.
Malia apretó mi mano con fuerza y me sonrió. Me quedé a su lado, apoyada contra su hombro, viendo como la gente se acercaba a despedir a Allison. El cajón estaba cerrado. Gracias a Dios, no podría vivir con la imagen de mi amiga muerta en la cabeza.
Al cabo de un rato sólo quedaban un rastro de personas en el funeral, que eran en conclusión las más especiales para Allison.
Scott dio unos cuantos pasos hacia adelante y se posó frente al cajón. Tocó este con sus dedos, acariciándolo de un lado a otro.
Decidí que tal vez era el momento exacto para que tuviera a alguien a su lado, porque lo conocía y sabía que estaba por llorar, pero estaba conteniéndose.
Caminé a pasos inseguros, haciendo una mueca hacia Mal que ella comprendió rápidamente. Cuando me paré al lado de Scott, este se giró a mi, para mirarme, al darse cuenta que era yo hizo una mueca y siguió mirando al cajón.

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Love on a Hill || Stydia
RomanceLas esperanzas de vida de Lydia son pobres. Las de Stiles también lo son. A pesar de que compartan aquello, sus vidas son totalmente diferentes. Cuando sus caminos se crucen, se darán cuenta de que eran exactamente lo que necesitaban para ser feli...