Capítulo 2

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13 de octubre de 1944

Como las noches anteriores, en lo último que pensé antes de irme a dormir fueron los ojos avellana del chico, que ahora sabía que su era Stiles.

M

e había preocupado un poco su actitud. Sí, había sido un tanto descortés, pero no fue díficil captar el terror que sus ojos destellaban, y más cuando me rogó que me vaya. ¿Quién había sido el dueño de aquella voz que tanto lo preocupó? ¿Por qué me había pedido tan desesperado que me vaya? Esas y otras preguntas más me provocaron intriga desde el momento en el que bajé la colina. Y esa fue la razón por la cual me di cuenta que debia ir a verlo una vez más. Además queria hablar con él de nuevo.

Sonreí inconscientemente, recordando sus palabras alteradas, su mirada y hasta su torpe sonrisa cuando dije alguna estupidez.

¿Por qué este chico me hacia sonreir? ¿Era acaso su mirada?, ¿su actitud extraña?, ¿o era que el peligro de verlo me causaba entusiasmo y emoción?

Con esa sonrisa me dormí, o lo intenté ya que cuando dieron las tres de la mañana el ruido de Jackson levantándose interrumpió mis sueños con aquel chico de mirada intensa y nombre extraño.

No le tomé importancia y volví a dormir, pensando que en la mañana debía volver a acercarme.

A la mañana desperté, y lo primero que hice fue bajar a desayunar, dónde mi madre se encontraba leyendo las noticias. Ella siempre venía a ayudarme con la cocina, ya que en la suya su ama de llaves se encargaba de toda la limpieza y la cocina.

Hacía muy poco tiempo que había estado viviendo ya con Jackson. Pero ese pequeño tiempo se había transformado en el más grande de los infiernos.

- Buenos días -la saludé. Ella me sonrió, devolviéndome el saludo.

- ¿Como va todo con Jackson? -preguntó cuando tome asiento.

Tragué saliva.

- Excelente -le mentí.

- Me alegra escucharlo -dijo mi madre. Cerré los ojos y suspiré.

- Mamá... ¿Te puedo preguntar algo? -le dije, algo temerosa.

Mi madre dejó de lado el periódico, y arqueó, tan sólo un poco, una ceja.

- ¿Qué sucede, Lydia?

Tragué saliva antes de continuar.

- ¿Qué piensas de la gente que papá está matando? -solté rápidamente. Mi madre abrió los ojos.

- Lydia, no me gusta tu vocabulario -me regañó, ignorando completamente mi pregunta.

- Pero, mamá...

- Son personas diferentes a nosotros -dijo finalmente, con un tono de desinterés-. Inferiores. No tendría que interesarte.

- Pero, ¿no son personas inocentes? ¿Qué hicieron para merecer la muerte, o trabajos espantosos que pongan en riesgo su vida? ¿Por qué los maltratan?

- Lydia, deja de ser tan irritante. No te corresponde saber esas cosas -hizo mi madre que me calle.

Cerré los ojos y mire mi plato, intentando no gritarle algo.

"Lydia, cállate", "Lydia, has silencio", "no te incumbe", "no lo entenderías", "la pobre e indefensa Lydia". Esos sólo eran unos pocos de los muchos comentarios que recibía por cada día que pasaba. Esos eran comentarios que me hacían darme cuenta que no estaba equivocada al sentirme sola.

Love on a Hill || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora