Capítulo 65

648 72 162
                                    

Punto de vista: Stiles

19 de Diciembre de 1944

Me paseé por milésima vez por mi casa de un lado a otro, tocando mi cabello con frustración.

Sabía que estaría rompiendo una promesa importante, una promesa que probablemente haga que ella se moleste conmigo, pero también sabía que si le demostraba de lo que era capaz, ella entendería.

Así que tomé aire y me detuve. Apoyándome sobre la mesa, miré esta. Me había costado encontrar las monedas que papá usaba para conseguir la comida, pero a fin de cuentas lo había encontrado y estaban justo enfrente de mí. También estaba un papel gastado donde la dirección del lugar donde mi padre compraba comida estaba escrita. Finalmente, estaba un mapa, si se le podía llamar así, donde indicaba cómo llegar hasta el lugar por el lado oeste de la colina.

Tomé la hoja y la examiné. Traté de memorizar el camino que debía tomar. Pero parecía imposible lograrlo, y no sabía si se debía a que realmente me costaba memorizar cosas, o por los nervios.

Dejé la hoja de papel sobre la mesa y me levanté de golpe. Llevé mis manos a mi cabeza mientras empezaba a caminar de un lado a otro. No podía hacer esto. Pero tenía que hacerlo.

Quería demostrarle a Lydia que yo era capaz de conseguirme comida. Querría ahorrarle un gran peso y sacárselo de encima.

Claro, no podía mentir tampoco. Había muchas mas ganas que necesidad. Tenía a alguien que me traía comida, ¿por qué arriesgarme cuando alguien más puede hacerlo?

Mis ganas de ser independiente, de poder valerme por mí mismo parecían fuertes y parecían aumentar cada vez más. Y eso parecía suficiente, pero mis sentimientos por Lydia me jugaban muy en contra.

Estaba consciente de que probablemente la decepcionaría. Sabía que ella se enojaría conmigo, pero estaba seguro de que podría demostrarle de lo que soy capaz, y que así ella ya no tendría que cocinar más para mí. Al menos que ella quiera, pero no porque yo lo necesite.

Me encontraba en un combate con mis pensamientos, donde todo giraba sobre el "si" y sobre el "no". Tenía razones que combatían cada una de las propuestas, y eso sólo hacía que perdiera la cabeza aún más.

- No debes hacerlo, Stiles... Por Lydia, se lo prometiste -me repetí a mí mismo moviendo mis dedos por el cabello. Volvía suspirar-. Aunque si bajo, le demostraré que soy independiente, y le gustaré más...

Volví a sacudir mi cabello, para finalmente parar en seco, me giré hacia la mesa y tomando el dinero para guardarlo en mi bolsillo y llevar la hoja en el otro bolsillo, me di cuenta que la decisión ya parecía estar tomada.

Yo bajaría.

No podía seguir pensando más. Era ahora o nunca. Si lo seguía meditando, probablemente me hubiera quedado.

Tenía que tomar algún riesgo, por lo menos alguna vez en mi vida.

Salí de mi casa y fui caminando a paso apurado hasta llegar al lugar donde usualmente me encuentro con Lydia, con mi novia. Cerré los ojos, ignorando el pensamiento que me pedía a gritos que me diera la vuelta y volviera. Sin embargo, eso no pasaría.

Miré la ciudad. Demasiadas luces, que apagaban el brillo natural de la luna, aquel que yo podía apreciar bien desde mi casa, desde mi lugar. Comencé a bajar con miedo. Tenía que tener cuidado. No creía que hubiera gente a esa hora de la noche, salvo en el lugar a donde iría a conseguir comida. Iba a paso lentos, pero seguros, bueno, algo seguros... Me movía por el oeste, tal como mi papá había marcado en el mapa, donde también decía que no debía bajar por el centro ya que lo más probable es que me atraparan.

Love on a Hill || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora