30 de Octubre de 1944
Repasé toda la noche en mi cabeza lo pasado aquel día. Los sucesos habían quedado impregnados en mi memoria, y parecía que querían estar allí por mucho tiempo más.
Stiles llevándome a conocer a su padre. Su padre amenazándome. Stiles defendiéndome. Stiles y su padre discutiendo. Su padre con intenciones de matarme. Stiles confesando lo mucho que le importo. Stiles sacándome de aquel terrible lugar.
Con los ojos cerrados, aún podía sentir sus cálidos labios sobre mi frente y sus acogedores brazos alrededor de mi tembloroso cuerpo.
Él me había ayudado demasiado. Ya era hora de que yo le devolviera el favor.
Era un decisión que tomé en el minuto que bajé de la colina. Quería ayudarlo, quería darle todo lo que necesitara y sé que Stiles no me dejara hacerlo.
Y al modo en el que hablé con él, sabía que no me dejaría, se que me protegería, me cuidaría y no me dejaría finalmente llevar nada.
Estaba decidida en volver hasta su casa y hablar con su padre, para intentar convencerlo. Podría llevar comida ya preparada, y unas cuantas mudas de ropa para que pueda creerme. Estaba casi convencida de que era un buen plan. Así que, apenas Jackson se fue de la casa, preparé un poco de comida para llevar y metí en una bolsa unos pantalones y camisas que habían quedado de mi padre en esta casa, los cuales ya no usaba más.
Lo dudé unos segundos, pero finalmente me dirigí directamente a la casa.
No paré donde usualmente me encontraba con Stiles, al contrario, subí y agradecí al cielo que había recordado donde se encontraba la cabaña. Transité entre los árboles que me guiaron hasta aquella cabaña oscura y antigua. Su aspecto ya me provocaba terror. Pero no iba a dar marcha atrás, había ido allí para lograr un objetivo, y no podía rendirme.
Toqué la puerta tres veces seguidas. Esperé hasta que unos pasos de escucharon detrás de la puerta. Cerré los ojos antes de que abrieran, y mentiría si dijera que no deseé que stiles fuera aquel que abriera la puerta. Finalmente esta se abrió, y el padre de Stiles salió.
Paró en seco al verme parada ahí. Su mirada bajó hasta la punta de mis pies y finalmente terminó en mi cabeza. Me sentí un poco intimidada.
- Hola, Señor... Señor -susurré con una tímida risa al darme cuenta que no tenía idea de su nombre. Él seguía serio-. Escuche, sé lo que pasó ayer y yo... Realmente quiero ayudarlo, le traje comida y abrigo.
Extendí la bolsa con la comida dentro y la otra con la ropa. El padre de Stiles me miró algo extrañado, pero finalmente me miró con indiferencia y me quitó las bolsas de las manos, sin ni siquiera un gracias.
Entró en la casa y yo lo seguí. Dejó las bolsas sobre la pequeña mesa que había, y luego se acercó nuevamente hasta mí y cerró la puerta.
- Seamos francos, niña, ¿qué es lo que quieres? -me preguntó el, mirándome desde arriba, con expresión bastante intimidante y de molestia.
- Yo... -balbucee algo asustada. Y finalmente me incorpore y sonreí para empezar a hablar segura-. Realmente quiero ayudar... No diré nada allá abajo, no tengo porque siquiera hablar, digo ¿qué gano yo? Realmente encuentro que lo que ustedes viven es injusto, y estoy de su lado.
Él me miró como si estuviera bromeando. Tragué saliva cuando se acercó un paso más hacia mí.
- Creerte una buena niña no significa que lo eres, ¿sabes? -comentó, con desprecio- Te crees especial, cuando no eres más que una de las millones de mujeres idiotas que existen en este mundo. Sabes que no sirves para nada, ¿verdad? ¿En qué tu podrías ayudar de lo que yo no puedo encargarme? ¡Todo por lo que tú te crees especial es lo que yo hago cada maldito día de mi vida! -exclamó ahora, elevando el tono.

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Love on a Hill || Stydia
Roman d'amourLas esperanzas de vida de Lydia son pobres. Las de Stiles también lo son. A pesar de que compartan aquello, sus vidas son totalmente diferentes. Cuando sus caminos se crucen, se darán cuenta de que eran exactamente lo que necesitaban para ser feli...