14 de Diciembre de 1944
Me puse aquel vestido coral del que le había hablado a Stiles. Noté cómo me quedaba más suelto: había perdido unos cuantos kilos. Me maquillé el rostro, tratando de tapar también cada marca o moretón que Jackson haya dejado. Me peiné con una trenza a un costado.
Jackson se estaba colocando su esmoquin en la habitación, mientras yo estaba en el baño, terminando de arreglarme. Me enfermaba la idea de tener que ser acompañada por él, pero no tenía ninguna otra opción.
- ¿Estás lista? -escuché su voz en el umbral de la puerta del baño y como consecuencia a esto mi cuerpo tembló por completo.
Rápidamente me puse ambos pendientes y me volteé para asentir lentamente. Tragué saliva algo asustada.
- Vamos, no quiero llegar tarde -ni siquiera estaba hablando con intención de asustarme, pero sus palabras lograban que tuviera escalofríos.
Luego de los golpes, obligándome a corregirme, había decidido que sería mejor que no dijera nada en su contra. Me aterraba, ya que había quedado demasiado afectada la última vez.
¿Había lado bueno en todo esto? No en los golpes de Jackson, ni que él se metiera en mi mente, pero si había notado un gran progreso en Stiles. Se había mostrado fuerte en todo momento. Me había consolado como nunca antes lo había hecho, y me había ayudado a superar bastante mis temores.
De alguna forma, había logrado arreglar aquel daño que Jackson había provocado en mí. Sus besos, sus caricias, se habían convertido en algo con mayor fuerza que los golpes que mi prometido me proporcionaba. Su amor se había convertido en la clave para ayudarme.
Había logrado resetear algo en mi cabeza. Había logrado darme cuenta de cosas que Jackson me prohibía ver, tales cosas como el amor, el valor de la amistad y la lealtad. Cosas que yo tenía y que Jackson me obligaba a no ver, a través de golpes y amenazas que lograban un dolor en mi pecho casi inexplicable.
Pero Stiles estaba ahí. Era atento a cada movimiento que hacía o a cada cosa que decía, me ayudaba a cambiar las cosas que Jackson había averiado y parecía no permitir que él tuviera el poder de dañarme. Había hecho a través de besos y caricias lo mismo que Jackson hacía a traves de gritos y golpes. Me obligaba a retractarme de cada cosa mala que yo dijera de mi misma y hacia que no perdiera la cabeza.
Recordé el momento exacto donde Stiles me había obligado a decir cosas buenas de mi. Estabamos acostados en su cama y él parecía sólo acariciar mi rostro escuchando como yo decía aquellas cosas que me costaban pensar gracias a que Jackson me había dicho tantas veces que no hay nada bueno en mi. Stiles también ayudaba, cuando tenía la oportunidad me decía aún más cosas buenas que para mi era difícil de creer.
También recordaba cuando me hizo recostarme sobre su regazo, y acariciaba mi cabello mientras me repetía cuanto me quería y las razones para quererme, yo lo escuchaba atentamente con los ojos cerrados intentando grabar sus palabras para siempre.
Ese día también estuvimos afuera donde ambos mirabamos al cielo, con nuestras manos entrelazadas y él repitiendome todas las cosas que hago bien, contradiciendo las palabras de Jackson que me obligaban a pensar que todo lo contrario.
Dejaba besos en mi cuello cada vez que era capaz de pronunciar que alguien me quería, dejaba besos en mi mejilla cada vez que decía cosas buenas de mi y finalmente besaba mis labios cuando decía las cosas que yo hacía bien.
Él me ayudaba tanto que sentía cómo me iba recuperando de poco. Esperando que nadie hiciera retroceder mi proceso, y por nadie me refería a Jackson.
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Love on a Hill || Stydia
RomansaLas esperanzas de vida de Lydia son pobres. Las de Stiles también lo son. A pesar de que compartan aquello, sus vidas son totalmente diferentes. Cuando sus caminos se crucen, se darán cuenta de que eran exactamente lo que necesitaban para ser feli...