Capítulo 124

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Punto de vista: Stiles.

Apreté con fuerza el almohadón que tenía entre mis manos. Las paredes temblaron y noté como un poco de polvo cayó del techo, como señal de que este en cualquier momento se pudiese derrumbar, enterrándome debajo de él. No había sabido de Scott en todo el día y no sabía que estaba pasando. Sin embargo, el sonido de disparos y bombas y los gritos de hombres no me pronosticaban buenas noticias.

O quizás lo eran. Todo dependía del bando en el que estabas. De todas formas, yo no podía ubicarme en ningún bando, ya que de cualquier forma la situación era amenazante, pensando en que probablemente pudiese quedar sepultado.

Me planteé salir de allí. Escapar rápidamente. Pero no era estupido, ¿qué pasaba si alguno de los disparos lograba pegarme? ¿Ya sea a propósito o no? Primero que nada, nadie me salvaría. Y segundo pero no menos importante, mi mente no quería ni imaginar lo que Lydia sentiría si me viese tan malherido.

No sabía bien del todo que ocurría, pero si tenía una corazonada de que era el fin de la guerra, y eso podría significar una derrota o un triunfo para el país, pero aún no sabía cual de las dos me favorece.

Los ruidos eran fuertes y el miedo de pensar que era lo que hacía Lydia en su casa para protegerse empezó a crecer en mi. Dios... Por favor que no se le haya ocurrido escaparse para salvarme.

La puerta empezó a sonar, alguien empezó a forcejearla. Levante la vista y corrí hacía detrás del escritorio de Scott hasta que finalmente la puerta se abrió.

Scott estaba allí. Solté un suspiro.

- Gracias a Dios -dije entonces acercándome a él con prisa, la expresión de Scott era parecida a la mía. Tranquilidad.

- Siento llegar tarde -dijo él, con una media sonrisa. Estaba exhausto. Llevaba en su mano un arma-. La situación no es tan simple allí afuera.

- Sí, lo noté.

- Escucha, realmente todo se ha ido a la mierda. No hay tiempo para explicar, sólo sigue mis pasos y sé muy sigiloso -me ordenó. Yo asentí con la cabeza.

Estaba nervioso y tenía miedo. No tenía idea de que tan grave era la situación afuera, pero sabía que estaba lejos de ser buena. Inhalé y exhalé y acepté que lo mejor que podía hacer en ese momento era hacerle caso a Scott y seguir sus órdenes.

Él salió por la puerta y yo lo seguí. Una vez que salí afuera, los ojos se me dieron vuelta. Había disparos por todos lados, varias fogatas armadas en diferentes puntos, y cientos de hombres tirados en el suelo, inconscientes o, peor, muertos. Temblé sin poder evitarlo y tragué saliva.

- No te sensibilices. Te necesito fuerte, sino no podremos salir de aquí -me aclaró. Asentí con la cabeza, tratando de pensar fríamente.

Apuramos el paso, yo siguiendo a Scott, cuidando donde piso y tratando de no poner atencion en nada que no sea él. Este en cambio iba con la pistola, apuntando a todos lados con miedo a que algo ocurra.

De repente la idea de que Jackson se apareciera me aterró. Si me veía, no iba a perder la oportunidad de matarme.

- Scott -lo llamé llegando a su lado mientras nos escondíamos detrás de unas construcciones quebradas-. ¿Que pasa si Jackson viene?

- No tienes que preocuparte de eso -me dijo rápidamente mirándolo por un segundo-. Murió.

Por un sólo segundo, sentí un momento de alivio recorrer mis venas. Jackson no estaba. Él había muerto. Ya era un hecho, y él era historia. Sonreí sin poder evitarlo. Él nunca volvería a aterrorizar a Lydia, ni tampoco a mí.

Love on a Hill || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora