Capítulo 102

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15 de Marzo de 1945

Llegué a mi casa unas cuantas horas antes de que Jackson llegara, lo suficiente para poder limpiar lo que quedaba de la fiesta. Ya que con la advertencia que me había dejado, era algo claro que tenía que tratar de evitar cualquier enojo suyo.

Probablemente me regañe y me grite pero si me mantenía callada, podía hasta salvarme de los golpes. Si tenía suerte claro.

Por suerte la casa no estaba tan desordenada, si no que en su mayoría eran más trates sucios, por lo que terminé de lavarlos y luego me puse a barrer.

Había organizado también su ropa, tratando de que esté todo lo mayor ordenado posible.

Cuando me dispuse a barrer el comedor fue cuando Jackson llegó. Este entró a la casa y dio un portazo al cerrar la puerta. Se sacó el saco del uniforme y lo tiró con bronca al suelo. Di un paso hacia atrás, asustada.

No estaba segura de qué hacer: si ignorarlo y seguir barriendo o preguntarle algo, lo que sea. Pero me quedé helada, mirándolo claramente asustada.

Mi prometido soltó un grito que provocó que se me helara la sangre. ¿Qué le pasaba?

Cerré los ojos y apreté la escoba con fuerza, tratando de calmarme ya que empecé a respirar pesadamente.

Jackson dio un paso hacía adelante y llegó cerca mío, temblé completamente. Decidí hablar, ya que de alguna forma quería calmarlo y que olvidará lo que le enoja así no se desquita conmigo.

- Jackson... ¿Esta todo bien? -se giró a mi con una expresión molesta.

- He tenido una mierda de día, Lydia -empezó a decir acercándose a mi, instintivamente empecé a dar pasos hacía atrás, llevando la escoba conmigo.

- Lo siento... ¿Q-Quieres un té? -ofrecí tratando con todas mis fuerzas de no titubear.

- No -gruñó para luego dejar de escapar una risa-. No quiero un té, Lydia. El trabajo apestó hoy, no logré lo que quería y tampoco en la mañana cuando tu entrometido mejor amigo vino a meter sus narices donde no debía.

- Yo... Lamento que hayas tenido un mal día, Jackson... Estuve limpiando, incluso está la comida hecha, y limpié tu ropa... -le dije, tratando de que se alejara. Él gruñó.

- ¡No me sirve que me digas eso! ¡Aquello es todo lo que se supone que debes hacer mientras yo trabajo! -luego de eso, soltó un grito.

Tomó la escoba y la dejó caer. Apoyé la espalda contra la pared. No podía esconder el miedo y los nervios, y que de lejos se notaba que temblaba de pies a cabeza.

- Necesito descargarme... -gruñó, entre jadeos. Tragué saliva cuando me miró a los ojos.

Luego de aquello, llevó su mano hasta mi cabello y empezó a llevarme hasta la habitación. Traté de resistirme, pateé todo lo que pude tratando de liberarme, pero él, después de todo, tenía muchas más fuerzas que yo.

Me arrojó sobre la cama y luego él cayó encima mío. Puse las manos entremedio para separarlo del camino, pero él se las arregló para alejarlas y empezar a atacarme.

Empecé a desesperarme cuando tomó ambas de mis manos y agarró mis muñecas contra el colchón.

- Será mejor que te mantengas quieta, Lydia, te lo estoy adviertiendo -dijo apretando mis muñecas con más fuerza aún. Grité. Empecé a mover mis pies algo descontrolada, tratando de golpearlo, o de alejarlo.

Sabía lo que se venía cuando llevó su boca a mi cuello y empezó a morder con una fuerza que recordaba desde la última vez que ocurrió esto. Sollocé.

Love on a Hill || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora