Canta conmigo

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Nunca pensé que tuviera que hacer una aclaración así, pero visto lo visto la hago: esta historia es ficción. Totalmente ficticia. Y además la voy improvisando a diario. Las protagonistas no saben nada (espero), así que todas las culpas a la autora y su loca mente :)
Dicho esto, mil gracias por las cosas tan bonitas que me decís.
Un beso grande

Narra Mónica

La fiesta acabó y ya eran casi a las 2 de la madrugada. Mañana era viernes y tenía que volver a Madrid, por la tarde tenía la primera reunión de contenidos para las noticias del fin de semana. Vanesa tenía firmas en Valencia por la tarde, así que hasta mediodía no tendría que coger el tren.

Estaba feliz. Por el premio, por el cariño, por poder compartirlo con los míos,... y porque Vanesa había venido, no podía engañarme. Era muy pronto para sentir nada, eso lo tenía claro, y ni siquiera la conozco aún... pero me gustaba todo por ahora. Y me hacía sentir bien, muy bien. Así que decidí disfrutar y dejar todas las preguntas que se me venían a mi mente a la Mónica del futuro.

- ¿Entonces te quedas con nosotros? - le dije a Vanesa cuando se acercó a mí después de charlar un rato largo con mi madre. A saber de lo que estarían hablando estas dos, miedo me da.

- Tu madre me ha invitado, y ya que tú no lo has hecho aún, soy su invitada especial - me dijo con su sonrisa de pícara tan característica.

- Ah, perfecto, pues nada, quédate con ella y ya nos vemos en Madrid un día de estos - respondí dándole la espalda y dirigiéndome hacia un grupo de invitados.

Pero antes de que iniciara me huida, Vanesa me agarró de la mano y me tiró hacia ella, dejándome a centímetros de su cara. Ella volvió a sonreír y me susurró al oído:

- Te prometo que no es con ella con quien me gustaría pasar la noche. Pero visto que tú no me invitas... - otra vez me provocó ese escalofrío por todo mi cuerpo. Así que no pude hacer otra cosa que contestarle del mismo modo.

- No sabes las ganas que tengo de tenerte para mí sola una noche, pero tendremos que esperar a estar en Madrid. Así que ya puedes ir rápido en acabar esas firmas tuyas -

- Joder, Carrillo, qué larga se me va a hacer la semana, qué larga,... - me dijo finalmente, guiñándome un ojo y dándome un beso fugaz en la mejilla.

¿Había conseguido sonrojarme? sí, lo había conseguido. Dichosa malagueña...

Llegó la hora de irse y nos fuimos a casa de mis padres. Era muy tarde, pero aún hubo tiempo de tomar todos una copa en la sala principal. Mi madre y Vanesa habían congeniado muy bien, no paraban de reír. Yo me fui a la cocina a por un vaso de agua, no noté que mi padre me había seguido.

- Me gusta Vanesa - me dijo mi padre sin darle mucha importancia.

- A mí también, papá. Pero no somos nada, literalmente nos conocemos desde hace tres días -

- Pues ha venido hasta aquí, sin conocernos a nadie, solo para darte la enhorabuena. Quizás no sois nada aún, pero la tienes loquita - me dijo riendo.

- Eso es que es muy impulsiva, ya sabes lo que dicen de los artistas, todos locos perdidos -

- Pues si es la culpable de que no dejes de sonreír como esta noche, bendita locura la suya - me dijo mi padre dándome un beso en la frente y volviendo a la sala.

Dichosa malagueña, en unas horas se ha ganado a toda mi familia, pensé riendo para mí misma. Debe ser algo genético.

Mis padres se retiraron, nosotras nos quedamos un rato más hablando con mi hermano y su mujer. Pero se hizo demasiado tarde y llegó la hora de dormir.

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