Una foto

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Narra Mónica

Vanesa se tomó muy en serio lo de ser mi 'esclava' y durante más de una hora se dedicó a mí en cuerpo y alma. Esta vez el sexo fue diferente, nada de arrebatos locos de pasión, no, esta vez todo fue delicado y tierno. Me tocaba con extremo cariño y en su mirada solo veía amor. Y eso era todo lo que necesitaba en ese momento.

Quise devolverle el favor pero no lo consintió. Así que nos estiramos con la intención de dormir al menos un par de horas. Nos quedamos dormidas al instante, Vanesa por el cansancio acumulado y yo por el estado de relajación en el que me había dejado.

Ya era casi mediodía cuando nos despertó mi teléfono.

- Hola... - contesté sin mirar, estaba totalmente desubicada - ¿papá? Hola, ¿ya habéis llegado? - con la otra mano que sujetaba el teléfono empecé a zarandear a Vanesa, para que despertara - sí, sí, vamos a buscaros a la estación, claro. En nada estamos allí - y colgué.

- mmm, ¿qué pasa Mónica? Tengo sueño - dijo Vanesa igual de desubicada que yo hace un minuto.

Me estiré de nuevo en la cama y me pegué a ella, dándole besos por toda la cara y acariciando su pelo.

- Vamos Vane, despierta que tenemos que salir pitando. -

Me aparté de ella con la intención de levantarme pero me cogió del brazo, desequilibrándome y haciendo que cayera encima de ella.

- Sigue con los besitos, porfa - me decía sin abrir los ojos. Y a mí me entraba la risa.

- Va, lianta, que mis padres están esperándonos en la estación. - le dije sin mucha convicción, lo que hizo que ella me abrazara más fuerte y empezara a besarme.

Tras unos minutos de besos y caricias, reaccioné y me separé de ella.

- Vane, mis padres, ¿recuerdas? -

- Tus padres me adoran, entenderán perfectamente el motivo por el que llegamos tarde - me dijo con esa risa traviesa tan característica suya.

- ¿Y les vas a explicar tú el motivo por el que llegamos tarde? -

- Por supuesto, es fácil - se sentó en la cama y se puso seria - María, Jesús, disculpad la tardanza, pero estábamos en la cama y era absolutamente necesario que antes de venir yo a su hija le comiera el -

-¡Vane! - grité escandalizada, no dejándola seguir y dándole un pequeño golpe en el hombro. Ella soltó una carcajada y yo acabé uniéndome a su risa.

- Arriba Martín, que en nada podremos ver a mi hermano - le dije con la mejor de mis sonrisas y levantándome ya para vestirme.

Después del susto tan grande me moría de ganas de ver a mi hermano. Así que me vestí y obligué a Vanesa a que se arreglara en tiempo récord.

Fuimos directas a la estación de Atocha a buscar a mis padres, y tras muchos abrazos y besos, nos dirigimos de nuevo al hospital. En el camino llamé a mi cuñada para ver si tenía alguna noticia, y la muy bruja me dijo que estaba ocupada en ese momento, que ya iría más tarde al hospital "total, seguramente aún seguirá adormilado y no se enterará de nada", me dijo. Lo dicho, una bruja.

Narra Vanesa

Cuando llegamos al hospital nos hicieron esperar un poco pero finalmente Mónica y sus padres pudieron entrar. Yo me quedé en la sala de espera, ese momento le pertenecía a la familia.

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