De maridos y zorras

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Narra Mónica

Estuve viendo el ensayo de Vanesa sentada en el patio de butacas junto a Ana. Ver a Vanesa en ese mítico escenario era fantástico. A ella se la notaba realmente emocionada y yo me moría de ganas de verla mañana con la sala abarrotada, no tenía ninguna duda de que iba a ser una noche mágica.

Busqué un pañuelo que tenía en el bolsillo lateral de mi chaqueta y noté la presencia de una pequeña carta. Qué raro.

Abrí la carta y leí la nota que había dentro.

"Hemos localizado a tu marido. Y quiere hablar. Esto no le va a gustar nada a Vanesa, si quieres te ayudamos".

- ¿Pero qué? - dije en voz alta. ¿Qué significaba esto?

- ¿Qué pasa, Mónica? - preguntó Ana intrigada.

- Lee esto, Ana -

Le pasé la nota y ella la leyó rápidamente. Su cara cambió al instante.

- ¿Pero qué? -

- Exacto. ¿Qué mierda es esto? - estaba empezando a cabrearme.

Ana me miraba desconcertada - ¿Sabes a quién se refieren? -

- ¿Mi marido dices? Pues ni idea, Ana. - Ahora ya me estaba cabreando de verdad. Si todo esto era cosa de las Deltas, se había acabado lo de ser educada.

- Espera, esto tiene que verlo Vanesa - Ana la llamó para que viniera, justo habían acabado el ensayo - ¡Vane! ven un momento, por favor -

Vanesa vino hacia nosotras y se extrañó al ver nuestras caras.

- ¿Y esas caras? ¿Ha pasado algo? -

- Lee esta nota, Vanesa. La tenía en el bolsillo de mi chaqueta -

Le di la carta y ella la leyó rápidamente. Su cara cambió de golpe, estaba furiosa.

- ¿Pero qué coño significa esto? -

- Esto tiene que ser cosa de esas dos locas - dijo Ana.

- Mira, Ana, como sea cosa de esas zorras, te juro que voy a montar una muy gorda. Y me dan igual las consecuencias, ¿me oyes? - Vanesa cada vez estaba más cabreada.

- ¿Pasa algo chicas? - preguntó Marín desde el escenario.

- No, nada, no te preocupes. Ahora mismo lo solucionamos - respondió Ana.

- ¿Dónde podemos encontrar a esas? Tenemos que hablar con ellas. O golpearlas, ahora mismo es lo que más me apetece -

- Vane, cálmate - le dije cogiéndole la mano para intentar tranquilizarla. Yo también estaba furiosa, pero el pronto de Vanesa había que controlarlo.

- ¿Que me calme? Mira, pues no, no me calmo. Ya está bien. Que me sigan y hagan lo que quieran conmigo, ¿pero que te amenacen a ti con mentiras? eso no pienso tolerarlo - intentó soltarse de mi agarre pero no se lo permití.

Ana estaba al teléfono, hablando con alguien.

- Las Deltas están fuera, Vane, esperándote. Le he dicho al de seguridad que las acompañe a tu camerino. Vamos allí y hablamos con ellas - dijo Ana justo al colgar el teléfono.

Subimos las tres al camerino y allí nos encontramos a las Deltas, sonriendo, como si nada hubiera pasado. ¿De verdad creían que las habíamos llamado para un encuentro con su ídola? Eran unas sociópatas de manual.

- ¡Vane! ¡Qué alegría verte! - se acercaron para besar a Vanesa pero ésta las frenó con los brazos.

- Ni os acerquéis a mí - nunca había visto a Vanesa tan enfadada - ¿Qué coño significa esto? ¿Me lo explicáis? - les mostró la carta - Porque no me negaréis ahora que vosotras la metisteis en el bolsillo de Mónica -

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora