Visitas sorpresa

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Narra Vanesa

Me desperté descolocada, necesité unos segundos para recordar dónde estaba. Me giré y vi la espalda, desnuda, de Mónica, y lo ocurrido la noche anterior vino de golpe a mi mente. Tuve un primer impulso de vestirme y salir corriendo. Lo que había pasado me había gustado demasiado y eso me daba... ¿miedo? no lo sé, pero me inquietaba.

Bajé mi cabeza hasta su hombro para darle un beso, un beso de despedida. Y en ese momento una sensación rara invadió mi cuerpo. Un sentimiento extraño, muy fuerte, me hizo reaccionar. ¿Por qué quería huir? hacía muy poco que la conocía, cierto, pero estos días habían sido maravillosos. Las charlas compartidas, las bromas, los tonteos, los besos,... y el sexo, madre mía el sexo. Así que cambié de idea. Recordé las palabras que le había dicho a Inma: esta vez quería hacerlo bien. Y me di cuenta de que, por una vez, sí que me creía esas palabras.

Así que subí mis besos hasta su cuello mientas le acariciaba la espalda. Ella seguía dormida pero empezaba a suspirar. Hasta que su respiración me indicó que se había despertado. Se giró y nuestros ojos se encontraron. Qué guapa estaba recién despierta, incluso con el pelo alborotado y la marca de la almohada en la mejilla.

-Te has quedado - me dijo sonriendo después de unos segundos mirándonos.

-¿Lo dudabas? - le dije curiosa.

- Bueno, tenía mis dudas. Ya sabes, tu fama te precede. - me dijo desafiante.

- Eso es porque la gente es idiota. Y ya te dije que aceptaba ese fabuloso desayuno que me ibas a preparar. -

- Ah, entonces te has quedado por el desayuno.-

- Por supuesto. ¿Qué otro motivo podría tener? - le dije sonriendo mientras me acercaba a su boca para besarla. Pero ella se apartó justo cuando le estaba rozando los labios.

- Pues nada, vamos a la cocina entonces. - hizo amago de levantarse pero no lo permití. Me abalancé sobre ella, haciendo que volviera a quedar estirada en la cama, boca arriba, ofreciéndome una vista increíble de su pecho.

Ella empezó a reír y yo no pude más. Así que la besé, un beso dulce pero pasional. Y ella no se hizo de rogar, me abrazó por la espalda e intensificó el beso. Así estuvimos un buen rato, hasta que abandonó mi boca y fue dejándome besos por todo el cuerpo, más abajo, cada vez más abajo, y más, ... hasta que perdí la cordura.

Narra Mónica

Pasamos toda la mañana en la cama. Perdí la cuenta de las veces que hicimos el amor. Cuando no empezaba una, era la otra. Una verdadera locura. Y no parábamos de reír, Vanesa siempre me hacía reír. Y eso era una de las cosas que más me estaba atrapando.

- Además de cocinarme, ¿con qué me vas a sorprender esta tarde? - me preguntó Vane mientras jugaba con un mechón de mi pelo.

- Has acabado con todas mis fuerzas, así que pelis, pelis, y más pelis. -

- Me parece buen plan. Especialmente viendo lo que me espera a partir del viernes. - soltó el mechón y se estiró mirando al techo.

- Empiezan los ensayos de tu nueva gira - le dije mientras con uno de mis dedos iba dibujando formas sin sentido en su hombro izquierdo.

Se giró hacia mí, se mordió el labio inferior y abrió mucho sus ojos.

- Y en un par de semanas, ¡inicio de gira! - gritó levantando sus brazos con la ilusión de una niña chica. Estaba eufórica. De golpe bajó sus brazos y me miró muy ilusionada - ¿Vendrás al inicio en Málaga, no? -

- Tú invítame, y luego ya veremos. - le dije escondiendo mi cara bajo su hombro.

- Pues tendrás que ganarte la invitación. Las entradas están totalmente agotadas ya. No sé si podré conseguirte alguna... -

- Pues tendré que esforzarme para conseguir esa entrada entonces .- le di un pequeño beso en las labios e intenté levantarme por fin de la cama.

- Va, se acabó, arriba Vane, que me muero de hambre -

- ¿Hambre? ¿en serio no has tenido suficiente? - me dijo riendo y volviéndome a besar.

Y así seguíamos cuando de repente sonó el timbre de mi casa. Haciendo que nos sobresaltáramos y paráramos de golpe.

- ¿Esperas visita? -

- No que yo recuerde.- le dije mientras me levantaba, me ponía algo de ropa rápidamente y salía hacia el recibidor. Imagino que sería algún repartidor.

- ¿Jesús? ¿Qué haces tú aquí? - ahí estaba mi hermano, enfadado, muy enfadado.

- Odio a las mujeres, ¿vale? a todas. -me dijo entrando a mi casa hecho una furia.

- Y vienes a decírmelo a mí, a mi casa, a tu ¿hermanA? sí, yo también lo veo adecuado. - él no paraba de andar por mi salón, maldiciendo en varios idiomas, y a mí me estaba entrando la risa.

- No te rías que no es divertido. Tu cuñada me la ha vuelto a pegar. - cada vez estaba más enfadado.

- Uy, ¡qué novedad! Te lo tengo dicho, deja ya a esa mujer. Pero no, eres un cabezón con un gusto pésimo en mujeres. - ahora me estaba cabreando yo. Yo sí que odiaba a su mujer. Nunca ha querido a mi hermano y siempre se ha aprovechado de él. Lo único bueno que le había dado en 10 años era a mis sobrinos. El resto, solo disgustos.

- Mira quién fue hablar. Ni que tu gusto fuera mucho mejor. ¿Quieres que hablemos de tu historial, hermanita? -

- ¡Yo sí que quiero! - Jesús y yo nos giramos al oír estas palabras.

- Vanesa... perdonad, no sabía que tenías compañía, Moni. - me dice mi hermano un poco avergonzado.

- No te preocupes, Jesús, me alegro de volver a verte. - se acercó Vanesa para darle dos besos a mi hermano. - pero cuenta, cuenta, háblame del historial de tu hermana. -

- Ay si yo te contara... - y ambos se pusieron a reír.

- Oye, ¿tú no habías venido a despotricar sobre tu mujer? no desviemos el foco. - mi hermano era capaz de ponerse a hablar de todos mis fracasos amorosos con Vane, y eso no me apetecía en lo más mínimo.

- ¿Qué ha pasado con tu mujer? - preguntó Vane

- Que es una bruja - no pude evitar contestar

- ¡Oye! - me dijo mi hermano señalándome - bueno... en verdad, sí que lo es. Una bruja con todas las letras. Dios Moni, ¿por qué permitiste que me casara con ella? - me preguntó mientras se sentaba en el sofá, tapándose la cara con ambas manos.

- Bueno va, preparo algo para comer y nos cuentas tranquilamente, ¿te apetece hermanito? -

- No quiero molestaros, supongo que tendréis planes. -

- No te preocupes, tampoco habíamos planeado nada importante. Así que seremos todo oídos.- le dijo Vane y vi como se sentaba en el otro sofá, delante de mi hermano.

Me fui hacia la cocina pero antes me acerqué a Vanesa, dándole un beso en la mejilla y susurrándole al oído:

- Gracias Martín, eres un cielo - ella me sonrió y yo no podía ser más feliz. Esta mujer me tenía totalmente hechizada.

Ya estaba entrando en la cocina cuando escuché a lo lejos:

- Bueno Jesús, ¿entonces esa lista de tu hermana? -

- ¡Vane! - grité desde la cocina

Y ambos explotaron en una carcajada. Presiento que estos dos se van a llevar de maravilla. Y no me puede dar más miedo.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora