Hoy iba a actualizar por la noche, pero después de pasarme un rato por las redes yo también me he puesto tontita, como Mónica, y me he tenido que poner a escribir.
Como siempre, gracias por las palabras bonitas que me dedicáis, y si esto sirve aunque sea un poquito para que paséis mejor la cuarentena, yo feliz.
Narra Vanesa
- Verás, Mónica ... - justo cuando iba a sincerarme llamaron al timbre.
Solté la mano de Mónica, dándole antes un beso en la parte superior, y fui a abrir al repartido.
- Voy a poner la comida en platos, ahora vuelvo - le dije yendo hacia la cocina.
Pero justo cuando pasaba por su lado, me cogió ella la mano haciendo que parara.
- La comida puede esperar, Vane. -
Su mirada era tan intensa que tuve que hacerle caso. Dejé los cartones de comida en la mesa y me volví a sentar en mi sitio del sofá, más cerca de ella que antes.
- Me estabas diciendo... -me dijo tímida, para que siguiera con lo que estaba diciendo antes de que nos interrumpieran, y a mí me provocó mucha ternura, no pude hacer otra cosa que sonreír. Ella estaba nerviosa, a la espera, y eso hizo que a mí me desaparecieran todos los nervios.
Le cogí de nuevo la mano, suspiré y me lancé.
- Pues como iba diciendo, verás Mónica... el otro día, cuando te enfadaste conmigo y me pediste tiempo y espacio... se me cayó el mundo encima. No pegué ojo en toda la noche. Me di cuenta de que lo que había entre nosotras me importaba, me importaba de verdad. Y no quiero que te asustes, no te estoy declarando amor eterno ni nada parecido, tranquila - le sonreí y ella me devolvió una sonrisa mayor - aún nos estamos conociendo, lo sé -
Paré un segundo, miré su mano y la acaricié. Necesitaba unos segundos. Ella me seguía mirando intensamente pero no pronunció palabra, simplemente hizo un gesto con su cabeza animándome a que continuara.
- Ana me conoce como nadie y ese día me reprochó que nunca he sido capaz de expresar cara a cara mis sentimiento, siempre me protejo tras mis canciones. Y creo que es cierto, siempre ha sido así, incluso en ese momento. Por eso te escribí esa canción. - ella me sonrió - Pero por una vez quiero ser valiente y no me voy a esconder tras unas letras. Quiero poner las cartas sobre la mesa. Así que ahí va, me lanzo sin paracaídas - le puse una cara graciosa para cortar un poco la intensidad del momento. Ella soltó una pequeña risa, aún muy tímida, seguía nerviosa.
- Me gustas mucho Mónica. Siempre que empiezo algo con alguien me repito que no sé hacia donde va a ir esa relación, pero en este caso lo sé. O al menos sé donde quiero que vaya. Quiero que funcione, lo quiero con todas mis fuerzas...porque aún sin conocerte del todo me estoy enamorando de ti. Y me muero por seguir conociéndote y seguir enamorándome, cada día más -
Hice un gesto con los hombros, indicándole que eso era lo que había y que ahora era su turno. Jamás me había expuesto tanto ante nadie tan pronto. Pero ya no estaba nerviosa, al contrario, me había quitado un peso de encima enorme.
Ella seguía muda, su mirada cada vez más intensa. Buscó mi otra mano, la que no tenía cogida, y la apretó fuerte. Miró al techo, se mordió los labios unos segundos y volvió a mirarme. Sí, ahora yo estaba nerviosa de nuevo.
- Vale. Yo también. - Y se lanzó a besarme mientras ponía sus manos a ambos lados de mi cabeza.
¿Cómo? No entendía nada. La aparté unos segundos después de que iniciara el beso.
- ¿Cómo que "Vale. Yo también"? -
- Pues eso, que yo también... todo lo que has dicho - y se volvió a acercar a mí.
- No, no, no, de eso nada. De "vale, yo también " nada. -
- ¿Cómo que no? - empezó a reír
- Pues que ni de broma. No me he expuesto yo aquí de esta manera para que tú ahora me digas que "vale, que tú también". Ni de broma. Ahora mismo me dices tú algo bonito a mí - vale, ahora también estaba yo riendo.
- ¿Me estás obligando a que te diga yo algo bonito? - seguía riendo y a mí cada vez me divertía más la situación.
- Eso mismo estoy haciendo - me puse seria, o eso intenté.
- Está bien. Verás, Vanesa... - dijo imitándome y ambas volvimos a reír. Yo la señalé con mi dedo índice, volviendo a fingir seriedad. - vale, vale. Allá voy.
Se volvió a sentar bien y me volvió a coger una de mis manos. La miró un rato y levantó la vista hacia mí.
- ¿Te vale si te digo que me hace tan feliz lo que me acabas de decir que si no bromeo me voy a poner a llorar?¿Te vale si te digo que no hay nada que quiera más que seguir conociendo cada aspecto, cada cosa de ti, por muy insignificante que sea? ¿Te vale si te digo que yo también me estoy enamorando de ti? -
Ladeó la cabeza y me sonrió. Tímida y dulce.
Yo la miré, levanté la mirada al techo, la volví a mirar.
- Me vale - y empecé a reír, haciendo que ella se relajara y se uniera a mi risa.
Ahora fui yo la que me lancé encima de ella y la besé con toda la pasión posible que había en mí. Poco a poco la fui estirando en el sofá hasta quedar totalmente encima de ella. No podíamos dejar de besarnos, cada vez más intensamente. Mis manos recorrían todo su cuerpo con ansias, las suyas no se quedaban atrás. Nos subió la temperatura de golpe, nos sobraba toda la ropa. Empecé a quitarle la camisa pero ella me frenó.
- Vane, la cena, va a quedar fría - dijo mirando a la mesa donde estaban las cajas de comida.
- Que le den por saco a la cena -
Nos miramos, nos reímos y volvimos a besarnos. Competimos en ver quién le quitaba antes la ropa a quién, eran tantas nuestra ganas que lo hacíamos de forma muy torpe. Después de varios golpes involuntarios y varias carcajadas, nos quedamos completamente desnudas encima de mi sofá. Y entonces empezó el delirio. Dimos rienda suelta a la pasión. Desde ese momento todo fueron caricias, besos, pellizcos, mordiscos, suspiros, gemidos y algún que otro grito.
Tras varios asaltos las dos caímos rendidas en el sofá. Ella se apoyaba sobre mi pecho intentando recuperar el aliento y yo buscaba con mi brazo una manta que solía estar en una esquina del sofá pero que cayó al suelo debido a toda la actividad previa. Cuando por fin la encontré, nos tapé a las dos con ella y la abracé entre mis brazos.
- "Puedo adentrarte de lleno en mi vida, acariciarte y quedarme dormida, sentirme dueña del mundo en tus brazos, desconectar y encenderte la prisa" - le canté susurrando al oído mientras jugaba con un mechón de su pelo.
Ella giró la cabeza para mirarme a los ojos - ¿Vuelves a las canciones? - me dijo mostrando una sonrisa enorme, la más bonita que le había visto nunca.
- "Reconocer que me quedo en tus ojos perdida" - le dije sobre sus labios. Justo antes de volver a besarla.
- Madre mía, Martín, yo sí que estoy perdida - me dijo mordiéndose el labio inferior y moviendo la cabeza de un lado a otro. Y como siempre me pasaba con ella, nos entró la risa.
- ¿Cenamos ahora? - le dije mientras le hacía cosquillas con mis labios en su cuello.
- ¡Sí, por favor! Necesito fuerzas, ya te digo ahora que este ritmo va a acabar conmigo, Martín. Eres insaciable. - dijo mientras se levantaba de encima de mí y se ponía su camiseta y ropa interior.
- No falla. Una se declara y automáticamente empiezan los reproches -
- Venga quejica, levanta y dame de comer, me muero de hambre -
Yo también me puse mi camiseta y ropa interior y me levanté para llevar las cajas de comida a la cocina y calentarla un poco.
- Hablando de comida, recuerdas que mañana comemos con mi familia, ¿verdad? - le dije camino de la cocina y poniéndole caras divertidas.
- Dios, me había olvidado completamente - dijo poniéndose una mano en la frente y entrando en pánico.
Yo no pude hacer otra cosa que reír a carcajadas. Mañana sería un día interesante.
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Menuda historia la nuestra
FanfictionLa historia de Vanesa y Mónica... bueno, MI historia Vanica