En el amor y en la guerra...

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Narra Vanesa

Me pasé casi toda la noche pensando en la manera de recuperar a Mónica. Si era necesario arrastrarme, me arrastraría. Si era necesario suplicar, suplicaría. Me valía todo, tenía una misión y no me rendiría hasta conseguirlo.

Pensé y pensé y seguí pensando. Durante horas. Ana me recogería a las nueve de la mañana para ir a la estación y cogeríamos el tren rumbo a Sevilla. Debería dormir algo, ya que me iba a pasar el día haciendo entrevistas. Pero me daba igual, ya me disimularían las ojeras con maquillaje, lo primero era lo primero.

De golpe me vino una idea a la cabeza. Recordé una conversación que habíamos tenido hace poco... era perfecto. ¡Por fin lo tenía! Encendí el ordenador y busqué como loca todo lo que necesitaba. Y así pasé un par de horas más. Finalmente caí rendida y pude dormir al menos una hora.

Como me había dicho, Ana me estaba esperando a las nueve en punto en la puerta. Salí de casa sin ver a Mónica, como era de esperar no salió en ningún momento de la habitación. Pero no quise forzar más la situación. Esta noche lo arreglaría todo.

- ¿Y esa sonrisa? ¿Lo habéis solucionado? - me preguntó Ana nada más subirme al coche.

- Aún no. Pero lo voy a conseguir. Ya sé la manera - dije aparentando seguridad. Necesitaba que funcionara, lo deseaba con todas mis fuerzas.

Subimos al tren y el vagón preferente iba completamente vacío, cosa que me alegró muchísimo.

- ¿Entonces te parece bien el plan? - le pregunté a Ana mientras sacaba mi guitarra de la funda.

- Humillación pública más súplica... ¿qué podría salir mal? - dijo y empezó a reír.

- Ten amigas para esto... - dije mientras colocaba unos papeles sobre la mesa y me colocaba con la guitarra.

Ana cogió mi móvil y me enfocó.

- ¿Preparada? -

- Lo que no haga yo por amor... -

Y empezó a grabar.

Narra Mónica

Cuando me desperté Vanesa ya no estaba. Busqué por si me había dejado alguna nota, pero nada. Miré en mi teléfono por si me había enviado algún mensaje, pero nada. En fin, tampoco sé que esperaba. Después de lo que le dije la noche anterior y mi respuesta a su mensaje, lo más normal era que tomara espacio.

Estuve toda la mañana cuestionándome mi reacción. ¿Había exagerado? Al fin y al cabo, había renunciado a una oportunidad muy importante por mí. Y aunque eso me gustaba, no era lo que quería. No vivimos en una novela romántica, la vida no funciona así. Las parejas hablan sobre decisiones vitales y luego se toman decisiones. Eso es lo único que le estaba pidiendo. No necesito grandes sacrificios, lo que quiero es formar parte de su vida, con todo lo que eso significa.

Ya era mediodía e imaginé que ya habría llegado a Sevilla. Pero aún no había tenido noticias suyas. Ni un solo mensaje. Supongo que lo de no rendirse era solo una frase más.

No me apetecía estar sola, así que le pedí a mi amiga Patri que se viniera a comer a casa para luego ver alguna película tonta. También le pedí que no me sacara 'el tema', pero eso ya iba a ser más difícil.

- Sigo diciendo que has sido demasiado dura con ella, Mónica -

- ¿Otra vez, Patri? ¿Qué parte del no quiero hablar de Vanesa no has entendido? -

- Es que ya te vale, hija. Para una novia interesante que te echas y a la primera de cambio te me pones digna. No te vamos a casar nunca -

Dijo mi amiga toda indignada y a mí se me escapó la risa.

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