No me voy a rendir

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Narra Vanesa

Maldita mi suerte. Miles de bares en Madrid y tenía que ser este en el que se reunía Mónica con sus amigas.

Vi como se acercaba Carla, la conocía bien y no me gustaba nada su expresión. Deseaba con todas mis fuerzas que pasara de largo. Pero esa noche la suerte no estaba de mi parte.

- ¿Vanesa? ¿De verdad tienes la poca vergüenza de presentarte aquí? - me dijo con mucho odio.

- Hola Carla, ¿qué tal estás? -

- ¿Que qué tal estoy? ¿De verdad? No pensé que tendrías valor de volver por aquí, pero siempre me acabas sorprendiendo. -

Vale, os cuento: hacía más de un año que no venía a este lugar. Años atrás me pasaba la vida aquí, con Inma. Pero Inma y yo nos separamos, ya sabéis, y durante un tiempo inicié una época un poco... digamos que movidita, en cuanto a relaciones amorosas se refiere. En una noche tonta me lié con la hermana de Jimena y nos estuvimos viendo durante unos meses. En otra noche loca también me lié con la hermana de Carla y también nos estuvimos viendo durante unos meses. ¿Cuál fue mi (pequeño) fallo? Que esos meses coincidieron. Lo sé, lo sé, no fue mi mejor momento. Todo iba bien hasta que Jimena me pilló un día besándome con la hermana de Carla. Y se lió una bien gorda. Se ve que ambas creían que lo mío con cada una de ellas iba en serio y no solo conseguí el odio mis amantes, también el de las dueñas del restaurante. Y desde entonces me declararon persona non grata. Se lo tomaron demasiado a la tremenda en mi opinión. Total, que por lo visto el tiempo no ha curado las heridas.

- Ya está bien. ¿Qué está pasando aquí, Vanesa? Y no me digas que nada - Mónica empezaba a estar realmente enfadada.

- Mónica, ¿eres tú la nueva amiguita de Vane? - Carla le preguntó a Mónica pero ahora se dirigía a mí - veo que cada vez apuntas más alto, Vane. - Mónica, me caes bien y no quiero que ésta te haga daño como hace con todas. Déjame que te dé un consejo, aléjate de ella, es tóxica. -

- Vale, entiendo que sigas enfadada, pero creo que te estás pasando Carla. - ahora me estaba enfadando yo.

- ¿Pero alguien me puede decir de qué estáis hablando? ¿Vanesa? - Mónica quería una explicación y sus tres amigas estaban mudas, esperando que yo hablara. Solo les faltaban las palomitas.

- Cuéntale Vane, cuenta como le prometías amor eterno a mi hermana mientras te acostabas con la hermana de Jimena. ¡Y quién sabe con cuántas más! - ya está, soltó la bomba.

Patri, Ali y María me miraban con una cara de desaprobación horrible, pero lo único que me importaba, y dolía, era ver el claro gesto de decepción en la cara de Mónica. En ese momento odiaba a Carla con todas mis fuerzas.

- En fin, que aproveche la cena chicas. - dijo Carla y se alejó hacia la cocina.

Mónica no dijo nada más sobre el tema. Ninguna dijo nada más. Empezamos a cenar y seguimos charlando, aunque desde ese momento todo fue muy incómodo. Les acababa de estropear la cena sagrada de chicas de los miércoles. Y lo que más me dolió fue que Mónica no me volvió a mirar en toda la cena. En un momento hice un amago de coger su mano por debajo de la mesa, pero al segundo me la soltó con la excusa de limpiarse con la servilleta. Vale, lo había pillado, estaba realmente enfadada.

La cena finalizó, por fin. Nos despedimos de las chicas y nos dirigimos hacia mi coche. El camino a su casa fue muy tenso. Yo intentaba sacar temas de conversación pero ella solo respondía con monosílabos. Y llegamos a su calle. Aparqué el coche y antes de salir me giré para hablar con ella.

- Mónica, no creo que me merezca que me trates así. No me porté bien con esas chicas, lo sé. Y no tengo excusa para justificarme. Pero no es justo que me juzgues por mi pasado. Todos hemos cometido errores, yo he cometido muchos y no puedo cambiarlo. Pero es que es eso, mi pasado. Y contigo es diferente, ya te dije que quería hacer las cosas bien. - ella no me miró en todo mi discurso.

Estuvimos unos momentos en silencio. Pero al fin levantó la cabeza y me miró a los ojos. Esa mirada tan intensa que aún no sabía interpretar.

- Tienes razón Vane, no tengo ningún derecho a juzgarte por tu pasado. Y no lo voy a hacer. Pero ya no soy una niña y no estoy para tonterías. No me apetece participar en este tipo de juegos, ya no tengo edad. Y hay demasiadas señales que me dicen que me aleje de ti. Así que me voy a mi casa y ya hablamos en otro momento si eso. -

Hizo amago de salir del coche pero la frené con mi brazo.

- Espera, por favor, hablemos de esto. No es justo, de verdad. ¿Y a qué señales te refieres? - estaba casi suplicando pero no me importaba.

- Tu fama, tu historia con Inma, lo que ha contado Carla, ¿sigo? -

- Déjame demostrarte que no soy como ahora piensas. Me conoces, no soy así. -

- No te conozco, en poco más de una semana no se puede conocer a nadie. Ni tú me conoces a mí -

- Pero me muero por conocerte más. Y quiero que me conozcas y veas que no soy 'esa Vanesa'. -

- No lo sé Vane, ahora quiero pensar, ya hablamos otro día. -

- Mónica, no te vayas por favor. El viernes me voy a Málaga, estaré allí unas semanas de ensayos y luego empiezo la gira y estaré viajando. Por favor, no quiero tardar tanto en volver a verte. - ahora sí que estaba suplicando.

- No lo sé, Vane, de verdad. Tengo que pensar-

Yo me quedé callada. No sabía qué hacer para convencerla. Ella me miro, su mirada ahora era triste. Me dio un beso en la mejilla y abrió la puerta del coche.

- Buenas noches Vanesa, hablamos en otro momento. Ahora necesito pensar.-

Y se fue. Salió de mi coche y se dirigió a su apartamento. Yo la miraba esperando que cambiara de idea en cualquier momento y se girara. Pero no lo hizo. Entró en su apartamento dejándome destrozada. No entendía cómo se había estropeado todo en tan poco tiempo. Por la tarde estábamos de fábula, muy ilusionada con lo que estábamos empezando. Y horas más tarde Mónica me estaba pidiendo espacio para pensar. Solo hacía unos días que no conocíamos pero me tenía embrujada y no quería dejarlo así. Iba a luchar por Mónica, quisiera ella o no.

Arranqué el coche y me dirigí a mi casa. No podía quitarme de la cabeza el gesto de decepción de Mónica. Quería arreglarlo. En ese momento no tenía ni idea de cómo hacerlo, pero lo haría. Hacía mucho que no sentía algo tan fuerte en tan poco tiempo por alguien. Y no estaba dispuesta a rendirme.

Me metí en la cama y miré el móvil, con la esperanza de tener algún mensaje de Mónica. Pero nada. Así que intenté dormir.

Después de varias horas intentando dormir, y fracasar estrepitosamente, decidí dar el primer paso. Ella quería espacio, tiempo, pero yo no lo tenía. En día y medio me iba a Málaga y no podía ni quería esperar tanto tiempo. Así que le envié un mensaje de whatsapp.

V: Me debes una noche. Me la has robado y ya no puedo dormir.

Esa fue la primera frase que me escribió ella antes de conocernos. Ojalá lo recordara.

Pero pasaron los minutos y no hubo respuesta. Vi que había leído el mensaje pero, nada, seguía sin respuesta.

V: Voy a luchar por ti. No me voy a rendir.

Y con ese último mensaje dejé el móvil en la mesilla de noche e intenté dormir. Mañana seguiría.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora