Dichosos enanos

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Narra Vanesa

- Vane, ¿puedo hacerte una pregunta? -

- Claro Álex, dime - dije volviéndome a sentar a su lado.

- ¿Has pensado en casarte con la tita? -

Vale, esto no me lo esperaba. Me quedé en blanco, sin saber qué contestar, pero él me miraba intensamente y claramente estaba esperando una respuesta.

- ¿Vane? - insistió.

- ¿Casarme? ... eso son palabras mayores, Álex -

- ¿Entonces no quieres casarte con ella? - preguntó confundido.

- No, no es eso... es simplemente que no lo he pensado aún -

- Pero si lo piensas, ¿te querrías casar con ella? -

Su insistencia me empezaba a divertir.

- ¿Pero quieres que lo piense ahora mismo? - pregunté mientras se me escapaba un poco la risa.

- Sí, va, piénsalo. Yo me espero -

Ahora ya no pude contenerme y me puse a reír.

- ¡Eh! no te rías, Vane, que te lo estoy diciendo en serio -

- Vale, vale, lo pienso -

Miré un rato al cielo fingiendo que estaba pensando muy concienzudamente.

- Vale, ya -

- ¿Entonces sí o no? - preguntó ilusionado.

- Ah, ¿pero tenía que pensarlo y tomar una decisión? - fingí confusión.

- ¡Vane! - exclamó frustrado y yo me puse a reír.

Me dio mucha ternura verlo así. Le hice un gesto con la mano para que se acercara más a mí, como si le fuera a contar un secreto.

-Sí que lo he pensado. Y sí que me gustaría casarme con ella - le dije muy bajito.

A él le cambió la cara, esbozó una sonrisa enorme y abrió muchísimo los ojos.

- Pero me tienes que guardar el secreto, Álex. No se lo puedes decir a nadie, sobre todo a tu tía. Así cuando lo piense de verdad, será todo sorpresa. ¿Me guardarás el secreto? -

- ¡Claro! el secreto irá conmigo a la tumba - dijo eufórico.

Me acercó su mano y enlazó su meñique con el mío.

- Promesa de meñiques - dijo muy serio.

- Promesa de meñiques - repetí intentando también mantenerme seria.

Él se levantó con la intención de irse pero yo me quedé unos segundos pensantiva.

- Oye, Álex -

- ¿Sí? - se giró de nuevo para mirarme.

- ¿Por qué tanta insistencia en esto del matrimonio?-
Él me miró unos instantes y me regaló una sonrisa enorme.

- Quiero que te cases con ella. Desde que está contigo está muy feliz y se pasa todo el rato riendo. Me gusta ver así a la tita... además, me encanta que toquemos juntos las guitarras - dijo ahora riendo.

Se giró y fue corriendo hacia la zona donde estaban Mónica y Vega.

Yo me quedé un buen rato más en esa piedra, pensando en toda la conversación con Álex... pensé en lo fácil que había sido imaginarme casándome con Mónica. Pensé en que no había sentido ni agobio ni miedo al imaginármelo... justo al contrario... pensé en... ¿qué me estaba pasando? ... ¡dichoso enano!

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