Mi primer premio

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Narra Mónica

Después de un rato más charlando y bebiendo, llegó la hora de irnos a cenar.

- Vane, ¿para qué hora hiciste la reserva? -

- Uy, a las 9, tenemos que irnos ya - dijo Vanesa mientras miraba su reloj y dejaba su copa.

- Yo también debo irme ya, prometí a unas amigas pasarme por un bar que inauguran hoy... Ana, ¿por qué no te vienes - preguntó Bea a Ana, con una sonrisa ligeramente traviesa. Intuyo problemas si Ana acepta, pensé riendo para mí sin que lo notaran.

- ¡Claro Ana! Vete con ella y diviértete un poco, trabajas demasiado últimamente -

Ana miró a Vane unos segundos, ésta le sonrió de forma divertida y finalmente dirigió su mirada a Bea.

- ¿No molestaré? - preguntó Ana tímidamente a Bea.

- Tú jamás podrías molestar - le contestó Bea guiñándole un ojo y levantándose de la mesa apresuradamente. - Vámonos, antes de que te arrepientas - tomó la mano de Ana y se alejaron riendo.

- Vane, mañana a las 6 te quiero en el hall del hotel o perderemos el avión a Sevilla. No te retrases, que nos conocemos. Mónica, un placer conocerte - dijo Ana mientras Bea la alejaba apresuradamente.

- ¡Lo mismo te digo Vane! Espero verte pronto. Y Moni, tienes llaves, si no estoy cuando vuelvas a mi piso, estás en tu casa - dijo Bea lanzándonos un beso y desapareciendo del lugar.

- ¿Qué acaba de pasar? - le pregunto a Vanesa riendo.

- Que nuestras amigas son mucho más rápidas que nosotras - contestó Vanesa riendo a carcajadas - Venga, vámonos, que no quiero que perdamos la reserva. Te va a encantar el restaurante.

Salimos del bar rumbo al restaurante que Vanesa había elegido. Ahora sí, esta sí que era nuestra primera cita. Y me encantaba la idea. A más hablaba y conocía a Vanesa, más me gustaba, disfrutaba su compañía y más quería saber de ella.

Durante el trayecto que hicimos andando, unos 15 minutos, me estuvo contando sus planes futuros: al acabar las firmas empezarían los ensayos de su nueva gira y estaba realmente emocionada. Íbamos andando muy cerca la una de la otra, rozándonos las manos de manera sutil. Pero sin llegar a tocarnos. Y cada vez que esto pasaba, cada vez que nuestras manos se rozaban, yo no podía hacer otra cosa que sonreír. Definitivamente esta mujer me hacía volver a la adolescencia.

- Buenas noches, tenemos una reserva para dos a nombre de Vanesa Martín - le dijo Vanesa al jefe de sala al llegar al restaurante. Un lugar precioso, con poca luz y música jazz de fondo.

- Bienvenidas, si esperan unos minutos en la barra les prepararemos la mesa en unos momentos. Les invitamos a un pequeño cocktail mientras esperan - dijo el hombre muy amablemente y señalándonos el camino a la barra.

- Me gusta mucho el lugar, Vanesa. Tienes muy buen gusto para los restaurantes -

- Y también para las mujeres - dijo Vanesa con una risa traviesa

- Eso dicen por ahí, y que han sido muchas - le dije levantando una ceja

- No deberías hacer caso de los rumores. Me tienes aquí, pregúntame todo lo quieras saber -

- ¿Son ciertos entonces esos rumores? -

- ¿Que he estado con muchas mujeres? He querido y me han querido mucho, sí. Pero también he sufrido. No sé si eso responde a tu pregunta, pero sí que puedo decirte que soy honesta y me entrego a todo aquello que me apasiona, ya sea mi trabajo, mi familia, mis amigos o aquella persona que quiero tener a mi lado. El amor mueve mi día a día, el amor en todas sus formas. - me respondió Vanesa, sin parar de mirarme intensamente a los ojos, con esa mirada que me descolocaba e impedía que pudiera apartar los ojos de ella. No había respondido a mi pregunta, pero me daba igual. Tras escuchar sus últimas palabras sentí esas famosas mariposas en el estómago, y me gustaba, me gustaba mucho.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora