Narra Mónica
Lo primero que hicimos al llegar a Londres fue acercarnos al hotel a dejar las cosas. Un hotel con mucho encanto en el barrio de Kensington, muy cerquita de Hyde Park.
- Qué maravilla de hotel, Vane. Con lo difícil que es encontrar algo decente en esta ciudad - le dije al entrar a la habitación.
La habitación era realmente bonita y desde unos grandes ventanales podíamos ver el parque.
- Mmm habitación de lujo, vistas preciosas, bombones,... ¿planeas algo, Martín? -
- Y champagne francés, no olvides el champagne - dijo sonriendo mientras se acercaba a mí.
- El champagne ya son palabras mayores - le dije siguiéndole el tonteo y poniendo mis brazos alrededor de su cuello.
- Me has pillado, Carrillo. Iba a emborracharte para poder aprovecharme de ti y de tu cuerpo -
Me apretó más a ella abrazándome por la cintura y yo le susurré sobre sus labios - para eso no vas a necesitar ni una sola gota de alcohol, Martín. Haz conmigo lo que quieras, soy toda tuya.
- Madre mía, madre mía -
Y nos besamos. Con locura. Con mucha pasión y sin ninguna prisa. Empecé a quitarle la camisa, ella me quitó el jersey. La llevé hasta la cama y una vez allí le quité los pantalones, dejándola en ropa interior. Pero cuando me quise dar cuenta, se levantó y me tiró encima del colchón. Ahora era ella la que me desvestía, sin dejar de mirarme a los ojos con una mirada de pura lujuria. Y eso hacía que mi temperatura y mis ganas subieran más y más. A los pocos segundos las dos estábamos completamente desnudas en esa cama enorme de esa preciosa habitación en Londres. Y a partir de ese momento mi mundo se redujo a sus manos y su lengua, por todo mi cuerpo, sin darme tregua en ningún momento. Y cumplió su palabra a rajatabla, vaya si cumplió. Hizo conmigo lo que quiso, sin resistencia alguna por mi parte, por supuesto.
- Necesitaba esto, ha sido un fin de semana duro - le dije después de un rato de estar abrazadas en la cama, en silencio, recuperando el aliento.
Ella me miró con mucha dulzura - A tu servicio me tienes, las 24 horas del día, 7 días por semana - haciendome reír, claro.
- Bueno va, arriba. Tenemos mucho que hacer - me levanté, dirigiéndome hacia el cuarto de baño.
Pero Vane seguía en la cama sin moverse. Me giré y ahí la vi, sentada en la cama y mirándome de arriba a abajo con cara de tonta.
- Córtate un poco, ¿no? - le dije divertida
Ella se mordió el labio y movió la cabeza, haciéndome reír a mí. Pero por fin se levantó de la cama, rumbo a la ducha.
En unos cuarenta minutos ya estábamos en la calle, listas para la ruta turística que había preparado. Ya era casi la hora de comer y quería llevarla a uno de mis restaurantes tailandeses favoritos en el Soho, así que aprovechamos para dar un paseo por Hyde Park en dirección este y así ir hasta el restaurante sin tener que coger ningún transporte.
Al entrar al parque Vanesa me cogió de la mano, algo raro, rarísimo, ente nosotras. Miré nuestras manos durante unos segundos, levanté la vista hasta sus ojos, la miré un instante y le di un beso en la mejilla. No eran necesarias palabras.
Cruzamos el parque mientras le iba contando anécdotas del semestre que pasé en Londres cuando era estudiante de periodismo. Pasé muchas horas en este parque, de picnic, leyendo, haciendo deporte, con alguna novieta inglesa,... incluso me inspiró gran parte del último libro que había escrito. Vanesa me escuchaba con mucho interés, me preguntaba y se divertía con mis historias. Y a mí me hacía un poquito más feliz que poco a poco fuera descubriendo más sobre mí.
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Menuda historia la nuestra
FanfictionLa historia de Vanesa y Mónica... bueno, MI historia Vanica