Epílogo (el de verdad :) )

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Ahora sí. El de verdad, que lo de antes era una broma por una apuesta :D

Aunque sé que me repito, permitidme que vuelva a daros las gracias por acompañarme en esta loca aventura, que la verdad es que comenzó con otra apuesta... así funciono, muy española yo.

Nunca antes había escrito una historia, pero poco a poco le he ido pillando el gustillo y ahora ya se ha convertido en todo un hobby. Escribo por diversión y voy a seguir haciéndolo, así que espero que me volváis a acompañar en futuras historias. ¡Y en la otra que estoy escribiendo! (aunque esa pareja solo le guste a una de las veneno).

Ahora me tomaré unos días de descanso y volveré con la segunda parte. ¡Las aventuras de Lucas tienen que ser contadas!

Gracias por todos los comentarios, por los ánimos y por las palabras bonitas que me dedicáis. Y las gracias más especiales para mi equipo, la veneno andaluza y la veneno latina, que aunque casi nunca les haga caso, me divierten mucho sus ideas :)

¡Nos vemos prontito!


Narra Mónica

Los primeros tres meses como madres de Lucas fueron una verdadera locura. No dormíamos, nos organizábamos fatal, pero cuánto nos llegamos a reír. Éramos muy felices y eso lo compensaba todo.

Aprendimos poco a poco a interpretar a nuestro hijo: el llanto del hambre, el llanto del sueño, el llanto de cuando se hacía pis, y el llanto de hazme caso porque sí... este último llanto era muy frecuente, Lucas era digno hijo de su madre.

En estos primeros meses también llegaron las primeras visitas al médico de urgencias y nuestros primeros llantos de desesperación. Siempre exagerábamos y nuestro pediatra nos reñía, pero nosotras nos quedábamos más tranquilas yendo siempre al hospital, y ganándonos en pocas semanas el odio de algunas enfermeras. No me extrañaría en absoluto que ya nos hubieran puesto un mote, y Vanesa apostaba por "las histéricas bolleras"... cada vez lo veía más factible.

- Vane, ¿dónde estáis? me tengo que ir ya los estudios -

Estuve mes y medio de baja de maternidad pero ya me tocaba volver al trabajo. Me encantaba presentar las noticias pero en ese momento hubiera preferido quedarme en casa, como las últimas semanas. Afortunadamente solo trabajaba dos días y medio por semana, pero los echaría muchísimo de menos.

- ¡En la habitación de Lucas! - oí que gritaba Vanesa.

Fui hacia la habitación que habíamos acondicionado para él y allí me encontré a mi mujer vistiendo al pequeñajo, aunque más que vestirlo se dedicaba a hacerle pedorretas en la barriga provocando la risa automática de Lucas.

- ¡Aquí están mis amores! - dije acercándome a ellos y dándoles un beso a cada uno.

- Lucas, enséñale a mamá lo guapo que te está poniendo mami -

- Está para comérselo - dije observando como Vanesa le colocaba unos vaqueros de bebé casi más grandes que él - ¿Sabes qué? que paso de ir a trabajar, yo me quedo aquí con vosotros -

Vanesa se puso a reír.

- De eso nada, tienes que ir a trabajar, Carrillo. Los pañales son muy caros y alguien tiene que traer dinero a casa - explicó entre risas.

- Tenemos dinero suficiente como para vivir sin trabajar un par de décadas, invéntate otra excusa -

Vanesa reía y levantó a Lucas cogiéndolo de los bracitos para que quedara de pie y así yo podía admirar lo guapo que estaba.

- Además, Lucas, ¿a que tú prefieres que me quede aquí contigo? - le pregunté cariñosa.

Y en ese momento Lucas hizo por primera vez algo que no había hecho nunca: me sonrió de forma intencionada.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora