¿Qué está pasando aquí?

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Narra Vanesa

La ducha duró más de lo previsto. Mucho más. A la que entramos en su baño se lanzó a quitarme la ropa a la desesperada, tenía una prisa enorme por tenerme desnuda frente a ella, y yo no podía ni quería ponerle pegas a sus arrebatos de pasión. Las primeras veces con alguien no siempre son ideales. Pero con Mónica era todo lo contrario. El sexo era fabuloso y además nos divertíamos muchísimo, no parábamos de reír. Me fascinaba estar con ella, me fascinaba su cuerpo y me fascinaba todo lo que me hizo bajo esa ducha. Qué barbaridad de mujer, ¡y solo llevábamos un día practicando! Pensé, y no pude reprimir una pequeña risa traviesa.

- ¿En qué estás pensando? - me preguntó mientras nos secábamos juntas bajo una misma toalla, aún no estábamos preparadas para separarnos.

- En lo bien que se nos da esto - le dije justo antes de besarla.

- Ya te dije que tenía muchos talentos - me dijo mordiéndome el labio.

- ¿Aún hay más, Carrillo? -

- Quédate y lo averiguarás, Martín.-

Me quedé unos segundos mirándola a los ojos. Ella me sonreía, con la boca y con la mirada.

- Pues me quedo. -

Y la besé, haciendo que se nos cayera la toalla. Nuestra temperatura había subido tanto que ni siquiera nos dimos cuenta. La levanté con mis brazos, sin parar de besarla, hasta llevarla a la cama.
Y allí volvimos a dar rienda suelta a la pasión. No me cansaría nunca de decirlo: qué locura de mujer.

Narra Mónica

Cuando nos dimos cuenta ya eran más de las 8 de la tarde. Con esta mujer perdía la noción del tiempo.

- Vane, levanta que al final llegaremos tarde.- le dije dándole un beso rápido, levantándome y dirigiéndome al armario para elegir algo que ponerme para la cena de chicas.

De repente oí unos aplausos y vítores.

- ¡Bravo! ¡Ole! - me giré y ahí estaba Vanesa, sentada en la cama, mirando mi cuerpo desnudo descaradamente y aplaudiéndome.

- ¿No te piensas arreglar? ¿O te vas a quedar ahí observándome de arriba a abajo? -

- Tiene que ser una pregunta trampa. Es imposible que no sepas cuál sería mi elección - me contestó riendo.

- ¡Vanesa! ¡Va! Levántate y elige algo de ropa. Vamos a llegar tarde. -

- Vaaaaale, qué aburrida te pones a veces. ¿Qué me pongo? - me dijo levantándose, ofreciéndome ahora a mí una vista increíble de su cuerpo desnudo. - ¿Mónica? Tierra llamando a Mónica - dijo haciendo que reaccionara de golpe, me había quedado totalmente atontada mirándola.

- Qué descarada eres, Carrillo. Pero lo pasaré por alto, que como siempre, eres muy lenta y si no tomo yo la iniciativa llegaremos tarde. - me dijo entrando al baño tras una carcajada de esas tan típicas suyas.

Nos vestimos en tiempo récord y en veinte minutos ya estábamos ambas listas y maquilladas delante del coche de Vane para ir a la cena.

- Oye, échame un cable. A ver, ¿quién viene a la cena? ¿Sois muchas? - me preguntó Vane mientras conducía.

- No, solo somos cuatro. Patri, a la que ya conoces, Ali y María. Las cuatro trabajamos en Antena 3. Nos conocimos hace unos diez años allí y desde entonces nos hemos hecho inseparables. Pero la vida ya sabes cómo es, y a las cuatro nos han ido surgiendo ataduras y responsabilidades. Ali tiene ya dos hijos y María, además de trabajar de redactora, hace un año lanzó una start-up sobre consultoría audiovisual y cada vez es más complicado verla. Así que nos inventamos las cenas de chicas de los miércoles. Pase lo que pase no podemos cancelar. Y así ha sido, excepto por contadas ocasiones de fuerza mayor, cada miércoles nos reunimos las cuatro. Nos olvidamos de todo, bebemos vino y reímos. No hay mejor plan ni terapia. - le expliqué mientras ella me escuchaba atentamente.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora