Yo firmo

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Narra Vanesa

Me desperté un poco desubicada y tardé un rato en reaccionar. La luz que entraba por la ventana me indicaba que muy temprano no era. Miré al lado izquierdo de la cama y Mónica no estaba, así que me puse una chaqueta y bajé hacia el salón.

Al bajar oí música en la cocina, Mónica estaba preparando el desayuno mientras bailaba al ritmo de El Kanka. No se podría decir que fuera la mejor bailarina del mundo, pero ganas le ponía y a mí me divertía.

Me quedé un rato apoyada en la puerta de la cocina observándola con una enorme sonrisa. Ella seguía a lo suyo, preparando unos huevos revueltos y bailando, pero en uno de sus giros me vio.

- ¡Vane! ¿qué haces levantada? -

Paró de bailar, se acercó a mí y puso la mano en mi frente.

- Parece que ya no tienes fiebre -

- Ya estoy recuperada - dije con una gran sonrisa.

- ¿Ya no te mueres, entonces? -

- Parece que no. Tendrás que esperar para fijar tu segunda residencia en Málaga -

- No me rindo, muerte o matrimonio, de ti depende -
Dijo muriéndose de la risa y contagiándome a mí también.

- Buenos días, ¿no? - le dije poniendo cara de pena.

- Buenos días - respondió dándome un suave beso en los labios. A lo que yo respondí con un abrazo.

- Mmmm, gracias por no dejarme morir, Mónica - susurré en su oído.

- Para eso estamos, Vanesa - contestó divertida.

Nos separamos y ella volvió a enfocarse en los huevos que estaba preparando.

- Vane, no tienes aún demasiado buena cara. ¿Por qué no vuelves a la cama y yo te subo ahora el desayuno? -

- No puedo, tengo que hacer muchas cosas, Ana vendrá en un rato para preparar el lanzamiento de esta noche. Tenemos que colgar algo en redes para crear expectativas -

- Las expectativas las puedes crear desde la cama - dijo mientras ponía los huevos en un plato - que eso se te da bien - dijo entre risas.

- ¡Oye! ¿Insinúas que luego no cumplo con ellas? -

Mónica se acercó hacia mí negando con la cabeza y sonriendo.

- No tengo ninguna queja en ese campo, Martín - dijo dándome un beso.

- Ah bueno. Porque si es necesario me quito la ropa aquí mismo y te demuestro que... -

Me calló con otro beso rápido seguido de una de sus risas contagiosas.

- No me tienes que demostrar nada, fiera. Va, sube arriba y descansa, de verdad. Tienes cara de cansada-

Me cogió por la cintura y me empujó hacia fuera de la cocina para que subiera a la habitación.

- Cara de cansada... menudo eufemismo para decirme que tengo una cara horrible... - dije refunfuñando pero subiendo las escaleras. De fondo seguía oyendo las risas de Mónica.

Subí a la habitación y volví a meterme en la cama. Me encontraba bastante mejor pero aún me sentía débil.

A los pocos minutos llegó Mónica con el desayuno: zumo recién exprimido, huevos revueltos y tostadas. La adoro.

Desayunamos tranquilamente, me tomé las medicinas, volví a estirarme en la cama y al momento me quedé dormida.

Narra Mónica

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