La niña del cumple

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Narra Vanesa

Llegó el jueves, el cumpleaños de Mónica. Los dos días anteriores los había pasado prácticamente enteros de promoción y casi no nos habíamos visto. Así que el día de hoy lo íbamos a dedicar por completo a estar juntas. Por la noche habíamos quedado para cenar con sus amigas, pero el día era nuestro.

Me desperté muy temprano sin que Mónica se diera cuenta y bajé a preparar el desayuno. A las 9 en punto estaba de vuelta en nuestra habitación y ella seguía durmiendo. Dejé la bandeja en una de las mesitas y lentamente me estiré a su lado, cara a cara.

- Despierta, niña del cumple - susurré mientras le acariciaba la cara suavemente.

- Mmmmm - dijo aún sin abrir los ojos.

- Venga marmota, tienes que despertarte ya - insistí caprichosa mientras la seguía acariciando.

Por fin abrió los ojos y me sonrió.

- Feliz cumpleaños - dije con la mayor de mis sonrisas.

Ella me besó durante un rato.

- Muchas gracias, Vane... ¿pero por qué me despiertas tan temprano? - dijo aún medio dormida.

- Porque son las 9... ¡y empieza el maratón de regalos! - dije eufórica.

- ¿El qué? - preguntó riendo.

- ¿Como que el qué? - la miré extrañada pero sin dejar de sonreír - ¿Pero qué clase de cumpleaños has tenido tú en tu vida? - ella seguía riendo.

Me levanté de la cama y ahora era ella la que me miraba extrañada. Fui hacia el otro lado de la cama, cogí la bandeja que había preparado y volví hacia ella.

Miró sonriendo la bandeja y los globos que colgaban.

- La maratón de regalos consiste... pues en eso, en una maratón de regalos de cumpleaños. La verdad es que no me he esforzado demasiado en pensar el nombre - solté una carcajada - cada 3 horas recibirás un regalo -

- Oye, me gusta eso. Me gusta mucho - ahora ya estaba totalmente despierta, sentada en la cama y mirándome con una sonrisa enorme.

- Aquí está el primero. Desayuno y globos. ¿Qué más se le puede pedir a la vida? - dije mientras me acomodaba a su lado y ponía el tablero con el desayuno entre nosotras.

- Poco más, la verdad - dijo riendo antes de darme un beso - gracias - dijo sobre mis labios.

Yo sonreí ilusionada como una niña pequeña y empezamos a desayunar.

Una vez acabamos cogí el tablero que hacía de bandeja y lo volví a poner encima de una de las mesitas. Mónica se acercó más a mí y me abrazó.

- Entonces... ¿me vas a dar un regalo cada tres horas?-

- Así es - sonreí orgullosa.

- Wow, en ese caso tendré que recompensarte - dijo con voz seductora.

- Sí claro, en estos maratones también hay reglas estrictas. ¿Recuerdas la ley sobre el día de los conciertos importantes? -

- Hacerle el amor al cantante 3 veces ese día - recitó.

- Exacto. Aquí la ley establece la obligación de hacerlo después de cada uno de los regalos - dije muriéndome de la risa.

- ¿Vas a hacer que me desnude cada 3 horas, Vane? Yo ya estoy mayor para eso - ahora ella es la que se partía de risa - creo que lo mejor es que los vayamos acumulando todos para el final del día -

- ¿Ir sumando polvos pendientes? Me gusta la idea - no podía parar de reír.

- De todas maneras, para este primero mejor que empecemos bien y sigamos las normas - dijo acercándose cada vez más a mí.

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