Reposo relativo

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Narra Vanesa

- Ey, no llores más. Tenías razón, todo está bien -

Le sonreí y ella intentó devolverme la sonrisa. Sin éxito alguno, ya que siguió llorando desconsoladamente.

- Ven, estírate aquí conmigo -

Mónica seguía llorando pero no puso ninguna pega y subió a la cama conmigo. La abracé sobre mi pecho e intenté calmarla acariciándole el pelo y susurrándole palabras cariñosas al oído.

- He pasado mucho miedo, Vane - dijo después de un buen rato, ya bastante más tranquila.

- Lo sé, yo también. Pero todo está bien - volví a sonreír.

- Solo de pensar que os podía pasar algo a ti o a Lucas,... -

Se le cayó otra lágrima pero la frené con un beso.

- Pero no nos ha pasado nada, y eso es lo único que importa -

Mónica puso una de sus manos sobre mi mejilla y me miró intensamente a los ojos.

- Te quiero mucho, Vane - y sonrió por primera vez en horas.

- Y yo a ti - dije sonriendo también - menos mal que reaccionaste así de rápido. No sé que hubiera hecho si no hubieras estado conmigo -

- Pues si te digo la verdad, lo único que quería hacer era llorar -

Me la quedé mirando y me puse a reír suavemente.

- Menudo par de moñas estamos hechas -

- Pues verás cuando nazca Lucas y se ponga enfermo... - dijo ahora ella también riendo.

- Nos conocerán como las madres histéricas, nos van a odiar - dije muerta de la risa.

Mónica paró de reír, me dio un suave beso en los labios y se volvió a apoyar sobre mi pecho, poniendo su mano izquierda sobre mi barriga. Y así nos quedamos un buen rato, en silencio.

- Todo esto ha sido por mi culpa - oí que susurraba.

- ¿Pero estás tonta? ¿Qué estás diciendo? - pregunté enfadada haciendo que levantara la cabeza para poder mirarla.

- Fui yo la que me empeñé en ir a Japón. Tenía que haber pensado que era demasiado trote para ti, pero no... tuve que salirme con la mía... Lo siento mucho, Vane -

- Deja ahora mismo de disculparte, ¿vale? tú no tienes absolutamente ninguna culpa de nada, al contrario. Y el viaje fue cosa de las dos, no tiene nada que ver con todo esto. Así que ya te estás quitando esa absurda idea de la cabeza -

- Bueno -

- No, nada de bueno. Te la quitas ahora mismo, ¿estamos? -

Ella me miró asintiendo con la cabeza. Yo sonreí y volví a besarla.

- ¿Sabes una cosa? - dijo al cabo de un rato.

- ¿Qué cosa? - pregunté sin dejar de acariciarle el pelo. Ella seguía apoyada en mi pecho y dibujando formas con su mano sobre mi barriga.

- Anoche, cuando me despertaste y vi que te retorcías de dolor, hubiera dado cualquier cosa por cambiarme por ti, hubiera preferido pasarlo yo... nunca había sentido nada igual... por nadie... - se quedó unos segundos en silencio pero seguía sin levantar la vista - ... supongo que eso es lo que se siente cuando quieres de verdad a alguien... -

Ahora sí que levantó la vista y me miró. No dije nada, si hubiera intentado hablar me hubiera puesto a llorar. Así que la besé, durante un buen rato.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora