London, here we go!

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Narra Vanesa

El concierto fue un exitazo y el público no pudo disfrutarlo más. Fueron más de dos horas de pura magia y complicidad entre nosotros, encima del escenario, y las más de 10.000 personas en el público.

La canción con Leiva quedó genial y a todos les fascinó. Y apuesto a que al minuto de acabar el concierto, el video ya estará colgado en todas las redes sociales.

Como en las últimas giras, acabé con la canción Complicidad, y cuando aún sonaban los últimos acordes, me despedí y salí del escenario. Allí me esperaba Mónica, con una enorme sonrisa. Había pasado todo el concierto en la grada con mi familia, pero durante la última canción volvió a la zona pegada al escenario, y así fue a ella a la primera persona que vi al acabar.

- Oye Martín, no se te da del todo mal esto de dar conciertos - me dijo justo antes de abrazarme fuerte, muy fuerte.

El abrazo duró unos segundos más. Yo estaba exhausta pero feliz, y con ganas de abrazar a todos los presentes.

- Has estado increíble Vane, te juro que voy a explotar de tanto orgullo - me dijo al oído justo antes de separarnos.

Yo no pude evitarlo y le di un beso, delante de todos. No me importaba, al fin y al cabo allí solo estaba mi equipo, eran familia.

Después del beso fui a abrazar a todos, uno por uno. Dejando el último para Ana, mi fiel compañera de batallas. Ella estaba muy emocionada e incluso se le caía alguna lágrima.

Fuimos todos hacia camerinos, tenía que saludar a todos los invitados y compromisos. Cuando podía buscaba a Mónica por la sala con la mirada, estaba apartada en una esquina tomando una cerveza. Pero siempre que nuestras miradas se cruzaban, ella me lanzaba un beso. Y yo, pues yo sonreía como una tonta.

- Familia, vamos todos al bar de aquí al lado, que lo han cerrado para nosotros. ¡Vamos a celebrar! - gritó mi hermano Antonio.

Fui a buscar a Mónica, la cogí de la mano y la llevé hasta el baño, cerrando la puerta.

- Por fin te tengo unos minutos para mí sola - le dije abrazándola por la cintura, apretándola a mí y oliendo su pelo.

- Hoy es tu noche, Vane, todos quieren un rato con la estrella -

- Pero yo con quién quiero pasar ese rato es contigo - le dije refunfuñando

- Ya tendremos tiempo de estar a solas tú y yo, pero ahora tienes que ir a celebrar con ellos - me dijo mirándome con mucha ternura.

- ¿Cómo que 'tienes que ir'? ¿tú no vienes? -

- Ya sabes que no puedo, Vane. Tengo que coger el tren de las 6 de la mañana para poder llegar a tiempo a la primera reunión - miró su reloj - y teniendo en cuenta que son ya las 2, con suerte duermo un par de horas -

- Pues me voy contigo -

- Nada de eso, tú te vas a celebrarlo ahora mismo con tu familia y tus amigos - me dijo poniéndose seria.

- Pero... ¿y la ley? - le dije poniendo voz de niña malcriada y besando su cuello.

- Por esta vez nos tendremos que saltar la ley - dijo riendo.

- También podemos ser buenas ciudadanas y ocuparnos de cumplir la ley aquí mismo - le dije levantando mis cejas y sonriendo de forma divertida.

Ella me miró, negando con la cabeza, y me dio un beso en los labios, largo e intenso.

- Va, listilla. Vete ya a la fiesta o voy a acabar cediendo a tus trucos - dijo mientras me giraba y me empujaba hasta la puerta del baño.

Salimos fuera del auditorio, viendo de lejos a todos que se dirigían ya hacia el bar donde se celebraría la fiesta. Me despedí de Mónica, a mi pesar, con la promesa de vernos en dos días. El domingo subiría a Madrid para así ir juntas desde allí hasta Londres el mismo lunes. Hoy ya no nos veríamos, ella saldría de casa antes de las seis y la fiesta no tenía pinta de acabar antes del amanecer.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora