Narra Mónica
Subí a la habitación intentando aguantar las lágrimas. No quería que me viera y darle también ese gusto. Pero al cerrar la puerta me derrumbé.
Me estiré en la cama y lloré durante mucho rato. No sé si fueron horas o minutos, pero no podía parar. Y en mi cabeza sonaban una y otra vez las palabras de Vanesa. ¿Me había equivocado con ella? Quizás estábamos en puntos totalmente opuestos y no había sido consciente de ello. Quizás yo di por hecho cosas que no debería. Quizás no nos queríamos de la misma forma. Si no era capaz de contar conmigo para tomar una decisión así, ¿qué clase de compromiso teníamos? es más, ¿teníamos algún compromiso?
Me dolía la cabeza. De llorar. De pensar. Quería dormir, olvidarme de todo. Y despertarme en una realidad diferente, una realidad en la que Vanesa no hubiera incumplido su promesa, una realidad en la que Vanesa no me hubiera hecho daño.
Finalmente pude dormir varias horas, aunque no suficientes. Sonó el despertador y al abrir los ojos miré por inercia al lado derecho de la cama. Pero estaba vacío, por mucho que lo deseara, la realidad era la que era.
Me duché rápido y en unos minutos salí de casa. No quería encontrarme con Vanesa, no quería verla. Así que fui directa de la habitación a la salida, cogí el coche y me fui a los estudios de Atresmedia. Tenía mucho trabajo y eso me ayudaría.
Narra Vanesa
Definitivamente, soy imbécil. Acababa de estropear lo más bonito que me había pasado en la vida, y todo por mi maldito orgullo y no saber callarme cuando tocaba. La fastidié en no decírselo antes, la fastidié en tomar la decisión por mi cuenta, y la fastidié por no saber pedir perdón a tiempo.
Mi primer impulso fue seguirla, obligarla a que me escuchara y suplicarle que me perdonara. Pero no pude. Necesitaba pensar, en esto, en ella, en mí, en todo. Así que me fui a la habitación de invitados e intenté dormir, sin ningún éxito, por descontado.
No eran ni las ocho de la mañana cuando oí como se cerraba la puerta principal de casa. Sabía que no querría verme, conozco a Mónica y necesita espacio y tiempo para pensar las cosas, pero en el fondo albergaba la pequeña esperanza de que esa mañana se despertara y viniera a hablar conmigo. Pero como era de esperar, no fue así.
No había dormido nada y estaba agotada. Intenté distraerme con la guitarra, con el piano, con un libro, con Camarón... pero nada. Solo podía pensar en mi error y en cómo necesitaba solucionarlo.
A mediodía decidí enviarle un mensaje.
V: Necesito que hablemos. Por favor, habla conmigo, Mónica... por favor.
Estuve mirando el móvil durante minutos, esperando que lo viera, esperando una respuesta. Pero nada. Seguí una hora más, mirando el techo con el móvil en la mano. Pero nada. Vi que tenía siete llamadas perdidas de Ana y no sé cuántos mensajes, así que decidí llamarla.
- ¡Vane! por fin contestas, joder. ¿Por qué no respondes a mis mensajes? - la noté muy enfadada.
- La he jodido, Ana. No quiere ni verme -
- ¿Por qué no se lo dijiste? Di por hecho que era algo que habías discutido con ella. Vane, era algo que DEBÍAS haber discutido con ella -
- Lo sé, lo sé. Joder, lo sé. Y no sé por qué no lo hice. En mi cabeza no sonaba tan mal. Lo pensaba y luego se lo contaba... joder, soy imbécil - dije mientras me daba leves golpes en la cabeza con la mano.
- Imagino que no se lo ha tomado bien -
- Tenías que haberla visto, Ana. Primero estaba enfadada, mucho. Y eso me hizo enfadar a mí -
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Menuda historia la nuestra
FanfictionLa historia de Vanesa y Mónica... bueno, MI historia Vanica