¿Tenemos que ir a la fiesta?

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Narra Vanesa

¿Recordáis el final de la película Notting Hill? ¿Cuando William, el personaje de Hugh Grant, haciéndose pasar por periodista le hace saber a Anna, el personaje de Julia Roberts, que ha cambiado de opinión y que quiere pasar el resto de su vida a su lado? Justo en ese momento todos los presentes se giran a mirar a William, dándose cuenta de que él es el enamorado de Anna. Solo se ven flashes de cámaras, murmullos y aplausos, pero sobre todo, lo que resalta de la escena es la cara de felicidad de los dos protagonistas.

Pues bien, en ese momento el Liceu era una fiel recreación de la película. Todas las miradas se posaron en mí, varias cámaras me cegaban con sus flashes y apuesto todo lo que tengo a que la imagen que se estaba retransmitiendo por televisión era la de mi cara de atontada.

Pero me daba igual todo. De la misma forma que hizo William en la peli, yo solo podía sonreír y mirar con cara de boba enamorada a Mónica.

En el fondo la cosa tenía guasa: con lo que me cuesta que se ponga romántica, y va la tía y elige una entrega de premios para decirme delante de todos las frases más bonitas que me habían dicho nunca.

Afortunadamente los presentadores dieron paso al siguiente premio y la atención volvió al escenario. Yo seguía en mi mundo y ni me enteré de que Mónica volvía a estar a mi lado.

- ¿Crees que se habrán dado cuenta de que estamos juntas? - me dijo al oído.

Yo solté una carcajada y ella me dio un pellizco en la pierna para que no llamara la atención.

-¿Te he contado alguna vez lo espectaculares que son los baños de este teatro? - le susurré al oído.

-¡Vane! -

Yo me volví a reír ante su cara de apuro. La miré a los ojos y le cogí la mano por debajo del brazo de la silla.

- Si te digo que jamás me había dicho nadie algo tan bonito, ¿me crees? -

- Conozco a algunas de tus ex. Por supuesto que no te creo - dijo bajito negando con la cabeza suavemente.

- Mónica - me acerqué mucho a ella - hago bromas porque me has dejado sin palabras -

Me miró con una media sonrisa y yo ladeé la cabeza

- No se si será bueno o no, pero dejarte a ti sin palabras tiene mérito -

Sonreí ante esto - Tendrás que racionalizar las muestras de amor o me quedo sin trabajo. A ver si no sobre qué voy a escribir a partir de ahora - dije con una pequeña risa.

- Pobre... tendrás que tirar de dramas ajenos... ya sabes, eso que siempre dices que haces para que no sepan lo fresca que has sido... pero ahora tendrás que hacerlo de verdad - dijo entre risas.

Yo me reí, le di un beso rápido en la mejilla y volví a su oreja.

- Te quiero, soñadora - dije suavemente haciendo que su piel se estremeciera ligeramente.

Me miró, sonrió y volvió a dirigir su atención al escenario. Eso sí, la mano no me la soltó en ningún momento del resto de la gala.

Narra Mónica

No lo tenía preparado, la verdad. Pensé en hacer alguna mención ambigua, algo sutil. Pero al subir al escenario y recibir el premio, me sentí flotar. Estaba realmente agradecida y muy muy feliz. Entonces la vi a ella, ilusionada y mirándome como si solo existiera yo en el mundo. Y recordé unas frases que un día escribí para ella. Uno de tantos microcuentos que jamás publiqué.

Sentí que era el momento, sentí que necesitaba dar el último paso. Dicen que nada es totalmente cierto hasta que no se verbaliza... y como lo nuestro siempre ha sido de ensueño, sentí la necesidad de que también fuera real.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora