Kioto

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Narra Vanesa

- Mónica -

- Dime -

- Me aburro. Entretenme -

Mónica dejó su libro sobre la mesa y me miró muy divertida.

- Diez minutos, Vane. Solo llevamos diez minutos -

- Pues con el tiempo que hace que estamos juntas, ya deberías conocer mi problema con los trenes -

- No es ningún problema, es un capricho. Y estás en el tren bala, creí que tendrías un nuevo aliciente. Ilusa de mí... -

- Es que no le veo gran diferencia a los trenes españoles. Muy bonito por fuera, sí. Pero si somos pragmáticas, una vez dentro es el mismo aburrimiento -

- Pero en un par de horas podrás ver el Monte Fuji-

- Tú lo has dicho, en un par de horas. ¿Qué hago hasta entonces? -

- Leer, ver una película, escuchar música,... -

- Nah, no me convence... tengo una idea mejor - dije sonriendo de forma pícara.

- No se te ocurra ni mencionarlo - dijo seria amenazándome con el dedo - los códigos vanesos están más que descartados en este país -

- Aburrida - refunfuñé.

- ¿Aburrida? Después de lo de anoche no tienes ningún derecho a llamarme aburrida al menos en los próximos dos años -

Me la quedé mirando sonriendo durante un rato mientras recordaba la fabulosa noche que me había hecho pasar frente al gran ventanal del hotel.

- Prométeme que cuando regresemos pasado mañana de Kioto lo repetiremos - susurré de forma sugerente.

- Una y no más, Vanesa. Estoy segura de que nos vieron desde otras habitaciones. ¡Si creo que incluso algunos nos aplaudieron cuando acabamos! - exclamó avergonzada tapándose la cara con sus manos y haciendo que yo me muriera de la risa.

- A mí me pareció ver alguna cámara grabando -

- ¡Vanesa! - Me reprendió y yo me reí aún más.

- Que estoy de broma, tonta - dije cogiendo sus manos y dándole un beso en la mejilla - es imposible que nadie nos viera... además, que te crees tú que fuimos las primeras en hacer algo así delante de esos ventanales. ¡Pero si lo piden a gritos! -

-Bueno, está claro que ayer se nos fue de las manos... pero a partir de ahora limitemos nuestras sesiones amorosas a las camas y duchas, que somos un matrimonio y tenemos que comportarnos como tal -

- ¿Como tal? No pienso convertirme en un matrimonio aburrido con una vida sexual aburrida-

- ¿Me estás diciendo que te aburro en la cama, Martín? - me preguntó levantando una ceja.

- Sabes que no - dije sonriendo mientras me acercaba para darle un rápido beso - esas monjas te enseñaron bien -

Solté una carcajada y ella me dio mi merecido pellizco en el brazo, pero no pudo evitar ponerse a reír también.

- Como presiento que no vas a dejarme tranquila, creo que ya sé cómo puedo distraerte -

- ¿Cómo? - pregunté ilusionada.

- Hablemos de tu año sabático -

- ¿Otra vez? Ya lo hablamos ayer -

- Sí, pero quiero volver a hablarlo -

- ¿Y eso por qué? -

- Porque no estoy segura de que sea algo que hayas meditado bien -

Me la quedé mirando un rato antes de continuar.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora