El arte de aprovechar

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Narra Mónica

- Ay Dios - dijo Sandra no lo suficientemente bajito.

Miré a Vanesa con pánico, era evidente que Sandra acababa de recordar lo sucedido aquella noche. Y Vanesa, por supuesto, estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para no reír. La iba a matar.

- ¿Queréis más vino? - preguntó Nagore ajena a todo. Ninguna contestó -¿pasa algo? -

- Sí, yo necesito más vino. Lléname la copa hasta arriba, cariño - le dijo Sandra a Nagore dándole su copa.

Vanesa no pudo resistirlo más y se puso a reír, incrementando así la confusión de Nagore.

- ¿Alguien me va a contar lo que está pasando aquí? - insistió, ahora un poco molesta.

- Creo que tu novia acaba de recordar lo que pasó la noche en la que conoció a la mía - dijo Vanesa riendo.

- ¿Estás de coña? - le preguntó Nagore a Vane mientras comenzaba a reír también.

Sandra y yo seguíamos calladas y avergonzadas, sin saber qué decir, y estaba convencida de que mi color de piel había cambiando bastante hacia una tonalidad rojiza.

- Esto es una fantasía - seguía Nagore - ¿de verdad que os acostasteis pero no lo recordabais? -

- Bebimos muchísimo - dije por fin.

Sandra me miró por primera vez desde que empezó todo.

- ¿Pero tú por qué no me dijiste nada? nos hemos visto varias veces después de esa noche -

- Pues porque huí como una veinteañera al despertarme. ¡Me daba apuro! -

Nagore y Vanesa nos miraron y estallaron en carcajadas.

- Esperad, esperad - dijo Nagore entre risas - recapitulemos: os conocéis en unos premios hace unos años... - de golpe se calló y señaló con el dedo a Sandra - ¡¿Cuántos años?! -

- No estábamos juntas, Nagore, fue durante aquellos meses que nos separamos al volver de Portugal -

- Mira, llega a ser también cuestión de cuernos y esto me da para disco entero -

- ¡Vanesa! - gritamos las tres a la vez.

Pero ella seguía muerta de la risa.

- Pues eso - siguió Nagore - os conocéis hace unos años en unos premios, pasáis la noche hablando, os emborracháis, os vais a casa de Sandra... -

- Ni eso, subimos a una habitación del hotel en el que estábamos - corregí.

- Joder, ahora lo entiendo todo. Me desperté ese día y no entendía por qué me había quedado a dormir allí. Pensé, mira qué majos los organizadores y no le di más vueltas -

- ... subís a una habitación del hotel en el que estabais, os acostáis... ¿estuvo bien? -

- ¡Nagore! - gritamos esta vez Sandra y yo a la vez.

- Una huyó y la otra no se acuerda, ata cabos - dijo Vanesa muerta de la risa y contagiando a Nagore.

Justo en ese momento le di un fuerte pellizco en la pierna.

- ¡Auch! - se quejó.

- Dale más fuerte, Mónica - me animó Sandra, aumentando más aún las risas de Vanesa.

-... pues eso, que os acostáis y nunca más volvéis a hablar del tema...¿hasta hoy? y yo que he estado a punto de no poder venir a esta cena, ¡lo que me iba a perder! -

- Bueno, ya está. Aquí todas somos adultas y podemos hacer como si esto nunca hubiera pasado... ¿verdad Sandra? - la miré suplicando con los ojos.

- Por supuesto... esto nunca pasó -

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