Las mujeres de mi vida

7K 165 24
                                    

Narra Vanesa

Llegué a Valencia y allí me esperaba Ana con un coche, preparada para ir directas a la nueva firma. En todo el trayecto no había mirado el teléfono móvil, y al hacerlo en ese momento me di cuenta de que tenía varias llamadas perdidas de Inma. Qué raro, no esperaba tener noticias suyas tan pronto, tal y como fue nuestra última conversación no creí que quisiera tener contacto conmigo en mucho tiempo. Así que, curiosa, le escribí.

V: Hola Inma, ¿cómo estás? perdona que no te he podido atender la llamada, ¿todo bien?

No pasó ni un minuto cuando vi que me había contestado.

I: Hola Vane, sí, todo bien. ¿Tú también?

Y ahora estas formalidades, ¿a qué vienen?

V: bien, llegando a Valencia. Me ha sorprendido tu llamada, por eso te escribo.

I: ah, nada importante. Solo era para avisarte que he preparado una caja con las cosas que aún tenías en casa. Cuando quieras pasa a recogerla. No hay prisa, ya sabes, pero creo que a mi chica no le entusiasma ver la caja cada mañana en el salón. Así que avísame cuando estés por Madrid y te pasas.

"Mi chica". ¿Cómo que mi chica? ¡¿Qué chica?! Estaba en shock, no entendía nada. ¿Desde cuando hay una "mi chica" en su vida? joder, y lo más importante, ¿por qué me molestaba esto tanto? en teoría yo también tenía una "mi chica"... bueno, no exactamente, pero algo había, yo ya me entiendo.

V: Claro, cuando esté en Madrid te llamo y me paso. No vayamos a molestar a tu chica, por favor.

I: Noto cierta ironía. ¿Te molesta algo?

V: No, nada.

No pude contenerme.

V: Pero no entiendo como hace menos de una semana todo eran reproches y ahora me hablas de "tu chica". No lo entiendo, Inma.

I: Al final todo se reduce a eso, celos.

V: Sabes que no soy celosa. No voy a empezar ahora contigo.

I: Lo que tú digas.

V: ¿Pero quién es?

I: ¿Qué más te da?

V: Tienes razón, no me importa. En absoluto.

I: No la conoces, Vane. Es una estudiante de enfermería que conocí el pasado verano en Cádiz. Tú y yo lo acabábamos de dejar, y yo me pasaba las tardes leyendo en la playa de El Palmar. Ella se acercó pidiéndome fuego y una cosa llevó a la otra. No la había vuelto a ver hasta hace tres días, estaba por Madrid y nos cruzamos por el barrio. Fue una casualidad bonita. Han sido solo tres días, pero de momento me hace feliz.

V: ¿una estudiante, Inma? vamos, no me jodas. ¿Ahora te van las jovencitas?

I: a mí me van las jovencitas, a ti las maduritas.

V: ¿Y eso a qué viene?

I: ¿Crees que no sé lo tuyo con la presentadora?

V: Yo no tengo nada con una presentadora.

I: Lo que tú digas, Vane. Cuando te pones así eres imposible.

Vale, tenía que relajarme. Ella estaba en son de paz y yo me había puesto demasiado nerviosa.

V: Perdona, tienes razón. ¿Una tregua? te llamo cuando esté en Madrid, paso a recoger la caja y hablamos tranquilamente, cara a cara. ¿Sí?

I: ¿Y no querrás que te presente a mi estudiante?

V: No te pases.

I: jajaja, nunca dejará de hacerme gracia lo fácil que es picarte.

V: Muy graciosa... te dejo que me están esperando. Te llamo en unos días.

Menuda historia la nuestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora